"El Octavo Día: Escalera al cielo"

Como ejercicio literario, estoy leyendo a San Juan Clímaco, que nació en Siria por el año 575... Qué maravilla es el internet que nos permite acercarnos a bibliotecas que antes solo eran disponibles en los claustros y universidades góticas.

He aquí lo que dice sobre la oración, (ateos militantes, abstenerse si gustan, esta reflexión es por la Cuaresma cristiana): “Aquel que se sienta ante Dios en lo profundo de su corazón durante la oración, es como una columna inconmovible... El que es en verdad obediente, a menudo, durante la oración, se vuelve repentinamente luminoso y es transportado de alegría”.

Esto es parte del Escalón 19, fragmente de su “Escala espiritual”, que bien podríamos traducir hoy como “Escalera espiritual para llegar a Dios”. Veamos qué sigue.

“El combatiente está, de ahora en adelante, preparado, inflamado para un servicio irreprochable, pero, aun cuando pueda orar con la multitud, para la mayoría es mejor hacerlo con un compañero del mismo espíritu, pues la oración perfectamente solitaria es un rarísimo privilegio. Es imposible además, cuando se salmodia con la multitud, orar inmaterialmente”...

Hoy es raro rezar en multitudes. En nuestro puerto no son comunes las peregrinaciones y ritos que mucha gente necesita para expresar y reafirmar su fe. Acudimos a las redes sociales o la charla de amigos en vez de ver al especialista en depresión o crisis existencial.

En el año 345, ya existía la depresión y actuaba en los monasterios. He aquí las indicaciones de Evagrio Póntico, otro personaje del ayer, para alejarse de “El demonio de la tristeza”.

“Todos los demonios enseñan al alma el amor por el placer: solo el demonio de la tristeza se abstiene de ello. Por el contrario, destruye todos los pensamientos insinuados por los otros demonios, impidiendo al alma sentir cualquier placer, insensibilizándola con su tristeza. Es cierto lo que se ha dicho: que los huesos del hombre triste se tornan áridos”.

Eso último alude a una cita del libro de los Proverbios, 17:22.

“Y sin embargo, si se lucha un poco, este demonio sirve para fortalecer al solitario. Lo convence de no acercarse a ninguna de las cosas de este mundo ni a ningún placer. Si persiste en su lucha, genera en él pensamientos que lo inducen a alejar su alma de este tormento o lo fuerzan a huir de ese lugar. Tal es lo que ha pensado y sufrido el santo Job, atormentado por este demonio: Ojalá pudiera echar mano a mí mismo u otro, a mi pedido, así lo hiciera”.

Aquí la referencia es a Job 30:24... No se sienta incómodo y creo que esto es una prédica, estoy acudiendo a los llamados “libros sapienciales” para acercarnos a la naturaleza humana.

Qué maravilla es el internet, que nos permite acercarnos a bibliotecas recónditas. Los invitó a hacerlo y dejar de lado los memes agresivos y videos donde se hace burla de indigentes que vagan por las calles de Mazatlán o personas distraídas que cometen una equivocación en público.