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"Opinión"

"Un voto contra la historia y en pos del poder."

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21/06/2019

    Arturo Santamaría Gómez

    santamar24@hotmail.com

    Sinaloa, por su historia social, política y cultural, no puede ser definido como un estado conservador. Más bien, lo que ha predominado en él, incluso por idiosincrasia de sus habitantes, es una mentalidad más abierta que en muchas otras regiones de México. Sinaloa fue cuna en el Siglo 19, por ejemplo, de uno de los grupos liberales, encabezados por Eustaquio Buelna, más avanzados del País.
    Aun habiendo diferencias culturales entre los pueblos y ciudades de sus diferentes regiones, en términos generales, la mentalidad sinaloense en el contexto nacional es reconocida como franca y abierta.


    Mazatlán, para poner un caso, debido a que es una ciudad joven, de poco más de 200 años de vida, siendo receptora de inmigrantes de varias partes del mundo y del País, es quizá el espacio urbano más tolerante con la diferencia y la diversidad cultural de Sinaloa. Incluso, a decir de mucha gente que ha llegado a residir al puerto, es una de las ciudades más liberales, en todos los sentidos, de México. En el puerto convivieron en paz desde el Siglo 19 protestantes, católicos, budistas y ateos aun antes de la Constitución liberal de 1857. Se hablaron diferentes lenguas y convivieron diferentes nacionalidades; y aunque los chinos sufrieron la discriminación nunca fue como en el norte del estado, o como en Sonora, Coahuila, Chihuahua o Tamaulipas.


    Una de las razones que explican el liberalismo de Mazatlán es que el conservadurismo católico, de origen colonial nunca ha tenido un fuerte arraigo. El catolicismo mazatleco es mucho más moderno, menos fanático e intolerante, que el tradicionalista y obtuso.
    Pero, dirán no pocos lectores, Mazatlán no representa a todo Sinaloa. Muy cierto, pero, Sinaloa, insisto, por su historia social, política y cultural, no puede ser caracterizado como un estado conservador, como sí lo podemos decir de Guanajuato, Colima, Jalisco, Tlaxcala, Aguascalientes, Querétaro, Puebla o el Estado de México no conurbado a la Ciudad de México.


    Bueno, pues nuestro estado de estirpe cultural liberal y abierta fue derrotado, más que por convicciones ideológicas y religiosas, por revanchismos políticos o, si ustedes quieren, por necesidades políticas del PRI y sus aliados, incluyendo a los diputados morenistas que votaron con él.


    El voto en contra del matrimonio igualitario no representa la historia y la cultura sinaloenses por más estruendoso que sea el fanatismo de los grupos que se manifestaron en contra de él en la sede del Congreso. Los argumentos y discursos de esos grupos, y de los diputados que los apoyaron, totalmente ajenos a un razonamiento laico y científico, sólo ocultan la decisión del Gobernador Quirino Ordaz y su coordinador en el Congreso, Sergio Jacobo Rodríguez, de dar un golpe político a Morena pensando en 2021.


    Ni en Quirino Ordaz ni en Sergio Jacobo parece haber antecedentes ideológicos o culturales tradicionalistas. La formación intelectual de Jacobo niega una postura culturalmente conservadora, y la personalidad del inquilino del Tercer Piso no revela actitudes homofóbicas. Lo que sí reflejaron con su postura es la necesidad de debilitar a Morena en el Congreso en aras de 2021. Todo a costa de los derechos civiles de un grupo social que, como todos, merece el reconocimiento de la ley.


    El Gobernador ha declarado en múltiples ocasiones que él no se inmiscuye en las decisiones de los diputados de su partido ni en las decisiones del Congreso; pero eso nadie se lo cree. El PRI es el partido más verticalista del ámbito mexicano y a nivel de los estados sus jefes son siempre los gobernadores. En Sinaloa, Sergio Jacobo simplemente obedeció.


    Quirino hace su juego político. Por un lado busca lo más que puede a AMLO, se retrata con él, habla bien de él, apoya a Alejandro Moreno para que sea el próximo presidente del PRI, y quien es acusado por José Narro de haberse entregado a López Obrador, pero por otro, defiende su pesebre y golpea a Morena-Sinaloa, teniendo en la mira la preservación del Tercer Piso para un inquilino tricolor.
    A Quirino no le importó que 19 legislaturas estatales ya hayan aprobado la Ley del Matrimonio Igualitario y ponerse del lado más conservador y fanático de la sociedad sinaloense con tal de acumular fuerzas para las próximas elecciones estatales. En él imperó la lógica del poder antes que el de la justicia y la legalidad.


    No obstante, el Comité de la Diversidad Sinaloa y Colectivo Inclusión declararon que no todo está perdido porque la decisión del pleno no determina la ley, y que existen otras estrategias para revertir esa decisión. Una de ellas, dicen, citados por el diario digital SDP, es “la jurisprudencia por reiteración, que es cuando se suman cinco amparos ganados en el mismo sentido y la sede de la Suprema Corte de Justicia modifica la ley directamente desde la Ciudad de México”. Hasta el momento cuentan con tres amparos ganados, y sólo falta el resultado de otros dos.


     Y también se contempla la acción de inconstitucionalidad,” ya que todos los caminos, aseguran, llevan al matrimonio igualitario porque los derechos humanos deben garantizarse”.


    Ya veremos qué sale adelante en Sinaloa: los derechos civiles y humanos o la lógica de la preservación del poder hermanada con el conservadurismo fanático de una minoría.

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