|
"Opinión"

"Tres elefantes"

""

    El viernes pasado por la tarde, la calificadora de riesgo Standard & Poor’s puso la deuda soberana de México con “perspectiva negativa”; la tenía como “estable”. El argumento es que cuando el Gobierno de México decide apuntalar Pemex y reducir al mismo tiempo la participación de los privados, asumió los riesgos de la petrolera y comprometió las finanzas del país.
    “Continuamos considerando que existe una probabilidad casi cierta de respaldo extraordinario del Gobierno, por lo que igualamos la calificación de Pemex con la del soberano. La combinación de un débil perfil financiero y la necesidad de tomar un rol más activo en el sector energético por parte de la petrolera podría aumentar el riesgo de mayores pasivos contingentes para el soberano”, explica el texto que fundamenta la decisión.
    Ahora hay que ver cómo responde México a la decisión. Pero, como sea que reaccione, el Presidente Andrés Manuel López Obrador necesitará sabiduría antes que pasión. Cero calentura. Y conste que escribo esto antes de la conferencia matutina del lunes 4 de marzo.
    Sus asesores económicos deben alertarlo a tiempo para que no convierta una “perspectiva negativa” (es decir, todavía no es una baja de nota) en algo mayor. Debe medir bien su reacción.
    El Presidente tiene razón cuando dice que las calificadoras de riesgo sólo ven lo que les conviene. Que los “expertos” –es él quien les pone comillas– nunca denunciaron, por ejemplo, que el plan para desmantelar Petróleos Mexicanos y abrir el mercado energético del país conduciría a un fiasco; o que las políticas públicas que apoyan porque dan prioridad al liberalismo iban a generar tantos pobres y tanta desigualdad en el mundo y, por supuesto, en México.
    De hecho, Andrés Manuel López Obrador se queda corto. Las calificadoras son peor que ciegas porque actúan con conocimiento de causa y omiten deliberadamente datos cuando se trata de cuidar sus intereses. Son básicamente un cártel adonde las leyes antimonopolio globales no llegan: Stardard & Poor’s, Moody’s y Fitch controlan 90 por ciento del mercado de calificación de países y empresas. El Banco Central Europeo y la Reserva Federal en Estados Unidos usan sus notas de solvencia como pasaporte sellado si alguien quiere llegar a la ventanilla del banco central.
    Cito a Claudi Pérez en un análisis publicado en 2011, después de la crisis que arrancó en 2007, donde las agencias cayeron, por primera vez, en una crisis de credibilidad:
    “En realidad esas notas de solvencia [que emiten las calificadoras] son una buena idea: deberían contribuir a mejorar la información que hay en los mercados sobre un determinado producto financiero o la deuda de un país. Deberían servir para anticipar situaciones de peligro, siempre que enseñaran tarjeta roja y rebajaran la calificación de un país que no va bien (o una empresa o un banco) mucho antes de lo que suelen hacerlo. Lo que ocurre es que hacen otra cosa y a veces son los últimos en llegar. Las agencias de calificación mantuvieron una calificación de notable para la deuda de Lehman Brothers hasta el día de su espectacular bancarrota”.
    Las calificaciones van siempre a la zaga de la realidad, agrega Claudi Pérez. “Con la crisis bancaria de 2007 y 2008, las agencias no reaccionaron hasta que la catástrofe ya estaba allí”.
    El economista y director de un hedge fund Max Otte agrega en esas mismas fechas: “La lista [de cálculos erróneos de las calificadoras] podría prolongarse indefinidamente; no son capaces de analizar y pronosticar con objetividad, y agravan las crisis. Trabajan directamente para la economía de la especulación: cuando la crisis ya ha estallado, no tiene sentido rebajar la calificación, porque entonces el país o la empresa en cuestión descienden otro peldaño hacia el abismo. Con ese mismo efecto procíclico elevan la nota cuando una empresa o un país se han recuperado”.
    Hace ocho, siete años, Europa tenía a las agencias en la mira mientras que Estados Unidos anunciaba una investigación por las omisiones que condujeron a la gran crisis global de esos años. Pero resulta que el llamado “oráculo de los mercados” sabe con quién meterse: sobre todo las economías más débiles. Si el país analizado no es Estados Unidos, entonces le cargan la mano. ¿La razón? Los analistas europeos dicen que es muy simple: no le van a pegar a la economía de Estados Unidos porque las tres gigantes son estadounidenses. Y, claro, como la economía de ese país siempre adquiere las mejores notas, entonces ése país puede financiar su desarrollo con créditos más baratos. En pocas palabras: que se chinguen las economías más pequeñas, como la mexicana, mientras que la de Estados Unidos siempre tendrá la mejor calificación.
    El Presidente López Obrador, insisto, tiene razón cuando se enoja con los “expertos” de las calificadoras. Por supuesto que la tiene. El problema es que se lance solo contra ellas. Es peligroso. Los presidentes y primeros ministros de Europa lo hicieron en conjunto, y en medio de una crisis de credibilidad de las agencias. En asunto es que nada le impide a las agencias bajarle la calificación a un país, en este caso México, para provocar una crisis que confirme sus notas y poder decir: “¿Ya ven cómo se hunde este país? Teníamos razón en bajarle la nota”, cuando en realidad es la nota la que hunde al país y en el pasado omitieron castigar a Pemex mientras se endeudaba y se hundía.
    El riesgo de que AMLO rete permanentemente a las calificadoras es que ya no sea Pemex el del problema, o la deuda soberana del país, sino el Presidente, que se ha atrevido a cuestionarlas.
    Herman van Rompuy, primer presidente del Consejo Europeo, decía en junio de 2011: “Si las autoridades públicas quieren mantener su última palabra, entonces los políticos tienen que actuar a nivel europeo e internacional. Tenemos que romper el oligopolio de las agencias de calificación y controlarlas [...]. La Unión Europea ya ha tomado medidas, pero necesitamos hacer más en Europa y globalmente”.
    El problema, insisto, es que AMLO se lance solo contra ellas. Europa no pudo derrotarlas. Estados Unidos hizo como que las regularía pero al final las dejó intactas, y –por supuesto– se beneficia de ello. El Presidente de México enfrenta a tres elefantes con un mondadientes. Su conferencia matutina es poderosa, sin duda; su liderazgo en México y sus niveles de aceptación también lo vuelven el Mandatario mexicano con más poder en muchas décadas. Pero quizás haya pleitos que no le conviene tomar.
    Mi papá decía, cuando leía mis textos contra equis o zeta y me recomendaba moderación: “En pleito de elefantes, hijo, cualquier coletazo te derrumba”. No le pido al Presidente que atienda un consejo tan mundano, cuando él suele citar a don Benito Juárez. Pero quizás le sirva la lección de Europa y el aprendizaje que se ha generado a nivel global sobre las agencias calificadoras. Según yo, por lo que leo, ese pleito no lo gana AMLO y aunque lo ganara, sería un pleito perdido. Quizás le convenga moderación. Quizás.
    Otro clásico, necesario: “Nunca vayas por todas las chuletas que te lanzan, porque una de esas chuletas traerá vidrio molido”. Lo dejo aquí. Y me retiro lentamente... niebla mañanera, pues ya son tan repetitivos como aquel grito de “tamaaales huajaqueños...”
    Sinembargo.MX 

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!