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"COLUMNA"

"FACTOR HUMANO: ¿La belleza da felicidad?"

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FACTOR HUMANO
02/12/2019

La armonía de vida nos hace bellos.

¿Qué relación hay entre la belleza, la conciencia y la autoestima? ¿Cómo defines lo bello y lo distingues?

Lo bello tiene una íntima conexión con la autoestima y su estudio educa la sensibilidad: la puerta de la felicidad. Ella depende de emociones. Lo bello nos emociona.

Captamos más belleza al educar la vista observando nuestro alrededor.

 

 

 ¿Es realmente importante la belleza?

 ¿Buscarla es un ideal romántico? Para nada, tiene repercusiones muy prácticas e íntimas. La belleza resulta más importante de lo que sospechamos, se prefiere ante muchas cosas necesarias. Veamos.

¿Qué no hace y cuánto gasta una mujer para mantenerse bella, aun con apretado presupuesto? Sorprende en las crisis las altísimas ventas de cosméticos, el gasto en las modas y en la ropa. Esto obedece al origen ancestral cuando Eva al salir del paraíso dándose cuenta de su desnudez le dijo a Adán: “no tengo nada que ponerme”, acuñándose la frase, imprimiéndose en el ADN femenino y repitiéndose hasta el final de los tiempos. Sin ellas el comercio bajaría.

 ¿Qué hay detrás del impulso de sentirse bien?

 Interesante cuestión porque explica parte de la conducta consciente. En el fondo, el sentirse bien raramente se relega. Lo inmediato justifica muchas cosas, al punto que puede sacrificarse la auténtica felicidad por ello, especialmente al caer en la tentación. El sentirse bien nos aproxima a ser felices… por un momento.

Un problema es confundir satisfacción con felicidad. En la fechoría el gozo se va al pozo porque la conciencia reclama provocando un vacío después, agrandándolo y complicando si no se rectifica. Otro problema son las consecuencias. No podemos permanecer infelices, buscamos remediarlo como sea. Tan importante es serlo pero ‘A mi manera’.

 

‘Que se mueran los feos’

 La satisfacción depende de la subjetividad personal, lo que satisface a unos no lo hace a otros y además engorda al ego. El ego es un ente que creamos, podemos dejar que supla nuestra identidad cuando deformamos lo que vemos dentro; si lo inflamos la vida nos pincha para no perder el equilibrio y la perspectiva. El poder suele inflarlo más que el dinero, el estatus, la fama, el éxito, el talento o la belleza; puede hacer que algunos se sientan superiores por la influencia que tienen sobre otros. Muchos artistas sucumben por el peso de su fama y otras con múltiples cirugías notorias no quieren envejecer con dignidad, ésta les otorga una belleza superior y elegancia, cuidarse y mantenerse es fundamental para la autoestima. Creo que una de las cosas peores es sentirnos feos. Podría ser una acusación de la conciencia. Se pone esto interesante.

 ¿Tan importante es la belleza?

 Tanto, que nos hace sentir bien por dentro, dignos, buenos. Quizás las trampas de la conducta sean que en el fondo se intente maquillar el vacío, la falta de bondad, con dinero, filantropía, poder, viajes, espiritualidad, belleza exterior o hasta con amor ‘desinteresado’. Ingenioso. No soportamos vernos ni sentirnos mal. Esto puede explicar y justificar mucho la conducta exterior. Lo inconsciente de ella es la mayor parte.

 El mal confunde la autoestima

 Ser bueno y sensato implica sacrificios y dominio de sí, nos hace felices. La autoestima se gana actuando bien, ayudando a otros, cuidándose a sí mismo, amar con orden y desprendimiento, cumplir con el deber y sobre todo perdonarse continuamente, el perdón es una exquisita manifestación de amor autentico. Quien continuamente se perdona y perdona a otros sabe amar y endulza su vida con un dialogo interior fecundo. Quien continuamente se incrimina revela poco amor y se amarga.

 Una cosa es lo que soy, otra lo que hago.

Imposible la autoestima sin disciplina: se sustenta en hechos y no solo en repetirse frases bonitas de moda. Nos sentimos bien cuando actuamos bien. Refuerza la primordial creencia de nuestra bendita e intocable esencia: somos hijos de Dios. Lo opuesto a ella es: el polvo. La bondad nos embellece, pero confundimos nuestra esencia con creencias equivocadas y al portamos mal. La esencia es lo que somos, la identidad lo que opinamos y creemos de uno. Nos integra el perdón y el dejar de confundir la conducta con nuestra identidad. La conducta la afecta.

El mal nos confunde y agrieta profundamente. La conducta no nos define ni nos explica por completo. La conciencia honra la buena conducta con paz interior. La paz afronta y abraza el conflicto con amor.

 Cubrir la desnudez

Eva busca algo que cubra su desnudez y explora en el espejo lo que no siempre ve, por eso la belleza interior es primordial. El mejor maquillaje es la sonrisa profunda de la satisfacción de sentirse bien, así nos vemos bien. Asociamos lo bello con la bondad y ante la verdad sublime sentimos bonito.

Refinar los sentidos nos vuelve más sensibles y facilita la empatía: nos conecta.

 ¿Y qué es lo bello?

 Bello, decía santo Tomás, es lo que place a los sentidos. Lo auténticamente bello seduce, besa las emociones y mejora nuestros sentimientos. La felicidad depende de los sentimientos y emociones. Captamos más belleza al educar la vista observando los paisajes; el tacto sintiendo la piel de un bebé, la brisa y los olores del mar, educando el gusto al comer, deleitarnos con una melodía o una sinfonía. Refinar los sentidos nos vuelve más sensibles y facilita la empatía: nos conecta.

 ¿Qué hace a las cosas más bellas? La proporción y armonía entre sus partes. Entre más armonía en las cosas y entre nosotros más belleza y felicidad alcanzamos.

paulchavz@gmail.com

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