|
"Opinión"

"Primer turno al bate"

""

    Todos los partidos salvo Morena -que no tiene necesidad de hacerlo porque el mando es unipersonal y las decisiones ni se discuten, ni se consensan, ni se votan- andan afinando sus estrategias rumbo al 2018. Hablarán sobre los programas pero lo que les ocupa son las alianzas y los candidatos. 
     
    Las negociaciones para el Frente PAN-PRD-Ciudadanos- Independientes avanzan y su concreción parece realista. Pero será el PRI el que tome el primer turno al bate en su próxima Asamblea. 
     
    La agenda es amplísima: Visión de Futuro, Rendición de Cuentas, Declaración de Principios, Programa de Acción y Estatutos. En las cuatro primeras mesas habrá asuntos que dividan a los participantes, pero no se espera nada irreconciliable. Lo que ahí se discuta puede ser muy importante, pero si atendemos a la historia, los acuerdos a los que se llegue se guardarán en un cajón y el candidato, cuando lo haya, planteará su propia plataforma.  
     
    La famosa frase del entonces presidente del PRI, J. Reyes Heroles, en la 8 Asamblea Nacional (23/09/75) de que primero el programa y después el hombre ha vuelto a circular, pero más de 30 años y 14 asambleas después está claro que, como entonces, el “qué” vendrá después del “quién”. 
     
    Por más que nos quieran convencer de que la 22 Asamblea tiene más agenda que la de redefinir los requisitos y sobre todo el método de selección del candidato, estos dos temas son los únicos que se perfilan como conflictivos y determinantes del futuro inmediato para el partido. 
     
    De la Asamblea no saldrá el ungido pero sí habrá dos consecuencias de trascendencia. La primera es si se abre la baraja de aspirantes. Hay que recordar que el tan traído y llevado asunto de la militancia de 10 años para ser candidato presidencial no es el punto. Este requisito se evade si el PRI va en alianza con otro partido. La segunda es si esa apertura y el eventual candidato pueden provocar una división interna que los ponga fuera de la competencia.
     
    Gobierno y líderes partidarios tienen una visión bastante realista del momento político. Más allá del respiro que les dio el Edomex, saben que en todas las encuestas ocupan el tercer lugar, que no pueden dividirse, que su voto duro ha disminuido, que tienen que arrancar a los indecisos al menos un 10 por ciento del voto, que es el partido más rechazado, que la popularidad del Presidente no ayuda, que sin alianzas no pueden ganar y que los escándalos de corrupción de los gobernadores y algunos integrantes del equipo de Gobierno dañan severamente sus posibilidades de triunfo. 
     
    Estas condiciones adversas no sitúan al PRI fuera de la competencia. El candidato será fundamental como lo es en todas las elecciones del mundo, pero el cierre de la administración de Peña Nieto puede allanar o dificultar el camino. Lo más sensato sería apostar a cerrar bien la administración tal y como la abrieron en diciembre del 2012.
     
    Peña Nieto comenzó a tambor batiente con el Pacto por México. Tuvo el poder de convocatoria y la habilidad para sacar adelante un ambicioso programa de reformas que nadie antes había logrado. Lo hizo con un Gobierno sin mayoría. Después, es cierto, cometió grandes yerros: una estrategia fallida en contra de la violencia y la inseguridad, Ayotzinapa, innumerables actos de corrupción alentados, perpetrados o tolerados por la administración, impunidad, reacciones tardías o desacertadas ante sucesos como el socavón, el asesinato de periodistas o el espionaje a activistas, conservar a secretarios que le han hecho daño por incompetencia, corrupción o ambas. 
     
    Después de este largo interregno, puede terminar, si no a tambor batiente, con un panorama mucho mejor del que se pensaba. A pesar de un entorno externo desfavorable, la economía puede cerrar con un despeño por encima de las expectativas. Hace no más de seis meses la mayoría de analistas, instituciones financieras y organismos internacionales auguraban un panorama sombrío para la economía mexicana en términos de crecimiento, tipo de cambio y estabilidad. La caída en el precio y la producción de petróleo, la disminución en el crecimiento global y el mal desempeño de la actividad industrial en EU acrecentaban los riesgos a la baja.
     
    Hoy, el panorama es sustancialmente mejor. La economía se expandió en cerca del 3 por ciento en el primer trimestre, muy por encima del promedio de América Latina. Analistas y organismos han revisado sus expectativas al alza. Las principales calificadoras, escépticas hace unos meses, no sólo no bajaron la calificación soberana de México, sino que a últimas fechas han mejorado su perspectiva pasándola de negativa a estable. Las dudas acerca de la salud de las finanzas y la consolidación fiscal se están disipando. Según la Secretaría de Hacienda las metas de déficit más que se cumplirán y la deuda comenzará a bajar este mismo año, antes de lo previsto. La cereza del pastel, que parece bien encaminada, sería la renegociación del TLCAN antes de las elecciones. A ello se debería agregar algo fundamental, el compromiso en los hechos contra la corrupción.
     
    No hay certeza de que un mejor cierre de la administración alcance para ganar las elecciones, pero sí de que ello no le perjudicaría ni al partido ni al país.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!