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"COLUMNA"

"LAS ALAS DE TITIKA: No apagues mi fuego"

"Espantado, abrió los ojos. La tenía encima de su cuerpo. No era un sueño, él estaba despierto y ella lo observaba"
LAS ALAS DE TITIKA

Espantado, abrió los ojos. La tenía encima de su cuerpo. No era un sueño, él estaba despierto y ella lo observaba. Estaban allí, recostados cara a cara. Le sonrió sorprendido ¿Qué pasó?, le dijo. Ya no te quiero. ¿Cómo? No sé, ya no quiero estar contigo.

Intentó incorporarse. ¿Qué dices? estás bromeando. No. Ya no te quiero, me voy. ¿Pero qué dices, qué pasó. No pasó nada, simplemente ya no siento nada por ti. Tragó saliva y su aliento era amargo. Intentó levantarse, ella no lo dejó. Lo observaba como si fuera la primera vez que lo tuviera de frente, que descubriera sus ojos, su nariz, un nuevo lunar. Guardaron silencio.

Pasaron los minutos. También la observó. Nunca le había dicho algo así, su tono era determinado. Habló como si jamás hubiera dicho otra verdad. Cerró los ojos y se deslizó, quedó pegada a su costado. Ambos veían el techo. Sus miradas quedaron fijas en la lámpara, esa que él había comprado sin consultarle y que fue la causa del primer disgusto

¿Era una lámpara la causante del desafortunado momento?, ¿designios del feng shui, como siempre decía ella? No, él regresó, aquel día, con la lámpara, porque le contó la mentira más inverosímil, le dijo que no había llegado a dormir porque atropelló a una perra y los perritos se habían quedado desprotegidos y tuvo que llevarlos a la casa de una amiga que se dedicaba a rescatar animales maltratados y abandonados.

Pero su amiga no estaba en casa y tuvo que tocarle al vecino para contarle el cuento del atropello y pedirle que si él se podía encargar de los cachorritos hasta que llegara la amiga pues él debía llegar a casa, que seguro su esposa ya estaría muy preocupada. ¿Y por qué no le llamas por teléfono?, le preguntó el hombre. Es que usted, no sabe, con el enfrenón, mi móvil salió volando y se estrelló, pero no me importó, con tremenda lluvia no podía dejar morir a los perritos. Lo bueno que a la lámpara no le pasó nada…

¿Se apagó el fuego?… ¿en qué momento nos llegó esto? Es una crisis más, seguro se le pasará. Cuántas veces en el bar, al filo de las cervezas, has escuchado a tus amigos hablar sobre sus propias crisis. Los has escuchado decir: "ya no la aguanto”, “por qué no se larga”, “es intolerable, le falta imaginación, sentido del humor”.

Tú los has consolado: “se le pasará”, “así son ellas, medias locas”, aunque pienses que ya es caso perdido. Te alegra saber que lo de ustedes va muy bien. No se los dices, tienes que ser solidario, alentarlos y darles ánimo. Eso hacen los amigos. Pero ella no te da tiempo, mira dónde están ahora.

Piensas en eso mientras tus ojos siguen fijos en la lámpara. Intentas descifrar lo que piensa ella. Optimista, imaginas: “no soportaré los domingos, él sabe que son mis peores días, que tenemos un plan fijo”.

Acomodas las ideas, te aterra saber lo que realmente está pensando. Nunca le habías escuchado ese tono. Nunca te había asustado como ahora. Nunca…, ella toma su mano; la siente tensa. ¿Me das un cigarro?, le pregunta ella. Pero si tú no fumas. Eso crees tú. Le da un beso y se marcha.

 

Comentarios: majuliahl@gmail.com

 

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