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"OBSERVATORIO"

"Un tenso homenaje a Arnoldo Martínez. El boicot de la izquierda a su benefactor"

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OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

     

    Mientras en el salón de plenos del Congreso del Estado la solemnidad fingida se disponía a rendirle honores a Arnoldo Martínez Verdugo, precisamente los beneficiarios del avance democrático que gracias a él germinó en México hace cuatro décadas se disponían a boicotear, el viernes 8 de noviembre, la inscripción del nombre del mocoritense ilustre en el muro de honor del recinto legislativo.

    Por fortuna, el zipizape interno en la bancada del Movimiento Regeneración Nacional no fue percibido por los asistentes que con banderas rojas con la hoz y el martillo al centro festejaban el reconocimiento a quien dirigió de 1962 a 1981 el Partido Comunista Mexicano. La afrenta de la desmemoria histórica casi cuajó con el coagulante de la discordia que horas antes aportó el grupo de diputados que intentó la asonada contra Graciela Domínguez Soto, presidente de la Junta de Coordinación Política de la 63 Legislatura.
    Debió reinar ese día en los asambleístas de Morena la gratitud al sinaloense, que partió desde la pobreza y la falta de oportunidades en el esfuerzo irrenunciable para erigir regímenes democráticos hoy concretados con la victoria electoral que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México. Pero no. Lo que dominó fue la gresca, a riesgo inclusive de echar a perder el homenaje.

    La fracción legislativa de Morena, partida por la mitad, discutía si Graciela Domínguez debía tomar la palabra en la sesión solemne a nombre de la Jucopo, o si debía hacerlo Cecilia Covarrubias como legisladora que se decía la nueva coordinadora de esa Gran Comisión, a consecuencia de ser el ariete del grupo interno que intentó la destitución de aquella.
    En los minutos previos a la sesión, Fernando Mascareño Duarte, afín al segmento morenista de Covarrubias, le reclamó a Sergio Jacobo Gutiérrez, líder de la bancada del PRI, el hecho de que Graciela hablara en representación de la Jucopo cuando ellos, la mayoría de 14 que luego se redujo a minoría de 10, ya habían determinado el cambio de Coordinadora. Es decir, la estatura política de Arnoldo Martínez pasaba a último término; en primero estuvo la reyerta.

    Ante el peligro de que no se lograra el quórum de al menos 21 diputados, el nerviosismo dominó en quienes pudieron sacar adelante el hecho inédito de que el nombre de un luchador de izquierda fuera tatuado para siempre en el retablo legislativo. Jacobo Gutiérrez veía desde fuera del salón de sesiones las curules vacías, al mismo tiempo que Graciela Domínguez llamaba a sus Diputados leales a asistir. Sería una ofensa a la familia de Martínez Verdugo que la sesión tronara por falta de quórum.

    Nada había cierto a eso de las 11:00 horas, al empezar la cuenta regresiva. Se acercaban al palacio legislativo el Secretario de Gobierno, Gonzalo Gómez Flores, y el Presidente del Poder Judicial Estatal, Enrique Inzunza Cázarez. Ya estaba ahí Martha Luisa Recasens Díaz de León, esposa del homenajeado. Solo faltaba completar el número de diputados necesario para legitimar la asamblea.

    Y fueron otra vez los diputados de Morena los que llevados por los resentimientos y ambiciones se colocaron a casi nada de echar a perder el tributo al sinaloense ilustre. Siendo muy cándidos, podría pensarse que por ignorar que gracias a la lucha de Arnoldo Martínez Verdugo están sentados en curules que durante décadas les fueron negadas, estuvieron a punto de boicotear el reconocimiento que el Congreso del Estado le dedicó a quien dirigió el Partido Comunista Mexicano. Con todo respeto, pero sí se da el caso de algunos que no conocen la gesta democrática que hoy los empodera.

    Qué mal se hubiera visto el Legislativo, qué ofensa hubiera sido para la familia y qué vergüenza habría significado para los sinaloenses, si los que intentaron boicotear el evento se hubieran colocado simiescamente encima de los postulados del mocoritense que ponderan la lucha social muy por encima de ambiciones personales.

    Por fortuna la sesión solemne pudo empezar con la asistencia de 22 de los 40 diputados y corrió el orden del día sin mayores contratiempos. Así pudo decir Martha Luisa Recasens, compañera de lucha de Martínez Verdugo durante 30 años, que la Cuarta Transformación le debe mucho a quien aportó los primeros ladrillos en la construcción de la vida democrática de México.

    Así ocurrió todo en los pasillos y oficinas contiguas al salón de sesiones. Un Morena dividido, herido de muerte por la puñalada de la traición asestada entre iguales el día anterior, estaba moralmente inhabilitada para estar a la altura del sinaloense insigne que en 1978 fue uno de los principales protagonistas de la primera reforma electoral que logró que las minorías políticas accedieran a puestos de representación popular.

     

    Reverso

    El camarada Martínez,
    Moriría esta vez de pena,
    Si viera los pleitos ruines
    Que traen aquí los de Morena.

     

    Bancada bulímica

    Por cierto, de 22 diputados que tenía Morena en el Congreso de Sinaloa ya nomás le quedan 21 al renunciar Apolinar García Carrera a formar parte de esta bancada. En términos políticos apenas le alcanza para poseer la mayoría simple y no completa la mayoría calificada que se integra por dos terceras partes, para sacar adelante reformas constitucionales, por ejemplo. Va adelgazando más rápido que quienes sufren el trastorno de bulimia, pues igual se da unos atracones de poder y enseguida transforma en vómito todo lo que le cae en su enredada agenda.

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