¿Cómo salir del subdesarrollo?

FACTOR HUMANO
07/09/2021

¿Qué botones tenemos que apretar para detonar nuestro potencial y mejorar integralmente como País? ¿En qué nos atoramos? Abordamos 3 botones que pueden ayudarnos.

Educación y progreso

Una realidad: un país progresa cuando el gobierno y sus ciudadanos se toman muy en serio la educación y tienen visión y ambición a largo plazo; los países con baja educación son pobres.

Los países ricos producen servicios y conocimientos, en cambio los pobres venden su mano de obra y sus materias primas y otros las explotan. Las tecnologías marcan las pautas y requieren más estudios.

¿Cómo andamos en México? Al 2020 un 50 por ciento tiene primaria, 24 por ciento media superior y solo un 21 por ciento estudios superiores, en el ciclo escolar 2020-21 la deserción fue de 5.2 millones de alumnos (Inegi).

¿Qué pasaría si subiéramos esas tasas? empezaríamos a exportar tecnología. Para esto necesitamos que la inversión en educación aumente y muy importante: que llegue a los alumnos y a las aulas.

Los sindicatos educativos se crearon para ganar poder político y controlarlo, no para mejorar la educación. Entre más ignorante la gente, más manipulable, la democracia prospera con la educación, muchos políticos pretenden conservarse, no servir al país.

Los 3 botones

Veamos ahora tres botones que pueden detonar la educación, entre muchos otros:

1. La formación personal

2. La formación de la inteligencia y

3. La enseñanza.

1. La formación integral. ¿Deberíamos esperar mejores personas de quienes más se educan? No necesariamente. ¿Por qué? Porque la educación académica se polarizó, se ha dedicado, sobre todo, a crear competencias, a saber más y hacer a la gente más capaz, pero no necesariamente ser mejor persona.

Desilusiona que ejecutivos y políticos egresados de las mejores escuelas no sean éticos y se dejen llevar solo por sus ambiciones, afectando a los demás y al País.

Cuántas decisiones que salen de las salas de consejo benefician a unos cuantos y afectan a la mayoría; véase la diferencia abismal entre lo que se cobra y se paga de intereses, amén de las altísimas comisiones bancarias.

Se estudia para tener éxito no para ser mejor persona ni ser más feliz. Este ha alucinado las mentes de los alumnos que compiten para destacarse a costa de lo que sea, vendiendo a veces su alma.

Un serio estudio trasgeneracional de Harvard demostró que lo más importante de la vida era algo muy distinto, ver mi nota al final.

La educación se materializó, es imposible para la gran mayoría pagar las mejores escuelas y por otro, la cuestionable educación masiva, que por un lado abre oportunidades a muchos y por otro enseña mediocridad.

No nos extraña que en los países subdesarrollados no se paga más a quien tiene más estudios, por eso muchos abandonan la escuela y se dedican a otras cosas y se dificulta encontrar trabajo titulado.

En segundo lugar, nos encontramos con un nuevo fenómeno: la estulticia estudiantil, causada por las adicciones a los celulares y a las redes sociales.

Afectándoles su capacidad de retención, falta de concentración, de reflexión, no sostienen un tema más de 10 minutos; pobreza de vocabulario, el pensamiento cabalga mejor con más palabras; mala ortografía, razonar con rigor lógico, subjetividad; dependen del aparato para memorizar las calles, para todo. Y me refiero a estudiantes universitarios y en las mejores escuelas.

En tercer lugar: la enseñanza. Se les enseña a memorizar, las carreras se convierten en una carrera de obstáculos, les cuesta mucho aterrizar los conocimientos, las materias son como un archipiélago de islas inconexas, ante un problema concreto suelen responder abstractamente.

Se enseña mucho, pero se aprende poco. Y se enseña con poco atractivo, se les llena de información que luego se olvida, por eso la escuela resulta fastidiosa, se ha perdido la motivación de aprender supliéndola por el interés y conseguir el papelito. La alegría del kínder se esfuma en las primarias.

¿Sentido común?

¿Cómo explicar el éxito de quienes no tienen estudios? Los que solo cuentan con su cabeza y ganas de prosperar agudizan su ingenio y su sentido común, en cambio, quienes tienen títulos se apoyan y se escudan en ellos para competir. Una cosa es saber pensar, ser ingenioso y creativo, otra es tener títulos.

Una pareja, por falta de dinero, regresó de aventón en su luna de miel y luego con ambición, una gran visión, olfato para los negocios, sin tener estudios creó varias empresas prósperas.

A su hijo mayor lo responsabilizaron, desde los 8 años, controlando los ingresos en un negocio, ese peso en sus espaldas, cuidarse de no ser timado y dar cuentas, agudizó su mente creando nuevas redes neuronales tempranas que facilitaron su aprendizaje integral después, destacándose. Mientras el papá hacía negocios los envió a estudiar fuera.

Se aprende realmente al crearse nuevas conexiones neuronales. Propiciemos que la educación sea integral haciéndonos más sensatos, más honestos, más ecuánimes, más serviciales, con sentido común y más conciencia cívica.

Eduquemos también el corazón y aprendamos a ser felices, en realidad para eso vivimos.

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