"La cicatriz y la esperanza"

"El 17 de octubre es un parteaguas en la memoria colectiva de los habitantes de Culiacán. Una sociedad que en cierto modo está acostumbrada al registro de homicidios y hechos violentos vio insuficiente esa “normalización” para alcanzar a asimil"

    Noroeste / InnDaga

    Última de tres partes

     

     

    El día después

    A las 7:00 de la mañana del viernes 18 de octubre, el Gabinete de Seguridad Federal (GSF) se apostó en el Salón Gobernadores del Palacio de Gobierno de Sinaloa para la rueda de prensa en la que habrían de informar de lo sucedido un día antes.

    Reconoce Gobierno que fue una acción precipitada operativo en Culiacán

    El Gobernador Quirino Ordaz, con la cara desencajada, acompañaba la sesión que todo México esperaba.

    La explicación difirió profundamente de la primera versión oficial que el GSF había dado la tarde noche del 17 de octubre. Del “encontronazo accidental” con los criminales pasaron a la aceptación de la existencia de un operativo fallido para detener a Ovidio Guzmán López en el sector Tres Ríos de la ciudad.

    Un soberbio Secretario Durazo tuvo que ir cediendo a las duras preguntas de los reporteros sinaloenses que exigían respuestas que el Gabinete no tenía. ¿Por qué un operativo de esa naturaleza y a esa hora en la plaza de un cártel tan poderoso?, ¿por qué mentir un día antes?, ¿por qué no informar con mayor velocidad para proteger a la población?

    La rueda de prensa acabó con un amargo sabor de boca y tres conclusiones: la aceptación del Secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, de que el operativo había sido “precipitado”, “fallido”, y no había sido “planeado” correctamente; que Ovidio Guzmán nunca había sido “formalmente detenido”; y que hubo que liberarlo por “la seguridad de la población”. Quedaban todavía muchas dudas, pero el fracaso era evidente.

    Al salir de la reunión y a pregunta expresa de los reporteros sobre la existencia de algún pacto roto con el crimen organizado, el Gobernador Ordaz Coppel reiteró: “Yo no tengo pacto con nadie”.

    Yo no tengo pacto con nadie, asegura Quirino

    Mientras eso sucedía en el Palacio de Gobierno, afuera, en Culiacán, reinaba el silencio.

     

     

    Las calles vacías 

    El viernes 18 de octubre las calles de Culiacán lucieron vacías. No hubo clases. Las dependencias públicas no laboraron y muchas empresas hicieron lo mismo. El objetivo era evitar cualquier riesgo para la población tras los hechos del jueves. Nadie sabía que podía pasar.

    Ese día, Noroeste realizó un recorrido por diferentes puntos de la ciudad. Algunas vialidades permanecían bloqueadas y podían verse restos de vehículos, sangre y casquillos tirados en el pavimento.

    En el Congreso del Estado aún humeaba un camión de volteo que fue robado en Las Quintas. También un tráiler y un camión de reparto en el crucero de Enrique Cabrera y Enrique Félix Castro.

    Frente al estadio de Dorados de Sinaloa estaban los restos carbonizados de una patrulla de Tránsito, otro camión urbano y un camión revolvedora de concreto.

    A unos 100 metros de la Fiscalía General del Estado fueron retirados más de 10 vehículos con impactos de bala. Los saldos de la guerra estaban ahí.

    El 18 de octubre de 2019 recordaba al 10 de mayo de 2008, cuando tras el asesinato de Édgar Guzmán, hermano de Ovidio, y a pesar de ser Día de las Madres, la gente de Culiacán prefirió quedarse en sus casas por el temor a una reacción violenta del Cártel de Sinaloa. No pasó nada.

     

     

    La cicatriz

    A 20 días de los enfrentamientos en el sector Tres Ríos, Culiacán sigue buscando superar el trauma vivido. Apenas un día después, los comerciantes y restauranteros cuyos negocios resultaron afectados por las balaceras cambiaron de inmediato los cristales rotos y repararon las fachadas y marquesinas agujereadas por los calibres 50 y los cuernos de chivo.

