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EL ROSARIO._ El más grande y honorable tributo que se le da a una reina, lo recibió la advocación de Nuestra Señora del Rosario, por parte de sus súbditos en la Tierra que lleva su nombre.

Miles de devotos se reunieron en su santuario, tapizado de piedra cantera y cuyo retablo contiene una ligera lámina de oro, en donde se entroniza la siempre venerada Madre de Dios, protectora de los rosarenses.

 

El primer domingo de octubre se realizó la multitudinaria fiesta en honor a la Virgen del Rosario.

 

 

A las seis de la tarde del sábado, en vísperas del gran suceso religioso, se llevó a cabo la recitación del santo rosario, obra piadosa que dirige el vicario Francisco Huizar Ibarra, dentro del cual se reflexionan los 20 episodios más sobresalientes de la vida de Jesús, acompañado de la siempre bienaventurada Virgen María.

Este recorrido fue modificado, ahora partió de la Capilla de la Santa Cruz, pasando por el Templo en Ruinas, para concluir en el Santuario Parroquial, sede de la gran festividad en honor a la Virgen del Rosario. Una gran obra de arte que tienen bajo su compromiso, rosarenses que aman la fe y a su terruño… ¡Una de ellas es la empresaria Martha Elena Solorza de Lozano, que lleva años dedicándose a esta honrosa labor y hace lucir las escenas de una manera impresionante!

En punto de las 11 de la noche del sábado, dio inicio el programa artístico, en el que los intérpretes Jesús Manuel Rivas Sosa, mejor conocido como Chucho, Eduardo Aragón Hernández, María Angulo, Juan Colín, Jorge Echeagaray y María Elena Leal Beltrán, acompañados con los acordes del trío de los hermanos Osuna, transmitieron todo el sentimiento a la feligresía, que seguía las notas de su serenata a la poderosa intercesora entre Dios y los hombres.

Jesús Manuel Rivas, mejor conocido como Chucho, fue quien abrió la admirada serenata.

 

 

Al finalizar la actuación de los artistas, dio inicio la santa misa, concelebrada por los sacerdotes Alejandro López Hernández, Francisco Huizar, Vicente Beltrán y Arnoldo Villa Peinado. La comunidad peregrina de la iglesia de San José de Aguaverde llegó a tiempo para vivir la solemne celebración a los pies de la venerada imagen.

 

Impecable actuación tuvo María Elena Leal Beltrán, durante su intervención en “Las Mañanitas” a la Virgen del Rosario.

 

 

La madrugada del domingo se hizo presente, como cada año, la comunidad de la Virgen de Loreto, proveniente de Cacalotán. Ellos caminaron nueve kilómetros para llegar a participar de la primera misa del gran día a las cinco de la mañana.

Durante el gran día, las misas se sucedieron una tras otra, al igual que las multitudes se aglomeraban en las puertas principales del templo o en el atrio del mismo, mostrando en su rostro del regocijo de haber podido cumplir el deseo un año más de volver a tener la dicha de visitar a la Virgencita.

Un gran descontento provocó en la población rosarense el hecho de que las primeras horas del día, se presentó una ligera lluvia y se percibía un cielo totalmente cerrado con espesos nubarrones. Sin embargo, a partir de las 11 de la mañana, todo empezó a mejorar y por la tarde, los rayos del Sol abrazaron a esta tierra ubicada en el sur de Sinaloa.

Luego de la misa vespertina, se anunció la procesión y se bendijo a los cargadores de la imágen. Los voluntarios del Movimiento Adoración Nocturna Mexicana sostuvieron la escultura sagrada entre sus brazos y la llevaron a paso lento hasta las andas cubiertas de flores, que la esperaban en el portón principal del recinto.

El trio de los hermanos Osuna musicalizó la espectacular serenata.

 

 

El contingente se puso en marcha por las calles, que lucían repletas de banderitas, líneas de pólvora, diversos adornos y en cada casa se veían los curiosos que se asomaban para ver pasar a la Reina. La música de banda sonó durante todo el recorrido, lo mismo que las aves marías, las alabanzas y las vivas.

En cada uno de los descansos, los guardianes de la imagen vigilaban el perfecto acomodo de su atuendo, la rociaban con delicados aromas y supervisaban el arreglo de sus velas, querubines y flores. Una interminable alfombra humana lograron los peregrinos que caminaron junto a ella, unos adelante y otros detrás, pero todos formando una fila que custodiaba el paso de la imagen más amada del sur de Sinaloa.

La procesión culminó en el templo parroquial, sitio en que se desarrolló el sacrificio de la santa misa y al culminar, se llevó a efecto un espectáculo pirotécnico, digno de tan memorable ocasión, el día en que los rosarenses ofrendan el más grande tributo a su patrona: la Virgen del Rosario.

Hasta aquí llegamos hoy. Los espero el próximo viernes con más información, si Dios lo permite y usted también. Recuerde, esto es Vox Pópuli, la voz del pueblo.

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