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"Columna semanal"

"Evangelización, Educación y Cultura"

"El Padre Amador Campos habla del simbolismo de La Dolorosa"
16/09/2018

Padre Amador Campos Serrano

El dolor y la tragedia permanentes, acompañantes en el caminar del hombre en su paso por este mundo, una lucha por lograr dominio sobre la obra salida del Creador, un esfuerzo renovado cada día con la continua combinación de éxitos y fracasos.

Las mieles de triunfo han endulzado la victoria, pero ante ello también existe el amargo sabor de la derrota, dando esto último el sentido a una expresión con la que se denomina a este mundo, hogar nuestro en el recorrido por la existencia, llamándolo Valle de Lágrimas.

La mirada posándose sobre el cuerpo sin vida del Hijo, a quien una vez vio nacer, la Madre ahora experimenta un profundo dolor al recibirlo exánime, después del doloroso drama de la Pasión.

El arte del hombre trata de dar expresión a aquel momento crucial en el que la madre se asocia al inconmensurable misterio de la redención, en la profundidad del amor en el dolor del supremo materno ser, capaz de llevar a su regazo al hijo sin vida, pero con Él a los mismos verdugos, convirtiéndose así en corredentora.

La celebración del Misterio en María encarnado, es conocido popularmente como Nuestra Señora de los Dolores desde el Siglo 8, aunque ya desde tiempos más remotos era considerado, asociándolo a la celebración del Viernes Santo.

En la Edad Media, esta celebración se incrementó en Occidente, llamándola La Transfixión de María. En ese tiempo se celebraba en la época de Pascua.

Fue en el Siglo 12 cuando los monjes servitas se encargaron de llevar esta celebración a una manera más litúrgica, dentro de la eucaristía y el oficio divino. Más adelante, en el Siglo 17, la celebración se llevó a cabo el tercer domingo de septiembre.

En nuestra Patria, esta celebración cobró un sentido especial, ya que la noche del 15 de septiembre de 1810, en la culminación de los festejos patronales en la ciudad de Dolores, en el hoy estado de Hidalgo, el párroco de esa comunidad dio el conocido Grito de Independencia.

Eran los festejos en esa comunidad parroquial, cuando ya se hacía una costumbre en la Iglesia celebrarlo ese día. Habiendo sido descubierta la conspiración, que se realizaba en la ciudad de Querétaro por el descontento ante la intervención francesa en la Península Ibérica y el peligro de que se trasladara a la Nueva España, se conspiraba en apoyo al legítimo gobierno español, encabezado por Fernando VII.

La imagen de María, junto a la Cruz en el momento supremo de la consumación de la redención humana, nos llega vestida con los colores del luto, celebrándola unida al misterio redentor de su hijo, como ya lo había anunciado proféticamente el anciano Simeón, cuando le dijo: “una espada de dolor te traspasara el alma”.

En la devoción cristiana, la imagen de María Dolorosa mueve a contemplar el profundo amor de ella como madre, primero a Jesús y de Él a nosotros. Un amor que se derrama y se sigue derramando.

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