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"Opinión"

"Sin protección no se puede enfrentar al crimen organizado"

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15/08/2018

    Carlos Elizondo Mayer-Serra

    López Obrador ya es Presidente electo. Se sigue moviendo en avión comercial arrastrando su maleta. Es admirable. Muestra un cambio de fondo en cómo entiende el poder político. Es un ciudadano más. No está por arriba de nosotros. 
     
    Comparto su directriz de que sólo deben tener protección del Estado quienes combaten al crimen organizado. Yo agregaría a quienes con sus decisiones puedan afectar intereses poderosos, como es el caso de quien dirija al SAT. Sin protección no es posible hacer un buen trabajo en este tipo de tareas. 
     
    Por esa misma razón, AMLO requiere un aparato de protección fuerte y sólido. Él es el jefe de quienes combaten al crimen. Cabe adelgazar al actual Estado Mayor Presidencial (EMP). Éste tiene más elementos que el servicio secreto de Estados Unidos. Sin embargo, no puede prescindir de él. Menos después de haber visto en la pasada elección la mayor cantidad de candidatos asesinados en la historia del país.
     
    Combatir al crimen organizado requiere tomar decisiones que afectan a individuos con alto poder de fuego. Éstos, enojados por una acción del gobierno que afecte de forma considerable su negocio o que envíe a la cárcel a un capo poderoso, o si perciben que las fuerzas de seguridad están aliadas con alguno de sus adversarios, podrían mandarle una señal al Jefe del Ejecutivo, ya sea amenazándolo o atentando contra su vida. Rodeado de 20 individuos sin armas, AMLO no tiene protección para enfrentar acciones violentas de grupos bien organizados. 
     
    Una alternativa es que opte por no actuar en contra de estos grupos. De seguir esa estrategia, correría menos riesgos. Veríamos muchos foros, numerosas invitaciones a grandes personalidades (como el Papa, quizá) para tratar de pacificar al país con discursos, pero pocas acciones para poner límites a la capacidad de fuego de las más poderosas organizaciones criminales. El país pagaría un alto costo de optar por esta estrategia.
     
    Está además siempre el riesgo de un potencial asesino solitario. Aunque existiera únicamente este riesgo, se requiere de seguridad profesional para proteger al Presidente.
     
    El EMP brinda también seguridad a visitantes importantes cuando se encuentran en México. 
     
    Otros mandatarios no vendrán a un país con los niveles de violencia como el nuestro sin garantías de que podemos protegerlos. Tampoco podrá AMLO ir a visitar otros países si no lleva su propia protección. Siempre es una responsabilidad compartida entre ambos países una visita de Estado.
     
    AMLO debe tener protección independientemente de su voluntad. No es optativo en ningún Estado sólido. AMLO será el jefe del Estado mexicano y debe ser protegido por éste, incluso en contra de su voluntad. Él ya no es un mero ciudadano. Tiene que pensar en las consecuencias de sus decisiones y sus actos.
     
    Un atentado contra su vida sería una desgracia humana para él y una gran decepción y tristeza para quienes lo quieren y admiran. También sería una tragedia para todos los mexicanos. El país entraría en una incertidumbre muy costosa económica y políticamente. No tenemos reglas fáciles de sucesión para enfrentar la muerte de un Presidente en funciones. Es una mera casualidad histórica no haber tenido ese reto antes. 
     
     “A mí me protege el pueblo, me cuida la gente”, dijo AMLO poco antes de reunirse con Peña Nieto el pasado 3 de julio. Es absurdo pensar que todo el pueblo está con él, que nadie estaría dispuesto a atentar contra su persona, o que ese pueblo lo puede defender contra una agresión del crimen organizado. 
     
    Muchas de las propuestas de AMLO, y vivir sin seguridad como Presidente es un caso extremo, parten de un ingenuo voluntarismo. Todo se puede si hay la voluntad. No importan los detalles. Si el fin es noble, y quien toma la decisión es honesto, encontrará los medios para alcanzarlo.
     
    Para quien ganó gracias a su tesón puede ser normal creer que todo se logra con mera voluntad. Sin embargo, las buenas intenciones y el echarle muchas ganas no bastan. Hay que evaluar el costo de cada acción, medir los riesgos y minimizarlos.
     
    La necedad de no recurrir a la seguridad estatal exhibe otro rasgo de su futura administración. O quienes lo acompañan (su futuro gabinete, sus asesores) creen en su voluntarismo, o no se atreven a decirle la verdad, o AMLO no los escucha, como fue el caso con su futura Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien dijo que AMLO deberá contar con un cuerpo de seguridad que lo cuide, ya que “lo que está en juego no sólo es su bienestar, sino la estabilidad del Estado”.
     
    Un Presidente de la República que no tiene contrapesos internos o externos puede cometer grandes errores, hasta en relación con su propia integridad física. Por el bien de todos, espero que muy pronto escuche, recapacite y sea protegido por un cuerpo profesional y bien armado. Espero que tapemos el pozo antes de sufrir la tragedia de un niño ahogado.
     
    @carloselizondom
     

    Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey

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