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"Observatorio"

"¿Renació el Presidente López Obrador?"

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OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

    Asoma el estadista que México necesita

    Aparte del boceto de estadista que Andrés Manuel López Obrador dejó ver en la ceremonia del Grito de Independencia, ayer fue más explícito en el tipo de Presidente que los mexicanos quisieron diseñar mediante el voto. El llamado a la reconciliación nacional que formuló en la conferencia de prensa mañanera es quizás el momento más lúcido que ha tenido el Mandatario federal desde que asumió el cargo.

    Alguna transformación experimentó López Obrador cuando desde el balcón de Palacio Nacional, portando con orgullo la banda presidencial y con la muchedumbre gritándole “no estás solo”, alzó la mirada hacia el firmamento pintado con luces multicolores. Al emular el Grito de Dolores, muy a su manera con las 20 arengas, los ojos se le tornaron lacrimosos y en silencio desde el fondo de su pecho extrajo quien sabe qué pensamientos.

    Fue un buen momento para México. Inigualable para el tabasqueño que sin la parafernalia aburrida que secuestró para unos cuantos el ritual independentista pudo mostrarse él tal cual es, con la solemnidad debida y sin los añicos de triunfalismo o exceso de poder que lo distancian del pueblo bueno. Memorable estampa para la Patria que ya necesitaba, le urgía, un mínimo aliento de serenidad.

    Sin embargo, horas después selló lo que parece ser la reinvención de Cuarta Transformación. El martes 17 de septiembre, en el encuentro mañanero con los medios de comunicación, el Presidente pronunció con pocas palabras una cátedra de gobernabilidad. Con ustedes, en vivo y en cadena nacional, el López Obrador que todos queremos.

    “Me gustó mucho un planteamiento, una actitud muy digna de algunos adversarios hablando de que era el momento de la reconciliación. Creo que es el momento, necesitamos la unidad si tenemos el propósito de que progrese el país con justicia, que haya crecimiento con bienestar, que haya justicia con libertades, si coincidimos en eso de garantizar la libre manifestación de las ideas, el derecho de disentir, que nunca se piense en el autoritarismo, en la mano dura ni en la mano blanda, nada de dictadura, sino construir una auténtica democracia, entonces nos entendemos”.

    La llave para abrir la entrada hacia el reencuentro mexicano no está perdida. Enrique Krauze le recordó a López Obrador que trae en su ideario no solo la clave de acceso sino la puerta misma; solo falta que las utilice. En el momento que quiera le abrirá al País el camino hacia la latente Nación sin fifís ni chairos, ni sectores en el súper asistencialismo y grupos en le mega abandono, tampoco delincuentes que reciben amor y paz y a cambio dan balazos. El territorio que a todos nos resulta común tiene que abrazarse entre sí, entre todos.

    Era prematuro comprarle al Presidente la pose de estadista solo con el decoro y dignidad que presentó al sonar la campana y ondear la bandera desde el balcón central de Palacio Nacional. Tal acto cívico había turbado durante décadas a quienes lo antecedieron en el cargo, volviéndolos más dictadores que de costumbre. Pero es de justicia hacer notar, hoy, que el de la noche del 15 de septiembre de 2019 es el mejor homenaje que se le ha hecho a la Patria.

    Nueve meses después de recibir a su cargo un México despedazado, agraviado hasta la saciedad, se percibe a otro AMLO con muchísimos rasgos del que fue tres veces candidato presidencial y juró construir un México distinto. ¿Es el Presidente que México necesita? ¿Transitará de aquí en adelanta por la vía de la reconciliación nacional? ¿Se ha convencido de que “democracia es pluralidad, pero al mismo tiempo es unidad y respeto”?

    Cómo le hace falta a México el AMLO que vaya a resolver los principales problemas nacionales, con la sociedad junto a él. Requiere del consenso social para hacerle frente a la inseguridad pública, corrupción, pobreza, rezago económico, amenazas internacionales y olvidos en la generación de oportunidades de desarrollo.

    Por hoy López Obrador solamente ha dibujado el croquis de lo puede ser o debe ser la Cuarta Transformación que propone. En los días siguientes lo que trazará son los hechos para verificar si el atisbo del líder que ocupa México fue otro resplandor en la pirotecnia que envuelve a la Patria, o renace la convicción por la reconciliación como el inicio y meta de todo.

    Démosle oportunidades a la esperanza sin echar todavía a vuelo las campanas de la confianza. Dejémoslo por hoy en una mirada estupefacta al cambio de protocolo en la noche del grito y la evolución del discurso en la mañanera del martes 17. Y si el Presidente no cambia, no se lo tomemos a mal. A lo mejor caímos en desbordado optimismo. O pudo haber sido el embrujo de la algarabía nacionalista que a cualquier nos pone cívicos, aunque a las horas no recordemos que le prometimos la prueba de amor a México.

    Reverso
    Nuestro México necesita,
    Que grite fuerte, Presidente,
    Y sentir que usted grita,
    Lo que grita toda la gente.

    La déspota patria
    Si no fue orden del Gobernador Quirino Ordaz ni del Alcalde Jesús Estrada, a quién fregados se le ocurrió encapsular en Culiacán con policías la protesta del colectivo Sabuesos Guerreras, que integran familias que buscan a víctimas de desapariciones forzadas. ¿De quién fue la retrógrada idea para que la exigencia de justicia y solidaridad que hacen ellas no se escuchara en el desfile conmemorativo de la independencia de México? ¿Qué objetivo persigue la represión con la cobardía agregada de la intolerancia contra un movimiento de madres que lo único que quieren es encontrar a sus hijos?

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