"'Conocí la cocaína en el colegio'"
Norma Alicia Sánchez
Tenía 14 años cuando conoció la cocaína. Fue en el baño del Colegio Sinaloa, institución católica y de buen prestigio económico, donde el chico más popular se la ofreció.
Guillermo Rodríguez Gaxiola no la pensó dos veces. Para ese entonces ya era un adicto a la mariguana, las pastillas sicotrópicas y el alcohol, sustancias que probó sin que sus padre, él ex director de un periódico local y ella ama de casa, se dieran cuenta.
Ayer recibió el Premio Coltzin al Mérito Ciudadano 2008 que otorga el Ayuntamiento de Culiacán, por haber superado 25 años de consumo de drogas, y haber logrado abrir su propia clínica que actualmente rehabilita a 36 mujeres.
'Quería entrar el círculo'
Estudiaba en la escuela Emilia Obeso cuando el chico más popular de la escuela le ofreció mariguana. Guillermo la probó y aunque dice que no le gustaron las alucinaciones que sintió, siguió haciéndolo y meses después ya estaba consumiendo pastillas y alcohol.
"A los 12 años probé mariguana y pastillas psicotrópicas. Saliendo de la primaria me metieron a la secundaria Emilia Obeso, me junté con un grupo de amigos que la verdad no eran nada convenientes. Uno de ellos, el más sobresaliente, el más popular, me ofreció un día la droga.
"Me fumé un cigarro y no me gustó porque me provocó muchas alucinaciones que no me agradaron, pero por seguir el mismo juego volví a probarla y poquito a poquito me fueron aceptando en ese círculo de amistades hasta que me clavé".
Tras consumir mariguana, pastillas y alcohol, entró a primero de prepa a un colegio particular y ahí fue donde conoció la cocaína, contó.
"La primera vez que yo la probé fue en el baño del colegio. Me vieron. Vieron que yo me metí con otro muchacho que me la ofreció, y por entrar otra vez al círculo la probé. Me corrieron de esa escuela por lo mismo, fue un golpe muy duro para mis padres".
De los 12 a los 14, sus padres no se dieron cuenta que Guillermo era ya un adicto.
"Eso se esconde en un inicio muy bien. En un inicio la puedes controlar, hay muchas maneras de mentir, de engañar a la gente, pero conforme va pasando el tiempo fue imposible", recuerda.
Lucha consigo mismo
Aunque su padres intentaron ayudarlo, Guillermo seguía consumiendo drogas
y su problema ya se había convertido en una enfermedad.
Desde chico empezó a trabajar, pero lo que le pagaban se lo gastaba en droga. Llegó a gastar hasta 800 pesos al día, precisa.
Tuvo varios trabajos y siempre destacó en ellos. Fue gerente de varias empresas, y trabajaba y se drogaba al mismo tiempo.
"Fui gerente de tres o cuatro empresas. Ganaba muy bien, pero siempre drogándome. Era algo muy difícil, era como una lucha por salir adelante. Sabía que estaba haciendo bien las cosas. En el trabajo iniciaba de los más bajo, por ejemplo, en la empresa Emaús (funeraria), empecé como vendedor casa por casa, drogándome, fui supervisor de ventas y luego gerente regional, pero siempre drogándome".
Crystal y narcotráfico
Siendo gerente general en una empresa de transporte en Tijuana conoció el crystal. "El crystal hizo aparte el resto de los vicios. Una droga que acabó con mi vida física, económica, moral, sentimental, todo lo que te puedas imaginar. Yo tomaba todos los días, llegaba con los trabajadores de la empresa en la madrugada, veía que estaban fumando y me empezaron a dar. Vi que con eso se me quitaba las ganas de tomar y me gustó".
De los narcotraficantes opina que son una escoria.
"Para serte sincero creo que son una escoria de la sociedad. Muchos de los jóvenes que ahorita están en este mundo de las drogas es en parte por la corrupción, el narcotráfico y la sociedad tan perdida que estamos viviendo".
Desde hace casi tres años Guillermo es director fundador de la Unidad Terapéutica Femenil que ha atendido a cerca de 300 mujeres. Actualmente 36 están siendo rehabilitadas.
"Me siento muy agradecido con Dios por darme una nueva oportunidad de vida. Es algo para mi muy importante estar recibiendo este premio puesto que no ha sido nada fácil. La vida de una persona adicta es una vida de sufrimiento", señaló.