ESCUINAPA._ El inicio de clases se vive diferente en cada hogar del País.
Tener clases en casa es un reto difícil porque no se cuenta con las herramientas tecnológicas o con el conocimiento para enseñar lo que el programa escolar, Aprende en Casa II, requiere.
Ruth Santana Ochoa se encarga de tres nietos, mientras su hija va a laborar a uno de los empaques del municipio, en donde aún se emplean decenas de madres de familia.
No sabe leer, pero asegura que escribe lo básico, por lo que siente que no ayuda a sus nietos que van a preescolar y primaria.
“No sé leer y escribo poco, se me hace difícil enseñarles, no sé cómo explicarles, espero que llegue su mamá a las tres de la tarde y se haga cargo”, señala.
El inicio de clases a distancia fue algo que le preocupó cuando se anunció, pues su hija regularmente trabaja en los empaques o en el campo como jornalera.
Los niños no tienen televisor en casa, tampoco hay internet ni tienen un celular para poder presenciar sus clases, no saben qué es Zoom ni otras modalidades que algunas escuelas han emprendido para llevar la escuela hasta casa.
Le preocupa porque desea que ellos sí aprendan a leer bien, a escribir, que no se queden a medias, que no anden como ella cuando va al rancho, en Nayarit, preguntando los nombres de los camiones, para ver si es el correcto para subirse.
“Yo quiero que los niños estudien, que se enseñen, no como yo, que no sé, a veces me da vergüenza andar preguntando cuando voy al rancho, qué camión tomar, le digo a la gente ¿ese camión a dónde va?, a veces me siento mal”, dice.
Tiene 54 años, pero insiste, no puede enseñar a los niños aquello que ella no aprendió, por lo que solo se hace cargo de cuidarlos, cuando lleguen los papás, espera que avancen con el trabajo escolar de cada día.
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