RAÚL RICO: Hacedor de carnavales
Ariel Noriega
Sabe de música, pero no canta ni baila; conoce de oropel y brillantina, pero no hace una carroza ni se anima a ponerse un antifaz; no se emborracha en Olas Altas y ni siquiera sueña con subirse a un carro alegórico... Raúl Rico González es mucho más que eso, él simplemente hace el Carnaval.
Detrás del ejército de miles de personas que trabajan día y noche para confeccionar el Carnaval más importante de México y uno de los mejores del mundo se encuentra un hombre que dirige la fiesta grande desde sus recuerdos de niño y las posibilidades del mundo moderno.
En su escritorio nacen las ideas que recordarán los mazatlecos durante años, un equipo selecto de artistas, técnicos, maestros y voluntarios le dan forma, y un millón de personas, venidas de todo el planeta, las hacen suyas.
Un niño en Olas Altas
“La casa de mi abuela estaba por Olas Altas y me iba al balcón a ver pasar la gente, jalar la tambora y ver el comportamiento del borrachito y de las familias. El Combate Naval me parecía impresionante, lo hacía El Polvoritas”, recuerda.
Al pequeño Raúl le tocó presenciar las primeras carrozas de Rigoberto Lewis, que le darían al desfile una identidad única y majestuosa; observó como los desfiles iban ganando en tamaño y altura.
Su padre organizaba los juegos florales en los años 50 del siglo pasado, cuando en 1953 Raúl Rico nació; incluso una anécdota recuerda que un médico que asistía a los juegos como invitado atendió a Raúl, entonces un bebé enfermo de escarlatina.
“Yo estaba enfermo, de 2 o 3 años, estaba sentenciado, no debería de amanecer al día siguiente, de fiebre escarlata, y no había un médico aquí que la curara, entonces mi papá fue a los Juegos Florales donde estaba como mantenedor el doctor Jesús Aguilar Pico, que era Gobernador y médico muy competente, y después de eso lo llevó a verme y me salvé”, recuerda Rico.
En ese entonces, los Juegos Florales se realizaban en el Cine Teatro Zaragoza, con capacidad para 3 mil personas, con un escenario que se comía las primeras cuatro o cinco primeras filas de asientos y con una severa formalidad, donde poetas y oradores daban paso a una caravana de artistas.
Sus primeros eventos
En la universidad conoció a Gerardo Maldonado, figura mítica del teatro y de Difusión Cultural del Tecnológico de Monterrey, quien lo adoptaría como su “hijo”.
Maldonado era el responsable de los grandes eventos musicales del Tec, donde conseguía montar, con puros estudiantes, espectáculos a la altura de cualquier teatro de primer nivel en el mundo; ahí un joven Raúl aprendería los cimientos de su verdadera carrera en el arte: la producción.
Con el título de administrador de empresas bajo el brazo, regresó al puerto en 1974, donde su padre inmediatamente le entregó la “estafeta” y le pidió que se encargara de organizar los Juegos Florales.
Con una pasión por la cultura, especialmente por la ópera, y con lo que había visto y vivido en Monterrey, el recién graduado comprendió que los Juegos Florales necesitaban una modernización inmediata, algo que después aplicaría a todo el Carnaval en general.
Después de varios años organizando los Juegos Florales, Rico va a tener su primera oportunidad como director general del evento.
Pero su llegada oficial a la dirección del Carnaval, en 1987, no fue fácil, apenas en su primer año y faltando dos semanas para el inicio de la fiesta grande renuncia y con él se lleva a todo su equipo.
Rico sale del Carnaval, pero al final la historia le daría la razón: la siguiente administración, dirigida por Humberto Rice, le vuelve a dar la oportunidad y en esta ocasión le dan la libertad necesaria para imponer los cambios que modernizarían la fiesta.
“Si me quitan el Carnaval me duele pero sobrevivo, en esos tres años que no estuvimos creamos Vivace y sin recursos externos pudimos hacer ópera, ballet, seguimos trabajando”, cuenta.
Sus secretos
Y aunque parece un sabelotodo, no lo es. Reconoce que hay muchas áreas que no son su fuerte, así que suma a personas que le ayudan a resolver esas tareas.
También tiene la suerte de contar con personajes que han coincidido en su época y la capacidad para aprovecharlos al máximo, uno de ellos es el director de orquesta, Enrique Patrón de Rueda, figura habitual en los grandes eventos del Carnaval.
Y como él hay decenas de grandes artistas y directores de las escuelas que aportan su arte y el material humano que se suma a la fiesta.
Su receta parece fácil: jamás explota, es experto en dar cuerda y estirarla cuando se necesita, y si es necesario es capaz de llegar a dar las gracias a cualquiera, por más importante o grande que éste sea, finalmente lo único que importa es la fiesta.
Epicentro cultural
“El nacimiento del teatro (Ángela Peralta) ha sido como un círculo virtuoso que fue transformado todo el Centro Histórico”, afirma.
“Hay lugares donde se iluminan los edificios, se arreglan las calles y no pasa nada, en Puerto Vallarta arreglaron el Centro Histórico y se vació. En Mazatlán no, porque está vivo, porque se usa y se usa bien, y hay un espíritu artístico, unos como espectadores y otros como artistas”.
Una de sus principales aportaciones es la de ver la formación de artistas como una industria que abastece los espectáculos mazatlecos y que finalmente nutre al Carnaval, y a su vez, la fiesta grande presta su infraestructura al resto de festivales culturales del puerto.
El futuro del Carnaval
“Si queremos que la esencia del Carnaval sobreviva tiene que seguir siendo de los mazatlecos, de ahí la importancia de las comparsas escolares, son parte de la fiesta, es un equilibrio entre lo que pretende ser profesional y lo que es espontáneo. En el momento en que se pierda el ingrediente popular se pierde el Carnaval”, dice Rico.
“No estoy hablando de ‘mocherías’ sino del buen gusto, de la civilidad, el buen trato, la cordialidad”.
El responsable de la fiesta grande de los mazatlecos da una clave para entender la forma en que defiende el destino de la fiesta.
“Lo que parece que todo es espontáneo en realidad es una canalización de voluntades. Sí hay un organismo rector que aprueba el tema, el diseño de los vestuarios de las comparsas, la aprobación de la música para tocar en la fiesta, la gente que se suba a los carros.
Y no deja los temas polémicos de lado.
“Aún la comunidad gay puede participar, dentro del buen gusto, de la temática del Carnaval, no se trata de ser mochos, se trata de tener un buen nivel en lo que se hace”.
“Algún día me voy a tener que retirar, y mi preocupación es formar un equipo sólido, que al año siguiente se pueda decir: ‘mejoraron lo que se les dejó, no se destruyó un proyecto’. Ahorita mi trabajo es la formación de gente especializada, ese es el reto”.
Una carroza real recorre la Avenida del Mar, en el cielo retumba el Combate Naval, suenan los papakis, bailan miles al ritmo de 10 bandas, la historia y la tradición de un pueblo viajan en una fiesta que tiene un verdadero rey que trabaja entre bastidores... apenas puede caminar un par de cuadras, no canta ni baila, pero puede hacer los sueños realidad.
PERFIL
Raúl Rico González
Maestría en Administración y Mercadotecnia para empresas sin fines de lucro, Austin, Texas
Administración de las artes, Ciudad de México
Diferentes talles de audio, iluminación y escenografía
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