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"Mazatlán"

"EDUCACIÓN EN LA FAMILIA:La sensibilidad: un valor perdido"

"Columna semanal"
EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

Uno de los valores que estamos perdiendo es la sensibilidad. Estoy generalizando y, claro que no se vale, pero el hecho es que la época en que vivimos nos está llevando a ser cada vez más individualistas, a lo que nos está ayudando la tecnología.

Claro que quedan personas sensibles, tiene que ver cómo nos educaron y el ADN de cada quien. Todos traemos al nacer algunas características especiales, como ser muy alegre o ser ordenado, responsable, paciente, cosas así, cada quien trae los suyos, que no son los mismos de los demás, para que nos complementemos y ayudemos, y estas dos palabras finales es necesario que no se les pierda de vista nunca.

No hay que confundir sensibleros con sensibilidad, en México somos muy sensibleros, “me vio feo”, “no me peló”, “me habló fuerte”, ser sensible es todo lo contrario, es pensar en los demás no en mí.

Los europeos siempre están temiendo por eso, no acostumbran los diminutivos como aquí: mi cebollita, chilito, caldito, es cansado, porque tratar a alguien con pinzas, cansa, siempre están aclarando que no están enojados, así son ellos.

Además de sensibleros, somos muy racistas, no solo con las distintas etnias del País, también con los de fuera, a menos que sean güeritos, yo tengo genes alemanes, soy rubia; mi hermana, los mismos padres, morena, y lo tenemos muy comprobado, también con los de otra condición social o económica, religiosa, cualquier diferencia sirve para apartarles, despreciarles, burlarse, tratarles con altanería.

Quiere decir que en la diversidad está la ganancia para todos, y que nuestra tarea en la tierra es servir y ayudar, lo que somos y tenemos es para eso, complementarnos, todos nos necesitamos, los arboles no dan frutos para sí mismos, ni el zapatero hace solo sus zapatos, ni el doctor estudia para estar sano, pero no tenemos esto a flor de piel y en la mente todo el tiempo, y terminamos tratando a los demás como si fuéramos hechos a mano y el mundo no nos mereciera, egoístas insensibles.

Como somos los líderes de nuestra manada y el juego es “lo que hace la mano hace la tras”, algo así recuerdo, entonces es el momento “como anillo al dedo” de reflexionar sobre eso que mis hijos están copiando de mí y que sería conveniente cambiar.

Nuestro País no necesita bandos, nos necesita unidos, empáticos (sabernos poner en los zapatos de los otros), sensibles a las necesidades de otros, porque nos damos cuenta y nos detenemos a prestar ayuda, la que sea.

No importa que tenga que dejar mis planes, dinero, tiempo, conocimiento, lo que sea, generosos con todo eso, tiempo, dinero, esfuerzo, lo que se ocupe, siempre ha sido así, y nos vale, ni en cuenta, no los vemos o nos burlamos, pero los tiempos que vivimos y peor los que vienen, servirán para saber de qué estamos hechos, de cobre o de acero.

Una vez revisado nuestro actuar en la sociedadn frente a nuestro hijos cambiar lo que se necesite, la humildad es una de las más bonitas y atractivas virtudes, (que no significa dejar que nos pisoteen) sino saber reconocer que nos equivocamos y pedir disculpas o simplemente cambiar lo que hay que cambiar.

¿Por qué existe el bullyng en las escuelas? No será porque ven a sus padres tratar a los demás con despotismo, con burla.

Así como debemos tener siempre presente en nuestra mente cómo se sentirán los demás con nuestra manera de tratarles, hijos, cónyuges, padres, vecinos, empleados, trabajadores de lo que sea, todos.

También hay que tener siempre en la mente que todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene consecuencias, a veces buenas, otras malas para los demás y para uno mismo, a lo mejor no inmediatas, pero llegan.

Y debemos ser responsables de ellas, si se les está sacando de todos los problemas en que se meten o cosas que debieron hacer y no hicieron, no aprenderán a ser responsables, ni serán felices.

Hay que enseñar también esto a los hijos, la clave es que aprendan temprano a ser modestos (no darse ínfulas y presunciones de lo que tienen), sencillos (sin doble cara y muchos sombreros, dependiendo con quién y lo que necesite), respetuosos (sin palabrotas, gritos, burlas, juzgando, condenando, y sí con buenos modales de buenos días o tardes, con permiso, perdón, gracias, etcétera).

Además de ser solidarios, que saben meter el hombro y sostener o ayudar, trabajar y sudar hombro con hombro con los otros, quienes sean.

Si logran ser ustedes así y enseñar a sus hijos a hacerlo igual, el resultado es ser padres exitosos, porque hacer buenas personas es la meta y la seguridad de que serán felices, no importa las circunstancias que les toquen.

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