|
Historia

Francisca cumple más de cuatro décadas conservando el tradicional tamal colorado

Al principio buscaba sacar adelante a sus hijos, pero ya se titularon; ahora hace memoria de su abuela que le enseñó el oficio

EL ROSARIO._ Como cada día desde hace 43 años, Francisca Vargas Pérez acude a la cabecera para ofrecer el conocido tamal colorado o nixcoco desde la comunidad de La Cruz Pedregosa.

Confiesa que además de su gusto por el comercio hay dos motivos que la impulsan a mantener esta venta, inicialmente para sacar adelante a sus hijos, pero principalmente el recordar a su abuela Agripina Rodríguez Contreras, de quien aprendió el oficio.

”Mirando a mi abuela me enseñé, ya que mis hijos fueron a estudiar para ayudarme con el hombre, los dos sacarlos adelante”, afirmó.

Gracias al oficio que heredó de su abuela manifestó que pudo sacar adelante a sus cuatro hijos Juan Manuel, Francisca, Santos Antonio y Liliana Guadalupe.

La seriedad en el rostro de Francisca cambia cuando explica sonriendo que con la venta de tamal colorado logró que sus hijos se titularan como tránsito, maestra, enfermera... y un borracho.

$!Francisca cumple más de cuatro décadas conservando el tradicional tamal colorado

Aunque originaria de Laguna de Beltranes, compartió que una vez casada tuvo que mudarse junto a su esposo a La Pedregosa, donde tiene 45 años radicando.

Detalló que por la tarde se dedica a elaborarlos y se levanta a las 5:30 horas del día siguiente para ponerlos a cocer, finalmente junto a su cubeta con tamales espera el camión pasajero en la carretera que la lleve a la cabecera donde los ofrece.

Sobre la venta, indicó que es todos los días, “aunque sea poquito”, los lunes y jueves llega en primer lugar al Hospital Integral, y el resto de los días en el centro para en ambos casos terminar en el mercado municipal “Miguel Hidalgo”.

Francisca manifestó que en ocasiones hace 100 o en otros días 140, y el precio pasó de 20 centavos hasta en la actualidad ofrecerlo a 8 pesos, al tiempo que explicó que ha tenido que aumentado un peso por año al encarecerse todos los materiales, principalmente la hoja para tamal.

Con la satisfacción reconoce que sus hijos ya son profesionistas, que cada quien tiene su vida pero ella disfruta salir a ofrecer su producto cada día.

”Todos mis hijos me dicen “no trabaje ya”, a mi dejenme les digo, mientras que yo pueda andar hay que trabajar, ya que Dios me diga “ya no”, ya me siento”, concluyó.

Periodismo ético, profesional y útil para ti.

Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.


Suscríbete
Regístrate para leer nuestro artículo
Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


¡Regístrate gratis!