|
Las alas de Titika

Había una vez...

LAS ALAS DE TITIKA

Había una vez... sentada en su mágico y verde jardín, abrumada a ratos por los ardientes rayos de sol, dibujaba su idílico mundo un sonriente ser alado. Pese a los secos temporales no hubo ninguno que apagara su infantil sueño tornasol. Danzaba, escribía y dibujaba afanosa sin prestar atención a bufónicas distracciones. De sus lienzos coloridos brotaban mariposas de colores, querubines y brillantes serafines; todas las invisibles criaturas la acompañaban; nada impuro tocaba su perfecto mundo...

Titika ha llegado a la edad de las ilusiones, este mes de noviembre cumple sus primeros 16 años de edad. En el intento, tocó las puertas de un periódico de su ciudad y le abrieron el espacio —siempre agradecida con Noroeste—. ¿Qué hace un lingüista?, fue su primera nota, resultado de una entrevista a un lingüista de El Colegio de México. De allí, físicos, matemáticos, biólogos, antropólogos, arqueólogos, veterinarios, fisiólogos, sociólogos, especialistas del deporte, de la naturaleza, del espacio, del ambiente, de la dramaturgia, de las letras, de la música... de las universidades y centros de estudio del país han conversado con ella y ella se ha deleitado con sus brillantes saberes.

La charla con una astrónoma le inspiró un cambio de tuerca. La astrónoma le dijo que empezó a divulgar la ciencia para intentar envolver en el mundo de las galaxias a su hermanito con síndrome de down. Quería que él entendiera y se enamorara de lo mismo que ella estaba descubriendo. Titika pensó en su madre y en su corto andar escolar, aspiró también a enamorarla con sus historias. El otro acercamiento decisivo fue la pasión que vio en los ojos de una física cuando —empezando a hablar de la función de la física en la detección oportuna del cáncer de mama—, la charla derivó en la casa de sus padres y en la cálida sobremesa que sostenían después de la comida. La científica hablaba y ella empezaba a imaginar una historia distinta, esa invisible que habita la vida de los personajes públicos. Titika pensó en su padre y en su amorosa e inacabada generosidad que la acompañaría siempre.

$!Había una vez...

Los amantes de Titika saben y siguen su vuelo —complicidad que ella atesora— y en ese mes de aniversario quiere compartirles y terminar el Había una vez... su aldea fue plagada de seres enanos y duendes primarios que como salvia putrefacta inundaron los árboles del bosque llenándolos del jugo de la desolación. Pero el ser alado, heredera de criaturas poderosas, de aprendizajes sabios, de decoro auténtico, de saberes ancestrales, sólo se tambaleó. Ignorada por gnomos fútiles y amada por peregrinos guerreros; ella sueña. Recordó sus inicio, cuando despertó al mundo desconociendo su fuerza, despojada de pericia, mas apenas la atravesaron las primeras flechas se erigió como toda una reina. Nadie le avisó que vivía, ella lo supo al paso, en el camino, con la experiencia; así dan frente sus diestras alas. Seres extraños, adversos, malignos han rondado su morada, pero ella compasiva, intuitiva como es, a todos los ha regresado a morar sus propias vidas; las que ellos quieran, las que cada quien elija; eso ya no es cosa suya. Una noche, de la nada, su luz más brillante se apagó, se acomodó entre las estrellas y silenció a todo su reino. Resurgió. Ese lucero ha guiado su existencia. Sus aflicciones se resguardan y renacen entre los campos de Dafnis y Cloe; reservado sólo para criaturas puras, decorado con rosas salvajes y protegido con libélulas multicolor. Su hada le ha dicho: “no importa que nadie lo sepa, lo sé yo”. Y colorín colorado... esta historia apenas ha comenzado.

Comentarios: majuescritora@gmail.com

Periodismo ético, profesional y útil para ti.

Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.


Suscríbete
Regístrate para leer nuestro artículo
Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


¡Regístrate gratis!