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"Opinión"

"¿Quién se beneficia con las inundaciones? Los compadres"

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    De acuerdo con el servicio meteorológico de EUA, entre 1980 y 2016, las catástrofes naturales de gran magnitud no pasaban de 5.5 eventos al año, en promedio. Entre 2016 y 2018, estos eventos han aumentado a 10.6 incidentes por año. A pesar de ser catástrofes naturales, esto no tiene nada de natural, el cambio climático ha incrementado el número e intensidad de los desastres naturales.
     
    El paso de la tormenta tropical 19-E por Sinaloa ha sido devastador para un gran número de habitantes. Habiendo pasado el diluvio, con decenas de colonias bajo el agua, y la pérdida de al menos tres vidas, la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Segob emitió una Declaratoria de Emergencia para 11 municipios de Sinaloa.
     
    ¿Por qué nuestras autoridades no hicieron nada para tomar medidas preventivas y así disminuir el impacto de esta catástrofe?
     
    Solo hay dos respuestas posibles, o no les importa, o no están preparados.
     
    El director general de Protección Civil de Sinaloa, Francisco Vega, aseguró que nadie esperaba que se pudieran tener esas cantidades de agua, sin embargo, la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) de EUA había reportado desde hace una semana que a pesar de que las tormentas podían disiparse en el Pacífico mexicano, las precipitaciones podrían llegar a ser muy intensas. 
     
    Mientras los desastres naturales nos afectan a la gran mayoría, aquellos que viven el día al día son los que sufren más. El clima extremo afecta más a las comunidades de clase media y baja. Financieramente incapaces de prepararse para este tipo de eventualidades (más aún, cuando las autoridades no emiten alertas), estas comunidades también son las menos capaces de sufragar el proceso de recuperación. Las familias jóvenes y los millennials son los más afectados. Hoy en día, cada vez más jóvenes viven en situación de pobreza, en comparación con otras generaciones a la misma edad. A lo largo del país, todos somos testigos del indiscutible incremento en los desastres naturales, y los jóvenes/pobres, por virtud de la situación económica precaria generacional, son afectados desproporcionalmente.
     
    Para la mayoría de nosotros, resulta aberrante pensar que un desastre como este tiene alguna gracia, sin embargo, ese no es el caso para algunos “emprendedores”. Mientras muchos estarán pugnando por reconstruir sus vidas, unos cuantos se beneficiarán de su infortunio.
     
    Las pérdidas materiales y la destrucción ocasionada por las inundaciones requerirán del trabajo de contratistas y constructores a una gran escala. La gente necesitará reconstruir su vivienda/trabajo, y las agencias de crédito y tiendas departamentales harán su agosto.
     
    Gracias a Dios, en México contamos con el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), el cual puede “utilizarse para resolver necesidades básicas de los damnificados y la reconstrucción/construcción de viviendas, reparación de infraestructura, incluso de monumentos históricos”.
     
    De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), los recursos del Fonden sirven para responder a necesidades básicas de damnificados, como comida, vestido, calzado, cobijas, artículos para limpieza personal, dichos recursos están etiquetados y el gobierno federal los brinda en efectivo o especie. Esos apoyos dependen del grado de afectación de viviendas y de la población, y se determinan a través de un censo de daños. Asimismo, pueden ser recursos como materiales para construcción y que la edificación corra a cuenta del beneficiario, para la reconstrucción de una vivienda, o su total construcción, si es una damnificación completa. Un comité de evaluación técnica, integrado por las secretarías de Hacienda, Gobernación y Desarrollo Agrario, determina los daños, implicaciones y los montos que se pueden destinar para cada localidad o entidad específica. El Fonden puede complementarse con los recursos de Bono Catastrófico, los cuales son transferidos a este Fondo, cuando se evalúa el daño y las condiciones en que se dio el desastre.
     
    Qué alivio, los sinaloenses afectados por las inundaciones recibirán un atisbo de esperanza gracias al Fonden, justo como las entidades federativas de Puebla, Morelos, Oaxaca, y CDMX tras los trágicos eventos ocasionados por el terremoto. Tal vez recuerden todas las noticias y escándalos relacionados con el desvío de recursos o asignación de contratos a compadres de funcionarios públicos, a nadie le sorprendería que lo mismo sucediera en Sinaloa. A falta de transparencia y rendición de cuentas, los únicos beneficiados con estos apoyos federales seguirán siendo los mismos, los compadres.
     
    No es gracias a las autoridades, sino a la empatía y el esfuerzo colectivo de la sociedad, que las pérdidas no fueron mayores. La labor de cientos de activistas y ONG es la razón por la cual Sinaloa no se hundió en el caos y la desesperación.
     
    La tragedia y el desastre dañan a muchos, pero pueden beneficiar a unos cuantos. La furia de la naturaleza, la guerra, y el terrorismo siempre generarán una fortuna para unos pocos individuos sin escrúpulos.
     
    Hoy en día, los jóvenes tenemos que contender con los estragos de una de las mayores recesiones económicas de la historia moderna, junto con los efectos acelerados y financieramente devastadores del cambio climático. Juntos, estos fenómenos nos dejan a la merced de desastres naturales cada vez más extremos, junto con la falta de estabilidad económica para sobrellevarlos.
     
    Espero que los habitantes de Culiacán aprendamos de esta lección. Nuestra falta de respeto por la naturaleza y el ambiente solo empeorará las cosas. Aprovechemos esta catástrofe para adoptar nuevas costumbres para el manejo de la basura, así como de planeación y urbanización. 
     
    Asimismo, es hora de exigir a las autoridades que nos rindan cuentas y tomar acciones contra aquellos que no cumplen o hacen mal manejo de su puesto público.
     

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