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"Mazatlán"

"El Octavo Día: La odisea transcontinental de Warren Schlosser"

"Habla sobre la visita de Warren Schlosser al puerto"
EL OCTAVO DÍA

El jueves pasado, un canadiense apareció en los lindes del Estadio Teodoro Mariscal en una silla de ruedas en pleno juego. Su nombre es Warren Schlosser.

Con giro veloz llegó a home, aunque no venía de la tercera base. Provenía desde Calgary, Canadá. Avanzando única y exclusivamente en su silla de ruedas, jalando un pequeño remolque con su impedimenta, impulsado por su fuerza física y la voluntad.

Calgary, hace unos años organizó unos Juegos Olímpicos y fue beneficiada por el impacto positivo de ser anfitriona de dicha actividad. Prácticamente todas las ciudades y países que han detentado unos Juegos Olímpicos, durante los años siguientes tiene un ascenso significativo en la calidad de su deporte y, en este caso, yo añadiría que fue gracias al alto espíritu canadiense y su disciplina, de la cual Warren es digno ejemplo.

México es en ese caso una triste decepción, quizá porque ese año de 1968 fue políticamente traumático para toda la sociedad.

Yo conozco Calgary y me di cuenta que hubo una gran cantidad de personas de la organización que hicieron mucho trabajo voluntario, donando su tiempo libre. Y estando en aquella región, me tocó correr en El día de Terry Fox, una carrera nacional en honor aquel joven víctima el cáncer que, con una pierna metálica, intentó atravesar Canadá en una odisea que fue recordada como El maratón de la esperanza. El cáncer lo detuvo en Thunder Bay; años después, un joven en condición similar concluyó su ejemplar reto.

Desde ese Canadá vino Warren, quien no le tiene miedo a las carreteras, porque antes de un accidente que le lesionó el área de un muslo, fue conductor de tráiler, largos años. También jugó hockey sobre hielo.

En 1986, siendo muy joven conoció Mazatlán y ahora lo ha vuelto su casa. Y como buen mazatleco, es fanático de los Venados y se vino con la camiseta puesta en todo el camino.

Al atravesar los Estados Unidos, Warren lo hizo por la parte central. No tomó la carretera escénica que recorre las ciudades de Seattle, Los Ángeles o San Francisco, quizás la ruta más cercana y conocida por nosotros. Accedió al imperio a través de Dakota del Norte y en su camino recorrió el llamado Corn Belt, El cinturón del maíz, atravesando muchas granjas rurales.

Me dice que él es granjero y estaba encantado de recorrer esos sitios y hablar con la gente. Texas fue el último estado que recorrió y me comenta que le recordó muchas partes de México.

Creo que el ejemplo de la proeza de Warren es más que pertinente. Aunque nuestro País ha avanzado mucho en materia de atención a personas con necesidades especiales y asisten a los juegos Paralímpicos una mayor gran cantidad de participantes, tenemos rato que no vemos ejemplos de resistencia y desafío como el de este caballero canadiense avecindado en nuestra ciudad.

Apoyado desde el inicio por el Club Venados y el amigo Antonio Toledo Ortiz, en su trayecto mexicano, lo escoltó Álvaro Romero, quien además le tocó el reto de organizarse con alcaldes, presidentas del DIF y federales de camino, todo para que su mensaje llegase a donde debía o simplemente llegase, ya que hay partes muy solitarias en Sonora, donde fue necesario apretar el paso.

Bravo para Warren, que acaba de ser designado jugador más valioso de Venados. Y su ejemplo es valioso para Canadá, para Estados Unidos, para México y Mazatlán.

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