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"Opinión"

"UNIDAD DE MANDO. Un Principio Militar y de Negocios"

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    Fue y sigue siendo impresionante y conmovedor. Hay un momento, como de tantos en la historia de México, que desafortunadamente pasa casi inadvertida, pero es particularmente muy impactante y ejemplar. Imagínese Usted frente a un grupo armado de cerca de 100,000 hombres con 100 cañones, a punto de iniciar una batalla contra un ejército de 6,000 hombres con solo 10 cañones, es decir un múltiplo de personas de 16 a 1, con una superioridad de equipamiento de artillería de 10 a 1. ¿Quién ganaría?
    El gran ejército estaba seguro que intimidaría al pequeño y por lo cual era de suponer que ganaría el que parecía más poderoso, pero no. El 17 de enero de 1811, la falta de unidad de mando (la persona o entidad claramente definida que manda), así como los frecuentes desacuerdos entre las cabezas visibles (Miguel Hidalgo y de Ignacio Allende) llevaron a una muchedumbre sin capacitación, indisciplinada, en constante caos, que hasta obstaculizó el desplazamiento de su propia caballería, a enfrentarse y perder ante el pequeño ejército realista de Félix María Calleja en la batalla del Puente de Calderón en el estado de Jalisco.
    A esa falta de unidad de mando, se le sumaron la ausencia de dos de sus brazos: la estrategia y la táctica. 
    Para desgracia del ejército rebelde, Allende dio la orden de disparar simultáneamente su batería principal sus 67 cañones, que varios de ellos estaban dañados o mal construidos, la carga cayó sobre pasto crecido, se empezó a incendiar y el viento (y el humo) sopló hacia donde estaban los mismos independentistas. Para acabar con el drama y la “mala suerte”, una granada cayó en un carro de municiones ubicado al centro del campo de los independentistas y después del gran estruendo, la mayoría terminó por correr despavorida. Hidalgo fue aprehendido el 21 de marzo, sentenciado a muerte el 26 de julio y fusilado en Chihuahua el 30 de julio de 1811.
    Desde el punto de vista militar, no hay duda de la importancia de que exista una Unidad de Mando. De hecho, la última edición revisada de la publicación “Joint Publication 3-0, Joint Operations” 2017 de la unidad de operaciones militares conjuntas de la fuerza Aérea, Naval, Ejercito y Guardia costera de EE.UU.  http://www.jcs.mil/Portals/36/Documents/Doctrine/pubs/jp3_0_20170117.pdf, establece que la Unidad de Mando (Unity of Command), es uno de sus nueve principios de guerra.
    Pero ¿Y los negocios, que? Resulta curioso que muchos de los conceptos militares son usados en la administración de los negocios, como por ejemplo estrategia y táctica, y viceversa.
    El francés Henri Fayol (1841-1925), uno de los precursores de la teoría clásica de la administración ya había propuesto dentro de sus principios fundamentales, la Unidad de mando (Cada empleado tiene que responder a un solo jefe), Autoridad y responsabilidad (Quien tiene el poder avalado por un cargo, tiene que responder por los resultados de su gestión) y la Unidad de dirección (Todos los miembros de una organización deben trabajar a favor de los mismos objetivos).
    Por otro lado, el norteamericano Frederick Winslow Taylor (1856-1915), considerado como padre de la administración científica, ya había establecido en su texto “The Principles of Scientific Management (1911)” un cuarto principio el que definía que “La administración queda al mando de todo el trabajo, para el cual es mejor que los trabajadores”.
    Pero, eso se dijo hace muchos años ¿Y en la actualidad, que? No obstante el principio de la Unidad de Mando lleva muchos años enseñándose en la academia, la vida real nos muestra que indebidamente es demasiado frecuente la dualidad o inclusive multiplicidad de mando, en donde “todos meten mano, todos quieren mandar, todos quieren ganar”, tanto los diversos socios, familiares de los socios, amigos de los socios, o hasta, funcionarios con privilegios. Obviamente esos  solo crea confusión, conflictos de autoridad, indisciplina, inestabilidad, desorden y estrés. ¿Quién gana? Simple, “A río revuelto ganancia de pescadores”
    Cierto es que conforme un negocio crece, en la administración intervienen más personas y un mayor número de mandos intermedios. Sin embargo, a nivel superior siempre debe haber una red de supervisores, gerentes, directivos que concluyen en un Director General, a través de una “cadena de mando”, es decir, una jerarquía de mando con múltiples niveles de responsabilidad. 
    ¿Y arriba del Director? El Consejo de Administración con un Presidente que debe contar con Voto de Calidad. ¿Y arriba del Consejo? El dueño o la Asamblea de Accionistas.
    ¿Y si toda la tenencia accionaria es exactamente igual? Pues se deben de poner de acuerdo en establecer principios rectores para toma de decisiones (que en el caso de socios familiares se les denomina “protocolos familiares) o en el último de los casos, que se decida a través de una mesa de arbitraje.
    Una buena práctica es que siempre tengamos una referencia suprema. Inclusive así tenemos a la Suprema Corte de Justicia, el Jefe supremo de las fuerzas armadas y para las culturas monoteístas, un Ser supremo.
    En las últimas décadas se han diseñado estructuras organizacionales más flexibles, funcionales, orgánicas, innovadoras y adaptables a las circunstancias de los tiempos, como la organización matricial, en lugar de las estructuras piramidales, “acartonadas, lentas y burocráticas”. Muy bien, pero eso no tiene que ver con alguien tiene que mandar y dar la última palabra, ya sea una persona o un grupo identificado de personas que emitan una orden de mando. Inclusive en la organización matricial en donde es muy común el doble flujo de autoridad, debe de haber ese alguien facultado para que dirima las diferencias.
    ¿Y su negocio cómo está? Pregúntese ¿Cómo está mi negocio en términos de Unidad de mando? ¿Quién manda en mi negocio? ¿Quién decide? Note, no sea víctima de otra derrota como la batalla del Puente de Calderón, que crea una cosa y resulte otra. Sea crítico con Usted mismo.
    Espero sus comentarios que enriquezcan nuestra cultura empresarial.

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