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"Columna"

"EDUCACIÓN EN LA FAMILIA: Cuidar los excesos en la educación"

"Yolanda Waldegg de Orrantia invita a reflexionar con temas de actualidad"
EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

El título posiblemente les dejó cara de interrogación, pues sí, es posible con toda la buena intención de darles a nuestros hijos lo mejor, todo lo que logremos, podemos estar pasándonos, y así como no educar tiene consecuencias, también pasarnos.

Quienes nacieron por ahí de los 40 y 50 del siglo pasado, posguerra y vacas flacas, no nos faltaba nada, bueno como siempre ha sido a muchos les faltó todo y sigue sucediendo, pero no entraremos en ese tema hoy.

El hecho es que teníamos digamos un vestido para domingos y fiestas, un abrigo que ya era lujo o un suéter, igual con los zapatos de domingo si tenías suerte, por eso cuidábamos las cosas como un bien precioso, se solía tener lo mínimo indispensable, y los niños éramos conscientes del valor y la importancia de nuestras cosas

Jugábamos juegos que no costaban nada, una pelota, matatenas, a la cuerda, y cosas así corriendo, brincando, ni hablar de recibir regalos por cualquier motivo, apenas en cumpleaños y Navidad o Día de Reyes, que igual no eran juguetes y no había televisión 24 horas al día, de modo que ninguna información, además de la escuela y lo que dijeran papá y mamá que era igual a lo que decían los padres de los vecinos y compañeros, no había clases de karate, jazz, pintura, ballet, piano, etcétera, bueno claro que había, pero no al alcance de la mayoría, y sin embargo éramos más felices que los niños hoy con toda seguridad.

Pues nos hemos convertido en personas más sofisticadas, nos gusta tener muchas opciones e intentamos que los hijos tengan todo lo que desean y si es posible, mucho más, y no nos damos cuenta que al mimarles excesivamente contribuimos a crear un ambiente en el que pueden proliferar los trastornos mentales, está comprobado que el exceso de estrés durante la infancia aumenta las probabilidades de que desarrollen problemas psicológicos. Así un niño sistemático puede ser empujado a desarrollar comportamientos obsesivos y un pequeño soñador perder su capacidad de concentrarse.

En un experimento muy interesante de Kim Payne, profesor y orientador estadounidense, en el que simplificaron la vida de los niños con un trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Al cabo de tan solo cuatro meses el 68 por ciento de estos pequeños habían pasado de ser disfuncionales a clínicamente funcionales. Además mostraron un aumento del 37 por ciento en sus aptitudes académicas y cognitivas, un efecto que no pudo igualar el medicamento más prescrito para este trastorno, el Ritalin.

Estos resultados además de ser reveladores, también son algo atemorizantes, ya que nos hace preguntarnos, sí realmente se les está proporcionando a los niños un entorno sano desde el punto de vista mental y emocional, y plantearnos que es más importante saber una gran cantidad de cosas, la mayoría de las cuales no le servirán para mucho en su vida adulta a menos que se dedique específicamente a eso y lo demás ni el trabajo de conseguir buenas calificaciones, a quien le gustó la química y su sueño era dedicarse a eso, le sirvió aprender la tabla periódica y las ecuaciones, etcétera, a mi como cultura general muy borrada a estas alturas.

Parece que algo se está haciendo mal, hay epidemia de este mal y niños llenados de químicos para que puedan controlarlo, hay que ponerse a pensar cuando mucho se convierte en demasiado. Payne se dio cuenta de que los niños que necesitaban su ayuda mostraban los mismos comportamientos de los niños en países en guerra, siendo que su entorno era perfectamente seguro, entonces ¿por qué mostraran síntomas de estrés postraumático? El piensa que aunque los niños estén seguros físicamente, mentalmente están viviendo en un entorno similar al que se produce en las zonas de conflicto armado, como si su vida peligrara, estar expuestos a demasiados estímulos provoca un estrés que se va acumulando y obliga a los niños a desarrollar estrategias para sentirse a salvo.

De hecho, los niños de hoy están expuestos a un flujo constante de información que no son capaces de procesar. Se ven obligados a crecer de prisa ya que los adultos colocan demasiadas expectativas sobre ellos asiendo que asuman roles que en realidad no les corresponden y su inmaduro cerebro es incapaz de seguir el ritmo que impone la nueva educación y se produce un gran estrés, con sus consecuencias negativas. Y claro que me faltó, lo práctico será después.

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