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"COLUMNA"

"LA OSSLA: Un concierto con respuesta"

"Rajmáninov ascendió del piano a la orquesta y de la orquesta a la fama"
FACTOR HUMANO
26/05/2019

La noche del 23 de mayo del 2019 disfrutamos una mezcla explosiva de tres obras, la primera inédita en Culiacán al parecer, llamada “La pregunta sin respuesta”, del norteamericano Charles Ives. Interesante título, ahondemos. Me sorprende que un actuario de Yale, con una exitosa agencia de seguros compusiera música. ¿Por qué? Por la lateralidad del cerebro. No es común que los de ciencias exactas sean artistas, porque implica usar dos estilos opuestos del cerebro, el izquierdo y el derecho. A Einstein, una de las excepciones, le ayudó su seria afición al violín para imaginarse cabalgando un rayo de luz y atravesar el universo; su combinación bilateral contribuyó a “Pensar fuera de la caja” y a enfocar las cosas de una forma muy distinta y creativa, tanto que revolucionó el mundo.

Charles Ives con esta obra se vale de un curioso ingenio: usar simultáneamente dos tonalidades entre sonidos discordantes, con la trompeta, y los tonos tradicionales con las cuerdas y flautas simultánea y alternadamente. La trompeta toca repetidamente un tema, la pregunta, al que el resto de los instrumentos sigue sin responder, estando en otro ambiente; la trompeta insiste con tempos más rápidos y el resto como el “burro tocando la flauta”. Agraciado incluirla.

Los dos platos fuertes de la noche: el cuarto. Piano concierto, de Sergei Rajmáninov y nada más y nada menos que la tercera sinfonía “heroica” de Beethoven.

La saga de Rajmáninov continúa, está pendiente su hermosísima obra “Variaciones sobre un tema de Paganini” que tocará no sé cuándo un pianista culichi.

El cuarto concierto es técnicamente muy difícil, me arrebató el inicio con esa escala ascendente de notas orquestadas y la respectiva entrada del piano. Es un Rajmáninov muy distinto a sus obras compuestas en su amada Rusia, su técnica pianística sobresale como siempre. Rajmáninov escaló del piano a la orquesta y de la orquesta a la fama.

Nunca dejó de ser en esencia un pianista, le llamaría un “pianista orquestado” y esto implica un gran desafío al intérprete.

Vimos a Abdiel Vázquez con muy prometedor currículo para su edad interpretarlo. Para mi gusto, sobresalió el tercer movimiento de ritmos intensos y a veces frenéticos, luciéndose sin perder el teclado, arrebatando grandes aplausos, tantos que tocó dos encores: el “Cascanueces” de Tchaikovsky y el otro una innovación en una sala de conciertos, mezclando con estilo concertante en el piano dos piezas de Alberto Aguilera, un compositor que no tiene nada de académico tocando “Querida” y “Amor eterno”. Sí, ya adivinó de quién se trata. Después del Zenit de Anna Fedorova con su Segundo Piano concierto, no resulta fácil mantener la altura. Me hubiera gustado más sincronización entre la orquesta y el piano.

Miguel del Real se lanzó muy confiado con la Tercera de Beethoven, la predilecta del compositor entre los melómanos, hay otras opiniones. Esta obra compuesta en la juventud del genio de Bonn rompió con el Clasicismo iniciando el Romanticismo. Sus audaces atonalidades sorprendieron creando un parteaguas musical. Fue la primera obra que me puse a analizar detenidamente alzando el brazo de la aguja para repetir las partes del acetato e ir asimilando y clasificándola, fue la primera vez que se me ocurrió decir tema A, tema B, “puente”, “desarrollo”, estaba en secundaria y esa noche marcó un nuevo esquema analítico en mi mente. Intentaba vanamente descifrar una sinfonía sin estudios musicales formales. Esta noche y como siempre sucede: cada vez que la escucho descubro lo nuevo. Es la magia de la música clásica, por eso es inmortal.

El núcleo de la obra es el Segundo movimiento: La marcha fúnebre tocó el corazón profundamente. No es sencillo captar e interpretar esos delicados matices y hacer de la orquesta un instrumento para tocarlos con esa exquisitez y finura que el movimiento requiere.

Si uno le pone atención es imposible que las emociones no salten. Creo que ese movimiento es la piedra de fuego del director. Beethoven lo alargó, tenía mucho que decirnos sobre ese arduo camino del heroísmo destacando sus derrotas que no todos saben llevar con gallardía.

Beethoven refleja en él su agonía de saberse un músico que no podía serlo por su sordera creciente, tenía apenas 30 años. Fue tanto su conflicto que sentía morirse, incluso escribió su testamento en Heiligenstad, un suburbio que conocí en Viena; sin quererlo mi subconsciente me llevó en el metro a esa parte, cuando ya noche tenía que ir al otro extremo lejano. Ahí puede respirársele.

El tercer y cuarto movimiento fueron tocados maravillosamente por Miguel del Real y la OSSLA. Un amigo a mi lado me hizo notar la sonoridad de los cornos, escuelas donde los europeos sobresalen, en las orquestas mexicanas sucede esa ausencia.

Por no saberlo, y eso que voy con frecuencia, me perdí el Tercer piano concierto de Rajmáninov. Lamentable. Las obras de Rajmáninov no son frecuentes por su alta dificultad y son atractivísimas por su belleza, melodía y orquestación. Quiero enfatizar el talón de Aquiles de todas las administraciones: invitar personalmente por redes, celular, correos directos.

La invitación personal hace que uno la agende, la publicidad y difusión no, además no todos la captamos. Si repiten lo mismo conseguirán lo mismo. Cada concierto, lo merece. Es una excepción tener estos eventos de primer mundo aquí y gratis. paulchavz@gmail.com

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