|
"COLUMNA"

"La solución de todos los males comienza en casa"

"Los padres, además de brindar abrigo, alimento y educación, deben respetar los derechos de sus hijos menores, por lo que nada justifica el no respeto a las necesidades, expectativas e intereses de los menores"

En nuestros días, el concepto “familia” evoluciona rápidamente, tal es así, que las familias contemporáneas distan bastante de las vetustas concepciones acerca de esta institución social, donde los niños y niñas debían cumplir las normas familiares, por encima de sus propios criterios, sentimientos y derechos.

La consolidación, durante todo el siglo XX, de diferentes movimientos políticos, culturales, y sociales tendientes a la transformación de los roles sociales desempeñados tradicionalmente por los menores y el reconocimiento casi universal de sus derechos, a lo que se sumó el hecho de cuestionar la violencia intrafamiliar, hicieron posible que el papel desempeñado por los niños y las niñas cambiara radicalmente y, en consecuencia, evolucionara el concepto de familia.

Para bien de todos, se está reconociendo, desde los punto de vistas legal, social y humano, que los padres, además de brindar abrigo, alimento y educación, deben respetar los derechos de sus hijos menores, por lo que nada justifica el no respeto a las necesidades, expectativas e intereses de los menores.

Lo anteriormente expresado está muy claro, aunque no todos los padres y las madres lo comprendan, y algunos cierran sus ojos ante esta realidad; pero lo cierto es que los menores sí han comprendido bien cuál es su rol en la familia, y conocen que tienen derechos que deben ser respetados; la escuelas y las redes sociales se han encargado de enseñarles, lo que algunas veces no se explica en casa.

Entonces. ¿Cómo ser padre o madre en el siglo XXI?

Para responder esta interrogante es importante recordar que en la educación familiar actual, lo que más se valora no es cuánto hemos sido capaces de brindarles materialmente a nuestras hijas e hijos, tratando de ser sus mejores “amigas” o “amigos”, y accediendo a todo lo que ellos exijan en nombre de sus derechos; mucho menos efectivos son los castigos absurdos e inhumanos que no llevan a ningún final feliz; lo importante hoy, es dedicarles tiempo, ganarnos su confianza con amor, afecto y una autoridad que emane de compartir con ellos y conversar. 

Es importante que les brindemos niveles de ayuda, por supuesto, pero no solucionarles los problemas que están a su alcance, para que aprendan a tener responsabilidad, darle valor a lo que tienen y proporcionándoles el desarrollo de sus potencialidades y talentos.

Lo anterior identifica que la familia es esencial para el desarrollo de la personalidad de cada niña y niño; es decir, en el contexto familiar es donde se reafirman la individualidad dentro de la proyección social que necesariamente deberán enfrentar nuestros hijos e hijas; por lo cual, es importante que tengan participación en la toma de decisiones familiares, y que aprecien que sus criterios son valorados, que se respetan sus opiniones y derechos; en otras palabras, debemos educarlos en el sentido democrático.

A todo lo expresado se suma otra consideración esencial, es necesario que sepan que tienen derechos que su mamá y su papá respetan, pero a la vez también tienen deberes que les exigimos su cumplimiento, sin restarles una cuota al amor de padres, pero tampoco sin flaquezas; para que puedan valorar que sus actos tienen consecuencias; si no aprenden esto en la familia, la sociedad será implacable con ellos y ellas en la exigencias de sus normas. De ahí, la importancia de estimular el desarrollo de hábitos de conductas y las habilidades necesarias para que sean personas conscientes de sus responsabilidades generacionales ante la propia familia y toda la sociedad.

En relación con éste último aspecto, resulta necesario que las familias desarrollen actividades conjuntas para favorecer la unidad familiar, ya que estas poseen un especial significado para el sostenimiento y desarrollo de esta importante institución social. En las actividades conjuntas siempre se comparten las necesidades, los objetivos, los sentimientos, los valores, los miedos y los modos de actuación que inducen y regulan el comportamiento y el prestigio familiar.

De este modo, dichas actividades pueden asegurar los componentes estructurales de cada familia; es decir se convierten en los soportes sentimentales, de acción y unión familiares; de ahí la necesidad que en cada núcleo familiar sus integrantes, en especial los padres y las madres, se preocupen por conocer cuáles son las actividades que prefieren realizar sus hijos, para hacerlas de manera conjunta, y se ocupen por desarrollarlas; los padres que actúen de ésta manera, sin lugar a dudas, tendrán éxitos en la compleja, pero necesaria y amorosa educación familiar.

Según mi experiencia de padre de familia y profesional de la educación, considero que los anteriores planteamientos son esenciales para comprender la magnitud y la fuerza de las influencias educativas que pueden ser generadas desde la familia; no obstante, estoy consciente de que la educación familiar es un proceso diferente al interior de cada familia; por lo cual, no existen dos familias iguales. No obstante, estas ideas pueden ser muy útiles, si somos capaces de ponerlas en práctica; ser pacientes, comunicativos, democráticos, exigentes y amorosos con nuestros hijos e hijas. Tal es la magnitud de los retos de ser mamá y papá, que la realidad supera con creces lo expresado aquí, estas letras solamente son un ligero acercamiento a una problemática tan compleja y diversa, que ningún tratado o manual de instrucciones de educación familiar, podrá reflejarla.

De ahí la importancia de apelar a que cada uno de

Periodismo ético, profesional y útil para ti.

Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.


Suscríbete
Regístrate para leer nuestro artículo
Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


¡Regístrate gratis!