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"LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD"

"Un orgullo que confunde"

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LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
19/06/2018

    Igual que millones de mexicanos experimenté un domingo muy emocional. Desde las llamadas madrugadoras de felicitación por el Día del Padre hasta tener todos los preparativos para no perdernos ningún detalle del partido con el que nuestro país iniciaba su participación en el mundial de futbol.

    Previo al arranque, las emociones ya estaban polarizadas: por un lado, la poca probabilidad que percibíamos de un posible triunfo ante el campeón del mundo, pero con un país lleno de esperanza por escribir una historia de éxito en un deporte que apasiona y que por momentos confunde la dimensión de lo que es sólo un juego, un pretexto para divertirnos y no para agregar más elementos de agresión a un mundo de comportamientos altamente violentos.

    La mejor forma que el ser humano ha encontrado para “curarse en salud” es utilizar la burla, recurrir a la ofensa, multiplicar adjetivos calificativos despectivos y los tan de moda memes. 

    Un momento para erizar la piel del más escéptico fue la fuerza interpretativa de nuestro himno por los mexicanos que se trasladaron hasta Moscú para presenciar este duelo. La primera pregunta poderosa surge en mí: ¿Y si así nos uniéramos para exigir a nuestros gobernantes? ¿Y si con esa fuerza exigimos una mejor educación y uso de los recursos derivados de nuestros impuestos? ¿Tendríamos un país diferente?

    La reflexión me duro muy poco tiempo, porque ¡vaya sorpresa que nos regaló el equipo nacional!, una victoria llena de esfuerzo, dedicación, inteligencia social y esa dosis de suerte que muchas veces nos ha abandonado, pero hoy se cargó a nuestro lado, y pues sí, ¡No hay nada como ganar! 

    Después de degustar el triunfo, me tocó presenciar un sinfín de demostraciones en vivo así como por televisión, y ese bello sabor que me dio la victoria se fue diluyendo ante la inquietud de la aplicación de un orgullo mal entendido, porque un grupo de desadaptados sociales mandó al mundo imágenes de lo que no esperamos de un país que aspira a formar parte de la élite mundial, pero no sólo por ganar un partido, sino por la capacidad que tenemos los mexicanos de mostrar nuestra fortalezas y talentos. 

    Reseteo mis pensamientos y concluyo lo riesgoso y dañino que puede ser la falsa seguridad enmascarada en orgullo excesivo, qué importante es aprender a detectar oportunamente cuando confundimos orgullo excesivo vs. autoestima.

    Ver las imágenes de pseudofanáticos quemando una bandera de nuestro rival de juego es altamente preocupante, pisotear, humillar y sobajar no son reacciones de una persona segura de sí misma.

    Quiero reiterar: tener orgullo no es malo, lo malo es cuando se sale de los límites. Un orgullo equilibrado te hace sentir que eres una persona respetable, que vale la pena, y eso te ayuda a mejorar la autoestima.

    Debemos entender que la falta de seguridad se esconde en demostraciones de orgullo excesivo, propiciado por la necesidad de la persona en sentirse mejor que los demás para poder estar bien, y eso es el principio de lo que denominados baja autoestima.

    Al contrario, tenemos la imagen de los todavía actuales campeones, que aún en el dolor de la derrota se dieron tiempo para reconocer el trabajo del rival y hasta felicitarlo. ¿De dónde se generan comportamientos tan diferentes?, más cuando ellos están acostumbrados a estar muy cercanos a los triunfos, no sólo en un juego, sino en lo político, económico y social.

    Muy sencillo, es la seguridad de saberse y reconocerse buenos, talentosos y que un triunfo o derrota no significa el fin de mundo, sólo fue una derrota y nada más. Y eso es autoestima, es valor que ellos tienen de ellos mismos.

    Recuerdo una de mis intervenciones de coach en la cual, con sencillas recomendaciones, aprendí a  trabajar la autoestima considerando que:

    - Nos debemos brindar permiso para equivocarnos, recordemos que nadie es perfecto, somos seres humanos y eso nos hace vulnerables.

    - Cuando nos  equivocamos, el primer paso para mejorar es reconocerlo, y si hemos ofendido a los demás, pues debemos  aprender a pedir disculpas.

    - No somos la verdad absoluta, el mundo no gira sobre ti, aceptarlo nos libera de una manera increíble para buscar ser la mejor versión de nosotros mismos,

    - No tenemos derecho de pisotear a nuestros compañeros y colaboradores para conseguir lo que queremos. Podemos lograr lo que deseamos sin la necesitad de humillar.

    Sigo observando una tremenda polarización ahora con demostraciones poco humildes apoyadas por los medios de comunicación, ya dan por hecho el famoso séptimo partido, sin haber jugado el segundo, qué gran riesgo.

    Me voy a la cama confundido, pero convencido que necesitamos incorporar de manera urgente, y con mucha fuerza, la educación emocional. 

    Mientras llegan tan importantes decisiones, seguimos en contacto en mi fanpage Oscar Garcia Coach.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

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