"A mi padre le indignaba la injusticia, recuerda Manuel Clouthier"

Ariel Noriega

“Todo se olvida”, repite Manuel Clouthier Carrillo, ‘todo se olvida’, por eso asegura que hay que recordar el pasado, mantener viva la memoria.

Y 30 años después de la muerte de Maquío, su padre, Manuel recuerda una de sus etapas menos conocida: su infancia y juventud, la del joven vago hecho en las calles, al que, sin embargo, la injusticia le indignaba.

Manuel recuerda el tiempo junto a su padre, como el de un alumno recibiendo una lección diaria, donde los valores y la rebeldía se fusionan para entender la vida desde la lucha para mejorar su entorno y el de los demás.

Y Manuel no se contiene, igual que Maquío, y reflexiona sobre las posturas políticas de su padre, siempre en contra del paternalismo, del regalo y siempre a favor de la independencia.

El Maquío vago

El padre de Manuel Clouthier del Rincón era un hombre adinerado, lo que hace que mucha gente piense que el Maquío creció sin necesidades, sin embargo, su historia es muy diferente.

A los 8 años de edad, la madre de Maquío tomó a sus tres hijos y abandonó Culiacán, trasladándose a Guadalajara, donde viviría con muchas carencias.

“Su carácter se forjó en la calle, a diferencia de los que creen que creció en pañales de seda, sus padres se habían divorciado. Él creció con carencias, sus amigos eran de la calle, era muy vago, muy peleonero, era muy grandote y muy fuerte”, explica Manuel.

De Guadalajara fue expulsado de un colegio de jesuitas, así que su padre lo envió a Estados Unidos a un internado militar, ahí terminó de forjar su carácter y de ahí regresó a estudiar en el Tec de Monterrey.

“En una ocasión le pregunté a don Quiqui Murillo, que había sido su compañero en la universidad: ¿Quién era Maquío? y me dijo: ‘Era un vago que quería ser alguien’, todos sus amigos terminaron alcohólicos, de alguna forma acabaron con sus vidas, pero él sabía que quería ser algo”.

Las anécdotas de la juventud rebelde y traviesa de Maquío son interminables, pero Manuel recuerda una que pinta de cuerpo entero a su padre.

“A mi padre le indignaba la injusticia, un día iban a una fiesta de Año Nuevo, mi amá y él, por la Avenida Obregón, y mi papá ve que tres están golpeando a uno en la calle y para el carro y se baja a defender al que estaban golpeando”.

Manuel asegura que Maquío ni siquiera sabía de quiénes se trataba o por qué peleaban.

“Ahí lo injusto es que eran tres contra uno, no sabía de qué se trataba, ni de quién era, pero eran tres contra uno, se bajó y les puso a los tres en la madre. Tenía el carácter recio”.

Otra de las características que acompañó a Maquío fue su especial relación con el tema de la muerte.

“Quien conoció a Maquío sabe que la muerte siempre la vio como una eterna compañera, mucha de su forma de vivir tenía que ver con que sabía que la muerte era una eterna compañera, no para temerla, sino para vivir con plenitud, con intensidad, con el compromiso con que vivió, con prisa”.

Cuenta que el gustaba recitar el poema “Para entonces” de Manuel Gutiérrez Nájera, aquel que habla de morir joven.

La lucha contra el olvido 

Una de las luchas de la familia Clouthier es contra el olvido.

“Todo se olvida, si tú no eres capaz o tu familia, alguien tiene que estarlo diciendo, si no lo dices tú nadie va a decir nada, todo se olvida, la vida sigue”.

Manuel Clouthier asegura que la gente no tiene obligación de saber, por eso se han preocupado por que Maquío no sea olvidado.

“Ni el cumpleaños, el 13 de junio, que es cuando a mí me gusta recordarlo, ni el 1 de octubre, que es cuando al PAN le gusta recordarlo”.

Y mencionar al PAN es como un disparo de salida, Manuel comienza a deshojar una relación que no terminó bien.

“En el PAN hasta lo han querido desaparecer, hay quienes les molesta y hay quienes tienen el complejo del sapo”.

Y cuenta la anécdota para explicar su ejemplo.

“El complejo del sapo tiene que ver con la fábula aquella que cuenta que el sapo brinca en la noche y aplasta a una luciérnaga. Y la luciérnaga voltea y le pregunta: ‘¿sapo, por qué me aplastas si tú no comes luciérnagas?’, ‘Ah, porque brillas’, le contesta el sapo”.

Y entonces Manuel se ríe, como los Clouthier saben hacerlo, a carcajadas y con los ojos rasgados de su padre, como dos rayitas.

Enemigo del paternalismo

Maquío supo leer su tiempo, incluso el tiempo de otros países que visitaba.

