"Sinaloa, un lugar más seguro para ellos"

Desde hace apenas unos años los sinaloenses han detectado la creciente presencia de migrantes centroamericanos. Los medios locales han abordado el tema; algunos periodistas más serios documentan las dificultades que enfrentan durante su estancia, pero otros han sido alarmistas; sin datos precisos los han llamado “problema”, “plaga”, y también los han criminalizado.

 

Los migrantes centroamericanos que ingresan a nuestro país por la frontera sur, con el propósito de ingresar a los Estados Unidos, han modificado sus rutas en su tránsito a través de México, y algunos han decidido quedarse aquí ante las presiones de las políticas de Trump. De acuerdo con la organización Missing Migrants Project, la ruta por el Golfo es una de las más peligrosas, porque ahí son víctimas de la llamada “economía del sufrimiento del migrante”, que implica asaltos, asesinatos, secuestros, robos, violaciones y otros delitos que se cometen contra esta población, sin importar si son hombres, mujeres, o menores de edad. Al parecer, los migrantes están eligiendo otras rutas menos tradicionales, y también otros lugares para su estancia.

 

En el mapa de la organización GeoComun se documentan los lugares de las muertes y desapariciones de migrantes en su viacrucis por México hacia los Estados Unidos. Destacan los estados en la frontera norte Tamaulipas, Baja California, y Sonora, y en el sur Chiapas y Tabasco, pero también aparecen otras regiones que tienen como característica ser lugares de operación de ciertos grupos del crimen organizado, como Veracruz, en los límites de Guerrero y Michoacán y el Estado de México.

 

Sinaloa es uno de los estados que se encuentra en las rutas de paso y que presenta menores incidentes. De acuerdo con la organización y registros en los medios de comunicación, se documentan tres hechos fatales en los últimos años, y todos han sido accidentes relacionados con su viaje sobre el tren, no por agresiones. Quizás el “negrito en el arroz” es una zona en el paso por Mazatlán donde los trenes en general son asaltados.

 

Según datos sobre la última Encuesta Nacional sobre la Discriminación en México que realiza en Conapred, los sinaloenses mostraron actitudes mucho más tolerantes y abiertas hacia los migrantes y la idea de que vivan en nuestro país. El 15 por ciento de la población opinó que los migrantes ocasionan divisiones o conflictos, mientras que la media nacional fue de 26 por ciento. 

 

Los sinaloenses hemos sido generosos. Aunque aún hay quienes se expresan en los medios y en las redes en contra de que permanezcan en nuestras ciudades, hay al mismo tiempo, muchos otros que se acercan para ayudarlos. La sociedad civil instaló un albergue, al que han aportado las universidades y las iglesias, otros tantos han ofrecido ayuda y trabajo. 

 

Además de la sociedad civil, algunos representantes se han expresado a favor de la inclusión y protección a los migrantes. Y esto da buenas luces para el desarrollo de una estrategia local que distinga a las principales ciudades de nuestro estado.

 

Ante las crisis migratorias existen tres posibles caminos hacia las soluciones humanitarias, el primero implica la cooperación internacional, el segundo las políticas federales, y el tercero, que es novedoso, son las intervenciones locales. De este último, las ciudades santuario en los EU han sentado importantes precedentes. En México, la Ciudad de México ha avanzado en la protección de este sector de la población a través de su reconocimiento como ciudadanos. Culiacán, Mazatlán y Los Mochis pudieran implementar acciones dentro de esta “diplomacia urbana” para reconocer a la creciente población migrante en Sinaloa. 

 

Al ser entrevistados en el estudio anual que realiza el COLEF (EMIF, 2016) el 46 por ciento de los migrantes detenidos y deportados dijo haber trabajado durante su estancia en el sector agropecuario. Al igual que nuestros compatriotas en EU, viajan guiados por un sueño.