    Como medida de seguridad adicional, el 18 de octubre la SSP anunció la llegada inmediata de 230 elementos militares en un primer bloque y otro tanto más en un segundo bloque. De inmediato los convoyes integrados por militares y Policía Estatal empezaron a verse recorriendo las calles de la capital.

    También se activaron otra vez retenes en la salida sur de la ciudad y se fortaleció la presencia de la Policía Federal en la caseta de Costa Rica.

    El director del penal de Aguaruto, Arturo Bailleres Mendoza, fue destituido el 19 de octubre por la fuga masiva de 51 reos. Incluso se anunció el apoyo de un grupo especial de reacción de la Policía Estatal Preventiva (PEP) para el resguardo del reclusorio.

    Tras fuga, destituyen a director del penal de Aguaruto, en Culiacán

    En la misma línea del control de daños, el Gobernador retomó su intensa actividad en redes sociales, misma que desapareció durante las tres horas del operativo fallido, y en diversas entrevistas conminó a “darle la vuelta” a lo sucedido.

    El Gobierno del Estado organizó reuniones con empresarios, medios de comunicación y autoridades educativas, donde invitó a superar el suceso y trabajar por el bien del estado.

    Mientras tanto, el Congreso de Sinaloa acordó la solicitud sin fecha pero en calidad de urgente una comparecencia para los titulares de la Fiscalía General del Estado, la Secretaría de Seguridad y la Comisión de Víctimas para explicar lo sucedido.

    El 22 de octubre, el Secretario de Desarrollo Económico, Javier Lizárraga, recorrió la zona acompañado por Miguel Taniyama, reconocido cocinero y líder del sector restaurantero. Evaluaron daños y anunciaron un programa especial de apoyo para las empresas afectadas.

    El 23 de octubre, el Gobernador Ordaz Coppel declaró: "Culiacán está llena de gente talentosa, prácticamente está normalizada la vida en la ciudad, el recuerdo, la vivencia, pero vemos para adelante; la vida sigue [...] nada se ha cancelado, incluso hay más cruceros turísticos, la vida está tranquila y estamos echados para adelante."

    Sin embargo, todavía este viernes 8 de noviembre la operación “cicatriz” continuó, el Gobernador se reunió con representantes de las 10 organizaciones empresariales más importantes de Culiacán para anunciar que trabajará en conjunto en la búsqueda de una estrategia para reposicionar a Sinaloa tras los hechos violentos ocurridos el pasado 17 de octubre.

    En la reunión estuvieron presentes el dirigente de la Intercamaral, Miguel Taniyama Ceballos, presidente de la Canirac; Jorge Francisco Frías Melgoza, de Canadevi; Francisco Álvarez Aguilar, de Canacintra; Héctor Alonso Torres Galicia, de CMIC; Mario Alberto Medina Quiñónez, de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia; Julio Nieblas Godoy, de Asociación de Hoteles y Moteles de Culiacán; Elia Araujo Borboa, de AMMJE Culiacán; y Enrique Rodarte Salazar, de la AARC.

    Pero nadie puede negar que el trauma sigue allí, de acuerdo con el testimonio de una persona que vivió de cerca los hechos, todavía recuerda con dolor lo sucedido:

    “Si voy en la calle y escucho el mofle de un carro, el mofle de una moto, si brinco, me transporta a ese momento y me sigue dando miedo…”, explica la joven a Noroeste y un equipo de alumnos del Proyecto “Semana i” del Tecnológico de Monterrey.

    Y de acuerdo con una entrevista al psicólogo Ómar Sánchez, del Centro Integral de Salud Mental (CISAME), a pesar de que Culiacán es una ciudad resiliente el impacto de los hechos violentos del “Jueves Negro” no se puede subestimar.

