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"Desde la Calle"

"¿Quién manda en Mazatlán?"

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DESDE LA CALLE

    iliana_pr@hotmail.com

     

     

     

    Mazatlán es uno de esos municipios donde la fiebre Andrés Manuel de las pasadas elecciones derivó en un cambio de partido en el Ayuntamiento, aunque no así de régimen. Con la llegada de Morena a las alcaldías se reactivaron, para algunos, las casi muertas esperanzas en las instituciones municipales. Se pensó que con un cambio en el color se cambiaría también el mando, y esto sucede, entre otras razones, porque desconocemos u olvidamos los procesos a través de los cuales se toman las decisiones en nuestras ciudades. 

     

    Hace algunas semanas llamó la atención el despido del Director de Planeación y Desarrollo Urbano de ese municipio, a quien el presente Alcalde acusó de “no querer participar en la cuarta transformación”. Lo cierto es que el Arquitecto Víctor Sainz, hoy ex director, ya había presentado desde el año pasado una serie de denuncias ante diversos medios de comunicación porque el Ayuntamiento y el Gobierno del Estado incurrían en malas prácticas respecto al desarrollo urbano, por lo que proponía cambios en reglamentos y también vigilar su cumplimiento. De acuerdo con sus últimas declaraciones, muchas de estas prácticas continúan aún con el nuevo gobierno.https://www.noroeste.com.mx/publicaciones/view/obras-publicas-carecen-de-director-responsable-senalan-1147629

     

    Mientras que los morenistas locales se encuentran en un enfrentamiento interno por reprender o desconocer a los alcaldes, Los mazatlecos y sus visitantes se quejan de que su ciudad es cada vez más complicada, se expande sin planeación sobre las áreas verdes y lo que queda de los ejidos, mientras los proyectos de infraestructura son improvisados, mal ejecutados, y no obedecen necesariamente al beneficio público. Y lo peor es que los errores se repiten, ante la omisión, desconocimiento o participación de los nuevos funcionarios, sin importar afiliaciones políticas.  En este escenario nos hemos preguntado quién manda en Mazatlán, y por esto me propuse plantear ciertas respuestas en torno al poder y a la lógica de las decisiones en el desarrollo urbano.

    En Mazatlán mandan los especuladores en complicidad con algunos funcionarios municipales. Aunque nos hemos creído el discurso de que Mazatlán crece, la realidad es que más bien se expande: la extensión del territorio es varias veces superior al crecimiento de la población, lo que suele ser producto de la especulación en las periferias de la ciudad. Esta expansión es resultado de que la élite de políticos y empresarios (con negocios legales y no tanto) instauraron un régimen donde se han otorgado autorizaciones desmedidas para construir en las zonas exteriores de la ciudad dejando terrenos y edificios desocupados en el interior. Estas medidas generaron mucho dinero para quienes aprovecharon el tráfico de influencias, pero ocasionaron grandes costos para la ciudad: contaminación, menor calidad de vida, tráfico, entre otros. Hoy en día 3 de cada 4 mazatlecos vive en las periferias, lejos de donde se encuentra el equipamiento y las fuentes de empleo (IMPLAN, 2018). 

    En Mazatlán mandan el Gobernador y Alcalde en turno, y sus cuates. Y nos gustaría decir que ejercen el poder a través de las instituciones, pero la evidencia nos dice que los acuerdos informales o de “cuates” prevalecen como el camino para tomar las decisiones en materia de desarrollo urbano, pasando por alto los reglamentos y las necesidades sociales. En otras administraciones tenemos ejemplos como el fraude del Tiburonario y los recortes al Programa Municipal de Desarrollo Urbano y la omisión de sus políticas, así como la falta de cumplimiento del reglamento de construcciones. Pero, en las administraciones vigentes también se cuecen habas; el Gobernador Quirino Ordaz detuvo iniciativas para evitar que los grandes propietarios de predios rústicos paguen impuestos en equidad con los demás ciudadanos, así evitó gastos para sus amigos, como los de Mazatún. Además, se han autorizado obras que no cumplen con las disposiciones reglamentarias, o que no están justificadas y se contrapone con otras, como el caso del encarpetado de 60 millones sobre las calles que pronto serán también intervenidas en el proyecto Parque Central. 

    En Mazatlán mandan los ciudadanos. El mensaje ciudadano del pasado 1 de julio fue contundente: lo mazatlecos están pidiendo que cambien las prácticas en las instituciones públicas. Sin embargo, la nueva lección a aprender está en la participación más allá del voto; no basta con cambiar de partido político, los ciudadanos debemos cambiar el régimen urbano tradicional por uno más democrático y transparente. No se trata de encontrar el hilo negro, algunos ya se están organizando para observar y dar seguimiento a las obras públicas, y en otras ciudades existen comités de evaluación y seguimiento de las políticas urbanas. La pregunta está en cómo y cuándo nos ponemos de acuerdo y unimos esfuerzos. 

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