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"Teatro de calle"

"'Atacan' insectos en el malecón de Culiacán"

"Arañas y plantas carnívoras "devoran" la atención de cientos de culichis en un espectáculo fuera de serie"
06/11/2015 11:26

    El grupo de teatro de calle Sarruga invirtió los roles. Los insectos eran el público y la especie dominante, los insectos.
    El Malecón nuevo era el Macondo donde un grupo de gitanos maravillaban a los sinaloenses con sus artefactos maravillosos. Campamochas y hormigas, viudas negras y plantas carnívoras que se abalanzaban sobre la especie humana, y los pitos y timbales cambiados por música en carrusel.
    La perspectiva era diferente. Insectos amedrentando a niños y mujeres con sus resoplidos manipulados y su parafernalia adosada a su estructura.
    "No tengas miedo, no hacen nada porque son de mentiras", calma la señora a su hija.
    Insectos de fábula manipulados por hombres de una raza diferente. Solemnes en sus actitudes, manejando las entrañas de la visión o pesadilla. Contorsiones y movimientos de lengua lascivos del hombre-planta en cada tarascada de la carnívora.
    Música y luces sicodélicas que crean la atmósfera de circo donde la atracción de los insectos son los humanos, donde el hombre se aparta para que pase el mochomo enorme si no quiere morir despanzurrado.
    Jalones y gimoteos de los niños en brazos de sus padres y empujones de adultos que evitan las fauces de la planta. El no hace nada se repite y los insectos continúan su ronda en medio de la muchedumbre que se maravilla.
    "Mira, hijo, la campamocha", señala una madre a la mantís.
    Y a gente deseando tener la máquina de la memoria para recordar para siempre sus impresiones ante los insectos con sus engranajes manejados por un grupo de españoles que desparramaron la fantasía por las calles.
    Córrele que allá van, grita una mientras apura a su compañero. Del puente Morelos vienen bajando. La señora con sus aparatos ortopédicos, el señor con su hijo montado sobre la nuca para ver a los insectos que diario evita.
    La hormiga y la viuda negra, la mantís y la planta carnívora sobre ruedas incitan a la curiosidad y mueven a la admiración, en un mundo en el que los insectos eran las personas que se apartaban al paso de una especie que no buscaba el dominio de la tierra, sino el de las artes.