    “El trastorno de estrés postraumático viene englobado dentro de los trastornos de ansiedad. Después de haber vivido una situación estresante donde estuvo en peligro tu vida, o a veces la de un familiar o un amigo, empiezas a tener conductas evitativas para no revivir las emociones que ya pasaste en su momento.”

     

     

    Culichi. ¿cómo saber si tienes estrés postraumático después del 17 de octubre?

    El psicólogo Omar Sánchez de CISAME define que “el trastorno de estrés postraumático viene englobado dentro de los trastornos de ansiedad. Después de haber vivido una situación estresante donde estuvo en peligro tu vida, o a veces la de un familiar o un amigo, empiezas a tener conductas evitativas para no revivir las emociones que ya pasaste en su momento.”

     

    Síntomas:

    · Dificultades para dormir.

    · Intranquilidad persistente y constante durante la mayor parte del día relacionada con el evento sufrido.

    · Falta de aire.

    · Sensación de ahogo.

     

    Revisa esto:

    · Estar pendiente de nuestras emociones.

    · Registrar cómo nos estamos sintiendo.

    · ¿Cómo estamos durmiendo?

    · ¿Cómo nos portamos en nuestro entorno?: la escuela, el trabajo, la familia.

    · ¿Cómo nos portamos en nuestros roles?: como papás, hermanos, hijos.

     

    Si nos estamos sintiendo, percibiendo, diferentes a raíz de un hecho traumático tenemos que buscar ayuda profesional.

    “A veces pensamos que lo podemos manejar nosotros y solo postergamos la necesidad de recibir atención médica y psicológica”.

     

     

    El estigma narco

    El 17 de octubre es ya un parteaguas en la memoria colectiva de los habitantes de Culiacán. Una sociedad acostumbrada al registro de “dos, tres” muertos diarios tirados en las periferias, asesinados en las plazas, hallados flotando en algún canal.

    Pero incluso esa normalización fue insuficiente para asimilar los sucesos del “Culiacanazo”. La dolorosa experiencia del 17 de octubre fue inédita: nunca el Cártel de Sinaloa se había apropiado del espacio público con ese nivel de violencia para defender sus intereses. Ese día los culiacanenses cobraron conciencia del tamaño del crimen organizado con el que cohabitan.

    Los culichis viven con la conciencia clara de la existencia de un crimen organizado que empezó con el cultivo de marihuana y amapola, los “gomeros”, a mediados del siglo pasado, hasta convertirse en el cártel más poderoso de México y unos de los más sofisticados del mundo.

    Una mafia que ahora llena espacios donde el Estado no está, que lava dinero y hace negocios (también) legales mientras diversifica los ilegales; una mafia que es la “marca” negativa del estado en las noticias y las redes sociales a nivel mundial y cuyos capos son celebridades: el Cártel de Sinaloa.

    Ese estigma que las autoridades y gobernantes en turno siempre niegan con los argumentos de “hablar de lo positivo” y que la sociedad justifica con el “somos más los buenos”.

    En realidad siempre ha sido así: los expertos coinciden en que los criminales son minorías. El problema de la “minoría” que integra el Cártel de Sinaloa es su capacidad económica para corromper y su poder de fuego para proteger sus negocios ilegales. Una “minoría” que el 17 de octubre venció al Ejército y puso al Estado mexicano de rodillas.

    Una organización integrada mayoritariamente por jóvenes que terminan muriendo víctimas de su pertenencia al crimen organizado, como señala la Dra. Iliana Padilla en su colaboración (https://www.noroeste.com.mx/publicaciones/opinion/nosotros-los-buenos-y-ellos-los-malos-110964) de ayer para Noroeste:

    Entre el 2007 y el 2018 se contabilizan 7 mil 600 hombres y mujeres de entre 15 y 35 años que fueron asesinados, y 1 mil 682 desaparecidos en ese rango, por eso los identifican como víctimas y victimarios. El número de ‘plebes’ asesinados equivale al 2 por ciento de la población en estas edades (¡El 2 por ciento de la población de jóvenes!); en lo mejor de nuestro bono demográfico. Algunos pudieron estar involucrados, otros no, pero todos dejaron deudos, y muchas familias heridas”.

