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"COLUMNA"

"La Ruta del Paladar: El buqué gourmet de El Farallón"

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La ruta del paladar
18/10/2018

Había decidido, como entrada, por el Aguacate relleno de camarón, al tanto de que con este fruto no hay riesgo, tanto por su sabor avellanado como por su textura cremosa, de modo que va bien con toda proteína, excepto que, por verdor o maduración, no estuviera apto para el consumo. Pero el que llevaron a la mesa estaba al punto, firme y suave a la vez, acariciante del paladar, combinando a la perfección con camarones en trozos pequeños, bañados con aderezo de mayonesa y brunoise de apio, este tallo de sabor intenso y textura crocante que vino a exaltar, con roces de frescura, la totalidad del platillo. Pero el supervisor Luis Rivas llegó a ofrecerme una entrada más, de forma tan espléndida, que no pude resistirme a degustar lo que en la carta denominan Tostada de atún alegría.

Aguacate relleno de camarón

  Y literal: fue una explosión de sabores, un triunfo de la cocina de El Farallón, el tipo de bocados que se queda impreso en la memoria, parecido a esos sueños donde lo dulce, salado, amargo y ácido se balancean en perfecto equilibrio, por lo que no sería propio indicar que era una llana cevichada de atún, cuando en realidad se trató de una fiesta grata, con presencia de brunoise de pepino, pimiento rojo, tomate y cebolla morada, con el baño de una enigmática leche de tigre, esto es, una salsa con dejos de jengibre, soya, vinagre balsámico y aceite de oliva, más el topping de ajonjolí negro y natural, todo puesto sobre una tortilla wonton (de masa de harina de trigo y huevo), de origen oriental.

 

Filete a la miel con plátano y calabaza.

 

 

 Aún festejaba la Tostada de atún alegría, cuando me trajeron el Filete a la miel con plátano y calabaza, que -muy al estilo inglés- fue servido por Cuauhtémoc Landell, otro de los excelentes supervisores de El Farallón. Debo decir que el filete era de pescado ‘cabra’, de carne blanca y sabor suave, muy bien electo para dar realce a la salsa de miel con toques de jengibre y piloncillo, acomodado en láminas de plátano macho y calabaza, con topping de lechuga fresca. Bebía una copa de tinto, al cabo de la degustación del platillo fuerte, cuando el propio Landell, en un servicio a la rusa, se colocó a lado de la mesa tras un gueridón y con destreza espectacular se dispuso a preparar el postre, que consistió en láminas de plátano flameadas, adhesión de cerezas y otras frutas, servidas sobre una cama de chantillí, más nieve de vainilla de garrafa para acompañar. Una delicia.

Plátanos flameados

Fue una experiencia memorable. Real. Esto me ha dado pie para establecer que no hay equívoco: Sinaloa no sólo se distingue por la alta calidad de sus pescados y mariscos, sino además por la presencia de restaurantes de excelente factura, como El Farallón, con un servicio espléndido, donde el personal se desvive para que los comensales se queden no sólo con un buen sabor de boca, sino también de espíritu, porque su cocina se te queda grabada en las papilas; mientras el modo como te atienden, permite que te sientas feliz y que el alma se recree.

Por supuesto que cuenta con un saber acumulado de años (más de 50), con el suficiente buqué gourmet para halagar paladares.

 El Restaurante El Farallón, en Culiacán, se ubica por el boulevard Enrique Sánchez Alonso 2077, en el Desarrollo Urbano Tres Ríos. Arme su ruta y no deje de visitarlo, donde además se va encantar con su ambientación de diseño contemporáneo. Y es todo. Escríbame: contacto@al100xsinaloa.com

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