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"Mazatlán"

"Saber vivir: Síndrome de soledad inquieta"

"Columna semanal"

La cantidad de mis pacientes iban a la baja la semana pasada y avisamos la modalidad de video llamada o en casos muy especiales dar la consulta presencial, tomando todas las medidas preventivas.

Y de repente, la cantidad de pacientes subió considerablemente y pacientes de nuevo ingreso, pero de una forma sorpresiva.

Todos estos casos nuevos tienen algo de común entre ellos: son consecuencia del aislamiento social, como medida preventiva del contagio de la enfermedad del coronavirus, personas que ya tienen casi tres semanas en el encierro forzado por esta pandemia, entre los casos: mujer golpeada por su marido, mujer que la correteó la pareja por el patio con una pistola y a otra, con una navaja, dos hombres con intento de suicidio, hijos ya sumamente alterados con los padres y otros sucesos más.

El Síndrome de la Soledad Inquieta (SSI), Wikipedia: es un concepto muy reciente de la psicología cognitivo-conductual moderna y hace referencia a un estado del individuo en el que en los momentos de aislamiento social padece episodios depresivos leves, crisis nerviosas y búsqueda de compañía que le libere de los pensamientos irracionales invasivos de la mente.

La característica más destacable de este síndrome es la falta de autocontrol y autorregulación.

Estar aislado de los demás es una situación muy dolorosa, especialmente cuando este aislamiento no es buscado o deseado.

Los seres humanos estamos acostumbrados al contacto con otras personas para estar bien. Cada uno afrontamos el confinamiento de diferente modo. Sin embargo, nuestro cerebro puede sufrir unos efectos muy particulares en el presente contexto.

Las personas que padecen este síndrome se caracterizan por un perfil extrovertido atípico, con carencias afectivas tempranas y generalmente reducida capacidad cognitiva, lo cual le provoca pensamientos rumiantes negativos, sienten que nadie las toma en cuenta, que no los valoran, las personas sienten que nadie quiere pasar tiempo con ellos y en estos momentos, el pensamiento circular es, referente a que está en peligro de contagiarse del Covid 19.

Se toman medidas estrictas para frenar la propagación del coronavirus, las rutinas diarias se ven interrumpidas y el aumento del aislamiento social es una desafortunada realidad para millones de personas en todo el mundo.

Sabemos que debemos lavarnos las manos, desinfectar superficies y practicar el “distanciamiento social”; para proteger nuestra salud física, durante la crisis actual de Covid-19, pero ¿qué pasa con nuestra salud mental?

La historia es que a principios de enero se conoció que algunas personas estaban enfermas en China por un nuevo virus, surgido en el mercado de animales de Wuhan, nadie imaginó que dos meses después, la enfermedad llegaría a más de 100 países en todo el mundo y sería declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud.

Así, y en línea con las últimas recomendaciones del organismo internacional de “adoptar medidas drásticas y se ataque en conjunto la proliferación del virus”, el “distanciamiento social” se presenta como una práctica para reducir el contacto cercano entre las personas y frenar la propagación del virus.

La limitación de estas actividades sociales nos produce malestar que según cada persona se va a manifestar de diferentes formas. Para algunos como irritación, aburrimiento y ansiedad, y para otros, como falta de aire, sensación de encierro y molestias corporales.

Los sentimientos que producen el aislamiento y la soledad, pueden aumentar la probabilidad de depresión, presión arterial alta y muerte por enfermedad cardiaca.

También pueden afectar la capacidad del sistema inmune para combatir infecciones, un hecho que es especialmente relevante durante una pandemia.

Nuestro cerebro no está preparado para vivir en entornos de completo aislamiento.

Afortunadamente, el contexto en el que estamos ahora es distinto: estamos confinados, pero mantenemos el contacto social con los nuestros, a través de la tecnología, lo único es que debemos ser selectivos de qué vemos y qué escuchamos, evitar a toda costa contenidos violentos o depresivos, así como también los rumores y la información que no sea verídica, buscar contenidos de fuentes oficiales de salud.

Tome sus precauciones, se recomienda que tenga pensamientos positivos, haga actividad física, lea, vea películas, limpie su hogar, cocine, en fin, hay muchas actividades que pueden mantenerlo ocupado.

Incluso, si ya no aguanta el encierro, súbase a su auto y váyase a pasear por todo el malecón, escuche su música favorita o camine a cierta distancia por el parque, a veces 20 minutos son suficientes para un buen respiro, al llegar a casa tome las medidas preventivas y directo a una duch. Y así no permitirá que el SSI le afecte.

Aclaro que no estoy invitando a contagiarse y a salir de casa sin responsabilidad social, estoy totalmente de acuerdo con las medidas de prevención que nos proporciona el Subsecretario de Salud, el doctor Hugo López-Gatell, es más, yo recomiendo solamente seguir las indicaciones que él propone porque es una persona muy competente en el tema epidemiológico, hasta felicitado por la OMS de cómo ha llevado el proceso en el País.

Si considera que ya se encuentra con algunos síntomas emocionales, es mejor que se ponga en contacto con un especialista de inmediato, no espere más, no le dé pena, pues no se imagina la gran cantidad de personas que están pidiendo ayuda psicológica.

Más información al teléfono 982 5236.

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