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"Opinión"

"Washington"

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    El pasado 8 de julio, el Presidente Andrés Manuel López Obrador viajó a Washington D.C. para encontrarse con el Presidente Donald Trump, en una gira de trabajo que cobró especial interés público, no por las bondades económicas del T-MEC que promete aumentar considerablemente las inversiones y los empleos, sino por los pronósticos que advertían un encuentro desastroso. No ocurrió así. Los críticos del Presidente se dijeron sorprendidos. AMLO se creció y asegura que tras la gira, mejorará la relación bilateral y el trato a migrantes mexicanos. Para Luis de la Calle, significó el triunfo de la integración y del comercio con Estados Unidos, mientras que para Ana Laura Magaloni, “el Presidente y el país salieron bien librados”, Andrés Manuel “dio un buen discurso y se vio como un Jefe de Estado”. Para Jorge Zepeda Patterson, el más lúcido de los analistas, la pasada, fue para López Obrador, la semana de mayor éxito en términos políticos en lo que va del sexenio.

    Sin embargo, la nota la dio Salvador Camarena, al afirmar que Andrés Manuel no sólo no tuvo una mala gira presidencial; “encima, con la detención en Estados Unidos de César Duarte, el futuro electoral del Presidente de la República luce cómodo, pues la caída del exgobernador de Chihuahua y la extradición de Emilio Lozoya ponen al Partido Revolucionario Institucional contra el paredón rumbo a 2021”, afirmó Camarena bajo el título “PRI, perder las elecciones un año antes”.
    Y encaja bien. Hace algunas semanas el Presidente López Obrador afirmó que sería una gran contribución que Elba Esther Gordillo y otros personajes, hablaran y “nos ayudara” para que nunca más se vuelva a cometer un fraude electoral en México.
    Y sí, que hable Elba Esther y que hable Rosario Robles, que hable García Luna y Juan Collado, que hablen todos, y que nos revelen el tamaño de la corrupción en México. Los desvíos, los negocios truculentos, los favoritismos, los prestanombres, las relaciones con el narco y con personajes innombrables; que nos den cuenta de la forma en que se monta y se opera un fraude electoral; que nos platiquen del secuestro a las instituciones, de la perpetuidad en el poder a través de los descendientes. Que nos hablen del desmantelamiento a Pemex, de sus negocios turbios. Que nos digan cómo pudieron presentarnos fachadas de hospitales como obras terminadas. Cuál fue la estructura de la estafa maestra. Cómo se privilegió la construcción de una estela de luz en vez de escuelas equipadas. Que nos platiquen a dónde fueron a parar los miles de millones de pesos que se recibieron de instituciones y fideicomisos diversos para la reconstrucción del país después del temblor de 2017. Que nos digan cómo le hicieron para lograr que sus fortunas se prolonguen hasta sus nietos y bisnietos. Que hablen, ya es tiempo. Quizás así podremos entonces, silenciar las pretensiones de aquellos que promovieron ese sistema podrido en México y que ahora se organizan para regresar. Que hablen para que nos ilustren sobre los cientos de voces que callaron en las televisoras y en todos los medios con el peso de nuestro dinero. Que nos digan cómo fueron capaces de mantener a más de la mitad de la población en la pobreza durante décadas en México.
    El viaje de López Obrador a Washington no es la panacea para todos los males que nos aquejan, pero ciertamente, es aire fresco y esperanzador en tiempos de pandemia. Las voces críticas lo han reconocido. El Presidente espera la ayuda de voces que han permanecido silenciadas. Tiene razón, que hablen ellos para que entonces, podamos por fin escuchar el silencio de otros.
    ramirezleond@hotmail.com

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