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"Religión"

"EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA: La luz y la obscuridad"

"Columna semanal"
27/01/2020

Padre Amador Campos Serrano

“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció”.

El tema de la luz y las tinieblas ha estado presente en todas las culturas, señalando, con esta analogía, la visión de claridad entre quienes experimentan el orden y un camino seguro, contrario a quienes tienen un panorama lleno de caos y de confusión.

La oscuridad como fenómeno cósmico puede ser explicado de manera objetiva sobre lo que es en realidad, es decir, un fenómeno natural, pero en otro aspecto, como fenómeno sensorial, atraviesa la misma corporatibilidad hasta llegar a la sensibilidad del espíritu, despertando sensaciones que afloran en sentimientos.

Culturalmente la figura de la luz y de la oscuridad es percibido desde el punto de vista de un antagonismo excluyente, tanto en uno como en otro, de manera que viene a encarnar los antagonismos presentes en nuestra existencia.

En la analogía de la luz se viene a mostrar la claridad, el orden y el buen funcionamiento, mientras que la oscuridad nos quiere mostrar la confusión, el caos y el desorden, conceptos presentes en nuestra vida.

En todas las religiones, el descubrimiento de la cercanía de la divinidad, cualquiera sea su concepción, es percibida como una iluminación penetrante en la profundidad interna, aclarando la oscuridad del camino a seguir, marcado por la misma divinidad.

El acervo cultural también se puede concebir como una luz guiadora en el caminar de un pueblo y a pesar de las limitaciones, propias de toda humana institución, marca el camino por donde dirigir los pasos, por ello la inculturación siempre debe tener el suficiente respeto a las formas culturales por los cuales los grupos humanos se rigen.

Penetrar en una cultura con intención de eliminar sus manifestaciones, pretendiendo sustituirla con una mejor, es crear un vacío en el ámbito existencial, por ello, aun cuando puede haber buenas motivaciones, el vacío cultural siempre entraña una pérdida de valor y una subsiguiente falta de dirección.

La purificación de una cultura no consiste en la eliminación de la estructura desarrollada desde sus raíces, sin darle una mejor dirección a esa estructura, enriqueciendo sus limitaciones, al corregir lo que sea corregible, pero a la vez respetando y afianzado sus valores ancestrales.

La luz como analogía de la claridad y del orden debe penetrar a la profundidad de la existencia humana para iluminar una orientación, indicando el camino para seguir adelante.

En el Evangelio, se narra cómo Jesús, cuando tuvo noticias del arresto de Juan el Bautista, se dirigió hacia Galilea, territorio considerado como tierra de paganos, por razones históricas, con la decisión de iluminar a unas gentes que vivían en un extravío cultural ajeno a ellos.

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