    Y mientras que esos jóvenes fueron los protagonistas de los sucesos violentos del 17 de octubre, otros jóvenes serían parte de la respuesta al trauma del “jueves negro”.

     

     

    La esperanza 

    La foto es el recuerdo. Un grupo de jóvenes mujeres y hombres vestidos con camisetas negras lideran la comitiva. Todos llevan en el pecho la leyenda “Culiacán Valiente” y una de ellas porta un estandarte con una fusión del mundo y el corazón de la lotería. Un diseño del artista-activista César Hernández que es la Imagen del movimiento que se define como “El abrazo colectivo después de la tragedia”.

    Atrás, vestidos de blanco, van al menos 2 mil “culichis” que lucen nerviosos, emocionados, expectantes.

    Es 27 de octubre. La marcha parte desde el estacionamiento del estadio de los Dorados hasta el Parque Las Riberas. Recorrerá poco más de 2 kilómetros por el Bulevar Enrique Sánchez Alonso, principal escenario de las balaceras del 17 de octubre.

    Al evento acudieron muchos grupos y sectores de la sociedad, estuvieron presentes colectivos como el de Sabuesos Guerreras, también grupos feministas que manifestaron sus ideologías, religiones, activistas, funcionarios públicos. No hubo distingos, todos fueron uno solo; más allá de cada lucha desde sus trincheras, este domingo 27 de octubre, salieron a dejar en claro que la ciudad les pertenece a ellos, a todas las personas que no viven de la delincuencia”, cuenta la crónica de Antonio Olazábal.

    La marcha que buscó empoderar a los valientes, a los que no se valen de las armas

    El contingente va protegido por las autoridades municipales y grita ocasionalmente algunas consignas en favor de la paz. Ninguna en contra de nadie. El momento más emotivo es cuando se decide hacer un minuto de silencio frente a la Fiscalía del Estado. Todos callan, bajan el rostro y fijan la mirada en el suelo para respetar el momento... de pronto, el sonido de la banda rompe el silencio al son de “El Sinaloense”. El ánimo se torna festivo, algunos hasta bailan mientras caminan. Ese es Culiacán.

    La marcha concluyó con un festival artístico en el Parque las Riberas con el Puente Negro como telón de fondo. Entrada la noche y con el calor presente, las caras sudorosas de los asistentes se veían felices.

    Más cosas han sucedido después de la marcha, por ejemplo: el Ayuntamiento de Culiacán organizó con gran éxito el 25 de octubre una Callejoneada Blanca en el Centro de la Ciudad, pero a pesar del ánimo “echado pa’delante”, la pregunta es ¿qué sigue para los habitantes de esta ciudad?, ¿hay esperanza de no repetir el “Jueves Negro”?

    No está claro qué sigue. Pero hay que reconocer en la marcha “Culiacán Valiente”, en las reuniones entre autoridades y organismos empresariales, en los eventos culturales y en las discusiones de expertos un punto de partida.

    Un inicio para la construcción de una paz más duradera que la frágil pax narca con la que la sociedad sinaloense se ha conformado.

    El 17 de octubre fue una dura lección para los culiacanenses y para el Gobierno de Sinaloa, enseñó que a pesar de los índices de homicidio a la baja, el poder de los criminales sigue ahí, intacto.

    Pero ese mismo 17 de octubre puede resignificarse para convertirlo en una victoria de la sociedad sinaloense, sus empresarios, su academia y sus gobernantes si se reconoce que el narcotráfico y la violencia del estado son un problema crónico y complejo que habrá que abordar desde diversas perspectivas que superen la estrategia fallida de la prohibición y la militarización y permitan construir un verdadero estado de derecho.

    Hay esperanza. Que haya voluntad.

     

     

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