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"La Fórmula de la Felicidad"

"La Fórmula de la Felicidad: ¿Un buen inicio…?"

"El coach en su columna habla de cómo ser feliz"
LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
31/08/2019

El contexto era poco propicio para una conversación retadora por sus expresiones verbales y corporales, ni qué decir las emocionales.

La sala de última espera de un aeropuerto repleto de ansiosos pasajeros, administrando los largos tiempos de demoras y tratos inadecuados por parte de las aerolíneas -así es, otra vez demoras, caras y gestos-, considero que no es lugar para cuestionar a la pareja, a través de un enlace virtual, sobre el supuesto poco compromiso ante la proximidad de la celebración de su enlace matrimonial.

Fueron los primeros gritos los que hicieron que muchos centráramos la atención en el joven treintañero con atuendo y porte de ejecutivo exitoso de una empresa global. La sonoridad de: “Yo no quería darte el anillo y te lo di. Yo no quería ceremonia de petición de manos y cedí, yo no quería la gran fiesta y gasté”, y tipo canción melosa de boda, reforzado por un gran suspiro, le dice: “¿Y todavía preguntas si te quiero?”.

Una pausa larga de todos los espectadores involuntarios y resuena el norteño y su acento semi fresa: “A la hdgsfgspy31… con todo”. Paso seguido, cuelga y todos en automático buscamos colocar nuestra mirada en otro lugar, para evitar ser sorprendidos como los metiches de la conversación.

La ventaja de las demoras es que te retan a ocupar tu tiempo en algo productivo, en mis manos, un libro de mindfulness, “La necesidad de complacer”, de Micki Fine, un asequible compendio para superar la tendencia a buscar siempre la aprobación ajena. ¿Será casualidad o Diosidencia?

¿Recuerdas alguna conversación pública o privada en la que te has sentido con expectativas no cumplidas?, en otras palabras, insatisfecho con los resultados de algunas acciones donde tú esperabas más de las otras personas.

Una situación que las investigaciones nos arrojan como muy frecuente y que la ausencia de una buena gestión nos genera una alta frustración, coraje, irritación, hasta llegar a los límites de las emociones básicas como ira y tristeza.

Llegó el momento de abordar y la sorpresa -la emoción básica neutra- se elevó a la máxima potencialidad: mi compañero de asiento era “joven ejecutivo alterado”, sus ojos enrojecidos me decían que estaba sufriendo, su quijada dura, característica de una persona en alto estado de tensión emocional, su cuerpo de hombros caídos demostraba que su afectividad negativa está rebasada.

¿Cómo iniciar una conversación? Es la pregunta que navega en mi instinto. Se rompió el encanto al timbre de su teléfono móvil, creo que era su pareja quien le regresaba la llamada.

“Hola amor, te marqué varias veces, no fue mi intención colgarte”, fue su primera intervención.

Ahora está más cerca, podía escuchar y sentir su respiración. Ahora los gritos eran desde el otro lado, creo que se escuchaban hasta en unas dos o tres líneas más de asientos.

Mi compañero de asiento le decía: “Cálmate, yo ya me calmé”. “Sí, vamos a hacer la boda, sí te compré el vestido que te gusta, no quería que supieras a dónde vamos de luna de miel, pero te lo digo ahorita mismo. Tranquilízate amor”. Creo que ahora otra fue la que decidió colgar.

Me quedo reflexionando, ¿será un buen inicio de un matrimonio feliz? ¿Así se comunican todos los días? ¿Cómo interpretan el respeto vs colgadas y gritos?

Viene a mi mente mi clase de relaciones sanas y los estudios del doctor Gottman con hallazgos sorprendentes, tales como que las parejas que acaban separándose suelen quedar atrapadas en emociones negativas que las llevan a una espiral autodestructiva, consistente en el empleo de mecanismos comunicacionales dañinos e ineficaces para solucionar o aceptar la situación que se vive. Él los denomina cuatro jinetes, que en la próxima columna vamos a explicar con mayor profundidad.

Mientras seguimos conectados a través de mi página @LicOscarGarciaCoach.

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