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"Columna semanal"

"Evangelización, Educación y Cultura: El Cristo total"

"Espacio de reflexión espiritual"
16/12/2018

Padre Amador Campos Serrano

Múltiple y uno a la vez, engendrado antes de todos los tiempos, pero nacido en el tiempo, el misterio de Jesús supera el mismo concepto de síntesis, al unificar lo humano con lo divino, en un nuevo significado para nuestra experiencia, en la cual son estos conceptos separados de insondable manera.

El Verbo, Hijo eterno y único del Padre a la vez, en el cual está la esencia de la divinidad, en el momento de la encarnación, se inserta en la multiplicidad de la humanidad de los hombres, llegando a otorgarles la capacidad del poder ser Hijos de Dios.

El beato Isaac penetra en la exposición de este misterio, contemplando la maravilla de las varias vertientes, operando en la fusión de la fusión de divinidad en la humanidad.

La divinidad, con los superlativos atributos de sus esencia, como eternidad, omnipotencia, inmortalidad, entre muchos más que posee, adquiere, de una manera real y no teórica ni ficticia, las limitaciones presentes en la naturaleza material.

Cristo, el Unigénito, completa su mística naturaleza con la multiplicidad de sus miembros, personificando su cuerpo de manera alegórica, Él es la cabeza, a la cual se adhieren la multiplicidad de los miembros, convirtiéndose también, con ello, en Hijos de Dios.

Nacido bajo la ley, nacido de una mujer, afirma el Apóstol Pablo, Cristo vino a este mundo. María, la Madre de Jesús, se convierte en Madre de Dios y Madre del Hombre.

La comunidad de los seguidores de Jesús, aceptando su fe, la iglesia, según el significado del término en el original idioma griego, también nace de María en Jesús y ella, a la vez, se convierte en Madre de la Iglesia.

El nuevo cuerpo de Cristo, conformado en su totalidad con una multiplicidad de miembros, se podrá definir como el Cristo Total, tanto en su naturaleza divina como en su naturaleza humana, actuando en Él de manera inseparable e indivisa, dotando a la divinidad de la humanidad y a la humanidad de la divinidad.

Hermanado el Verbo divino con la humanidad, esta se hermana con la divinidad, esta última naturaleza, la humana, debe de vivir su vocación de amar a Dios, amando a su prójimo, como Cristo nos ha amado.

Convertido en una síntesis de la divinidad con humanidad, el Cristo Total avanza hacia la plena restauración del cosmos, hacia la plena manifestación de los Hijos de Dios; el Cuerpo Místico de Cristo.

 

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