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"COLUMNA"

"Las alas de Titika: La simpleza de Sofía"

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LAS ALAS DE TITIKA

“Igual y soy feliz con tanta simpleza”, así respondió mi amiga al mensaje de que tenía para ella eso que llamamos “un buen partido”, algo que le ha resultado difícil de encontrar. Releí su respuesta: “Igual y soy feliz con tanta simpleza”, ¿a qué se refería? ¿A mi propuesta de partido, al futuro que vaticinaba con ese hombre? No sé por qué, pero en automático recordé la frase de la tía Juana al momento de responder un saludo: “Ta bien, ¡sin novedá! así de perpleja me dejó la frase de Sofía.

Sobra decir que Sofía se siente con elevadas dotes intelectuales, y que no ha encontrado en su vida hombre que la merezca. Además de buscar un compañero honesto con quien pueda discutir los inescrutables misterios de la vida, desea, en el tipo en cuestión, un físico atlético y un rostro de revista. En la búsqueda se ha topado con tipos que cubren al pie sus primeros requisitos, pero cuando Sofía toma distancia para apreciar la facha, éstos no cumplen ni la aprobación para contraportada de quinta, mucho menos para dar un paseíto con él a media esquina.

Ahí es cuando entro yo y le turbo los sentidos: —¿Dónde queda tu refinado y académico sentido de la belleza? Es bueno decir que Sofía ya no se cuece al primer hervor y que yo me encuentro en un sitio donde los tipos, sin entrar en detalles ni descripciones de ninguna otra índole, son esculturales y varonilmente hermosos. Así que le escribí para decirle que ya tenía la solución al desesperado problema de su vida —pues este es el año en el que Sofía se ha propuesto encontrar marchante—.

En mi nota fui clara: “Urge que planees tu visita, resulta que aquí los choferes, carteros, meseros, panaderos, jardineros y cuanto modelito voltees a ver está de portada". Creo que mi amiga se desencantó tanto de mi propuesta que lo único que alcanzó a decir fue: "Igual y soy feliz con tanta simpleza” ¡¿Perdón?! Dada la distancia no pude discutir el punto al momento, pero supongo que el “igual" es porque ella no supone felicidad, a menos que sea con alguien que considere de su mismo nivel intelectualoide. Da por hecho que semejantes personas no tiene educación; mis candidatos le resultaron incapaces y ordinarios.

La frase de mi amiga me lleva a pensar que ella aún mantiene la idea de que una persona escolarizada es alguien con mayores virtudes humanas y emocionales, cosa en la que difiero totalmente. Dónde aprendemos sobre la dignidad y la honestidad; sólo dos de las muchas virtudes que nada tienen que ver con el paso por las aulas. No hay título universitario para ser feliz, mucho menos para llevar una buena vida en pareja. Me queda claro que para Sofía la gracia y el entusiasmo para luchar y disfrutar el día a día no son cualidades fundamentales.

Qué hay de la simpleza de la vida. ¿Qué no el arte va en busca de la simple belleza? ¿Qué la vida no resulta en sí tan compleja que luego de darnos cuenta del caos que hay en ella preferimos la tranquilidad de una vida simple? ¿Qué no el rebuscamiento que encontramos en alguien termina por hartarnos y optamos por una relación sin sobresaltos? ¿Qué no admirar y encontrar la magia del color de las flores y del vuelo de las mariposas radica en poder maravillarnos con su sublime simpleza? A diferencia de Sofía, la tía Juana, en toda su sencillez, se regocija y saborea la vida con la mayor de todas las bellezas.

Comentarios: majuliahl@gmail.com

 

 

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