"Reflexionar sobre la naturaleza y la violencia: Karen Villeda"

Es curioso que en el mismo año suceda que las dos obras ganadoras de los premios de literatura que se entregan en el Carnaval de Mazatlán toquen desde diferentes perspectivas un mismo tema. “Kus”, el poema ganador del Clemencia Isaura, es un poemario que reflexiona sobre la relación del hombre con la naturaleza y sobre la violencia, el mismo argumento aborda la novela “El salvaje”, ganadora del Premio Mazatlán de Literatura.

Esto habla de una necesidad de los escritores, de la sociedad, del ser humano, de revisar esas experiencias, profundizar en ellas, interiorizarlas y entender mejor las partes ocultas de esta especie animal llamada homo sapiens.

Karen se adentra en una cultura ancestral ya desaparecida, Los Nez Peirce, que vivieron en las montañas Rocallosas en lo que fue aridoamérica antes de la llegada de los españoles. Esta cultura fue colonizada y exterminada, la poeta se adentra en ella y se instala en su pensamiento, en su corazón, para ofrecer la experiencia de un pueblo que tiene una simbiosis con la naturaleza, que se cuestiona el sojuzgamiento y ve con perspectiva al conquistador.

“El poemario ‘Kus’ esta dividido en tres partes, es un poema de largo aliento, me gusta mucho la poesía narrativa en verso libre. Los temas que abordo son la violencia, la colonización que tiene que ver con la violencia. Nez Peirce es un pueblo que fue conquistado y exterminado, lecturas como ‘La visión de los vencidos’ de León Portilla te acercan a una visión diferente de la historia oficial y te pones en los zapatos de los que no escribieron la historia”, comentó.

“La voz que habla en el poema siempre está enfrentándose con la madre y con el padre, les cuestiona que no se defiendan de los colonizadores, tiene que ver mucho con la familia, la violencia nace en ese seno. Me interesa abordar temas que pueden parecer desactualizados, en este caso porque son parte de una historia que pasó, pero siguen siendo muy actuales”.

El lenguaje de ‘Kus’

“El lenguaje que utilizo para abordar los temas es irreverente, para lograrlo indago en mi voz infantil que no necesariamente tiene que ver con la belleza. Me enfoco en la parte siniestra, por ejemplo, en este poemario la voz del hombre es la voz de un niño, recuerda la historia de su pueblo, el niño es sometido y sojuzgado por la familia, igual que su pueblo es sometido por los colonizadores. Es un paralelismo”, dijo.

“Habla de la avaricia, de la búsqueda de la riqueza en una tierra que no es de ellos. El caballo es una figura que está presente en el poemario, es un animal muy maltratado. Cuando dejo de nombrar el caballo, sustituyo esa palabra con huellas y el lector percibe la presencia del caballo a través de ese elemento. La personas de esas culturas se nombran como elementos de la naturaleza para sentir que hay una comunión, una simbiosis con ella, si el río desaparece y yo me llamo como el río también desaparezco, si el árbol ya no está yo tampoco estaré”.

Mencionó que la tercera parte del poemario es como si un arqueólogo descubriera los poemas mucho tiempo después de desaparecida esa comunidad, y los trata de interpretar.

“Orilla al lector a reflexionar sobre eso, se crea una perspectiva que permite interpretar y entender algo que está lejano. Es como una segunda lectura, la arqueología cambia la lectura de las cosas”, refiere.