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"Rocío es una guerrera que lucha contra el cáncer de mama"

"Un día vi un granito en mi pecho, fue como si Dios me hubiera dicho checate, fui al Seguro Social, era marzo, me hicieron una biopsia, pero la cita para resultados era hasta septiembre"

ESCUINAPA._ Cuando se tocó, hace poco más de un año, Rocío pensó que era un granito en uno de sus senos.

Desde entonces han transcurrido muchas cosas que ha valorado, como la solidaridad de personas que no conocía, la fortaleza de su familia y lo que la mantiene de pie, volver a estar cerca de Estefanía, su hija menor, de 8 años.

"Un día vi un granito en mi pecho, fue como si Dios me hubiera dicho checate, fui al Seguro Social, era marzo, me hicieron una biopsia, pero la cita para resultados era hasta septiembre", explica.

Con 43 años y siendo una mujer sana, Rocío Sarabia Castañeda no pensó que tendría problemas, nunca había padecido ninguna enfermedad.

Debido a que la cita para conocer resultados requería meses de espera, buscó alternativas.

Llegó al Hospital Civil de Culiacán, el problema parecía que había avanzado, sentía más nódulos, por lo que se tuvo que hacer una biopsia más y ahí se confirmó el cáncer de mama en grado III.

No tenían dinero, sus hermanas empezaron a apoyar, al igual que el empresario Modesto Morelos, jefe de su esposo; Verónica Dueñas, quien se ha dedicado a apoyar a mujeres con su padecimiento; y el oncólogo de Mazatlán, Érick Hernández.

Así inició su lucha, dice, una lucha acompañada de la solidaridad y manos de gente que ni siquiera conocía, pero a quienes agradece.

La solidaridad la sentía y eso la fortalecía, precisa, pero su corazón se mantenía firme y positivo por su hija menor, pues los dos mayores ya estaban casados y con hijos.

Pero Estefanía, de 8 años, aún es su responsabilidad.

"Cuando le dije a mi niña que me quitarían un pecho y que tenía cáncer, ella aunque pequeña me dijo 'mami te vas a poner bien, sí te quitan un pecho no importa, estarás conmigo', y así en mis días más duros pensaba en que ella me esperaba", señala.

En diciembre de 2017 ya no tenía cabello por las quimioterapias, su cabello se cayó, pero estaba con su familia, sin pena salía a la calle, después uso una peluca.

Cuando el pecho le fue extirpado, en una clínica particular debido a que las citas del Seguro Social no llegaban, también se recuperó y salió a la calle, estaba sin una parte de su cuerpo, pero viva.

Las radioterapias que se consiguieron en el Seguro Social iniciaron.

De lunes a viernes estaba en Culiacán, por lo que debía dejar a su hija menor al cuidado de su papá.

"La ultima radioterapia me puse mal, muy mal, mi corazón lo sentía acelerado de más, recé y recé, le pedí a Dios vida, mi hija es pequeña, pensé en ella y así me tranquilice", dice.

Rocío es fuerte, aunque el estrés y los nervios de saberse con cáncer de mama aumentaron la presencia del vitiligo, que ya estaba en su cuerpo.

Es fuerte, asegura, porque en su problema de salud nunca estuvo sola.

"Estoy en vigilancia, pero creó que si Dios me mandó esto fue para hacerme más positiva, preocuparme menos por cosas que son sin chiste, siempre hay solución", comparte, mientras Estefanía, peina con sus manos el cabello de Rocío.

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