"Quirino, los drones ‘guardados’ y el cambio en Seguridad"

A los polémicos cambios políticos en el gabinete económico del Gobernador   Quirino Ordaz , habrá que agregar otro esta semana: la sustitución del General   Genaro Robles Casillas   por el también General  Inocente Fermín Hernández Montealegre   en la Secretaría de Seguridad Pública. Acaso menos observado, pero sin duda igual o más trascendente por tratarse del principal problema de Sinaloa. 

 

¿Significa este relevo el reconocimiento de que la estrategia de seguridad no está funcionando?, ¿estamos ante otra jugada política?, ¿pidió el General  Robles Casillas irse por razones de seguridad? No lo sabemos.

 

Lo que sí es un hecho es que la seguridad no va bien. Junio cerró con 125 homicidios dolosos, el número más alto del 2018. Y en lo que va del año llevamos ya 600 asesinatos acumulados. Es decir, en Sinaloa todos los días mueren más de tres personas víctimas de homicidio.

 

A la oleada de violencia hay que agregar la gravedad del robo de auto y de un delito silencioso, pero con amplias repercusiones sociales: la desaparición de personas.

 

Frente a esa realidad, la presumida estrategia apalancada en acciones de inteligencia difícilmente se sostiene si nos enteramos que los costosísimos drones de 3.5 MDD llevan meses guardados pues no hay todavía quién sepa operarlos.

 

Por otro lado, recientemente el Consejo Estatal de Seguridad Pública, en voz de su Coordinador General,  Ricardo Jenny del Rincón, señaló que las reuniones de ley entre la gubernatura y el consejo no están sucediendo como deben ser, lo que pone en duda la prioridad que el Ejecutivo concede al carácter institucional del combate a la delincuencia.

 

El General  Hernández Montealegre llega con el antecedente de haber operado el software Pegasus, usado para espiar a periodistas y críticos del Gobierno de  Peña Nieto. Él niega la acusación publicada por el portal de  Carmen Aristegui, pero en entrevista para  Noroeste reconoce que al menos firmó los contratos de adecuación del software durante su paso por el Centro Nacional de Planeación (CENAPI).

 

Con amplias credenciales en la materia, el nuevo Secretario de Seguridad llega con la encomienda de continuar con la estrategia de seguridad del Gobernador  Ordaz Coppel e intensificar las acciones de inteligencia para combatir el crimen organizado. 

 

Le deseamos suerte pero no será fácil: sabemos que el narco sinaloense ha mantenido una seria embestida contras las cámaras de videovigilancia en las zonas urbanas y ha diversificado sus actividades al robo de autos, la producción y comercio de metanfetaminas, el cultivo y exportación de heroína y ahora también al robo de combustibles.

 

Mientras la hidra criminal evoluciona a velocidades sorprendentes, suena anacrónico que sigamos exclusivamente en la lógica castrense y de “mano dura”. Pero ahí seguimos, con la nariz metida entre los chalecos antibalas.

 

Habrá que esperar cómo repercute en Sinaloa la ya anunciada intención del nuevo gobierno federal de regular la mariguana y la heroína, así como la implementación de mecanismos alternativos de justicia como la amnistía.

 

Y mientras el paradigma cambia. Por lo pronto en Sinaloa el crimen nos endosa todos los días tres muertos y similar cifra de desaparecidos, influye en el resultado electoral del territorio serrano sin que nadie pueda impedirlo y sitia poblaciones para mandar mensajes de poder que luego sube a redes sociales para que todos las veamos. 

 

Al menos en apariencia, el Gobernador responde a esa crisis sustituyendo al Secretario de Seguridad Pública. Quiero pensar que es así, que estamos ante una decisión ejecutiva estratégica y no ante la necesidad de traer a un sustituto porque el riesgo ya era demasiado grande y no había garantías de protección para el que se fue. 

 

Quiero pensar que nuestro Gobierno todavía puede contener a los criminales, en lugar de administrarlos. Porque si no es así, ¿qué nos queda a los ciudadanos?

 

P.D. Esta columna se toma dos semanas de vacaciones. Nos leemos en agosto. Buen verano.