“Maquío lo que sabe leer es su circunstancia histórica, y las circunstancias históricas de otros países, recuerdo cuando hizo su viaje a Filipinas y nos dijo: ‘no tarda en caer este régimen’, recuerdo cuando hizo su viaje a Europa del Este y nos dijo: ‘no tarda en caer’, ya no lo vio, él muere en 1 de octubre de 1989 y en noviembre de ese año cae el muro”.

Durante siete años escribió una columna para el periódico El Universal, Manuel recuerda uno de esos artículos.

“En jueves 3 de abril de 1986, Maquío escribió un artículo que tituló ‘Dios es enemigo del paternalismo’, es genial”.

El artículo se refiere a varias ocasiones en las que Jesucristo realiza milagros como la pesca milagrosa, la multiplicación de los peces o las bodas de Caná, cuando convirtió el agua en vino, siempre explicando que Jesús pedía que las personas pusieron de su parte antes de darles algo.

“Antes de hacer cualquier milagro les pide Jesús que pongan de su parte, en las bodas de Caná les pide a los criados que llenen las tinajas, en la multiplicación de los panes y los peces pregunta cuántos panes y peces tienen para luego multiplicarlos, en la pesca milagrosa pide: ‘tiren las redes’, siempre que el señor hace un milagro nos pide que seamos copartícipes del mismo.

“Dios nos pide que seamos cocreadores del universo conjuntamente con él, por eso siempre he creído que la oración carece de valor si no viene acompañada de una acción o sea que el viejo refrán de ‘a Dios rogando y con el mazo dando’ tiene mucho sentido. Dios es tan buen padre que nunca nos dará el dulce peladito y en la boca, siempre quiere que hagamos nuestra parte, es enemigo del paternalismo”, reza el artículo publicado de Maquío en el periódico El Universal.

“Parece que lo escribió con dedicatoria”, asegura Manuel.

La transición que no termina

Manuel analiza la transición que ha vivido el País desde los grandes movimientos políticos de las últimas décadas y el papel de Maquío en ellos.

“El problema de México es que sigue viviendo una transición que no terminamos, una transición cuyo génesis algunos ponen en el 68, otros la ponemos en el 82, 83, pero al margen de eso, ponerlo en el 68 es ponerlo en la izquierda, ponerlo en el 82 es ponerlo en la derecha, es irrelevante para mi, el tema es que la transición mexicana se prolongó demasiado”.

Para Manuel el gran error es esperar a que el cambio provenga desde el Gobierno.

“El pueblo mexicano cree que la transición vendría desde el poder, craso error, la transición no vendrá desde el poder”.

Y explica las razones de una transición atascada.

“Mientras avanzó esa transición, desde del 68 al 2000, fue porque la ciudadanía empujó, entre otros por la destacada participación de muchísimos héroes que están en la historia y que tenemos que hacerles justicia: Heberto Castillo, Luis H. Álvarez, Pancho Barrio, Maquío, por supuesto, Cuauhtémoc Cárdenas”.

Manuel asegura que Maquío repetía una y otra vez que el Gobierno sólo actúa bajo presión.

“Que no nos vengan a vender la idea de que el cambio va a venir desde el Gobierno, eso no es cierto, por eso el pueblo después de estar tanto tiempo en transición se cansó, se hartó, se decepcionó y llegó un encantador de serpientes y le dijo al oído exactamente lo que quería escuchar”.

Para Maquío, explica, los cambios siempre vendrán desde la ciudadanía y no serán gratuitos.

“Solo va a cambiar este País cuando el pueblo asuma su responsabilidad. Si para cambiar este País se necesita un milagro, como dice Maquío: Dios siempre que hace un milagro te pide tu parte y no se remite solo a que tengas que votar, te tienes que chingar, te tienes que partir el lomo”.

Maquío nunca ofreció más que trabajo y compromiso para compartir el esfuerzo.

“Maquío decía: ‘Yo no les voya a dar nada, yo no les voy a ofrecer nada, yo les voy a pedir, no les voy a dar’, por eso había tantas críticas de los que regalaban”.

Y recuerda Manuel el refrán que le gustaba repetir a su padre.

“Los esclavos se hacen con los regalos, como los perros de trineo se hacen con el látigo”.

Para el primer Diputado independiente y luchador incansable de las candidaturas independientes, los mexicanos siempre han estado esperando un mesías.

“El mexicano sigue esperando un mesías y cree que lo encontró ahora y si hay que resumir en una frase la tesis de Maquío sería: ‘el chiste no es cambiar de amo sino dejar de ser perros’, la pregunta es si ¿el pueblo mexicano, en el 2018, decidió dejar de ser perro o nomás cambiar de amo?”.