"Cubre hielo a Mexiquillo"
Samuel Parra
LA CIUDAD, DURANGO._ Finos cristales cubrieron el bajío duranguense de Mexiquillo, enclavado entre los límites con Sinaloa, la tierra de este poblado parecía polvo de diamantes, obra natural creada por una masa de aire polar.
Las chimeneas parecían gigantes delgados de pie que sobresalían de las casas, otras eran pequeñas como enanos que humeaban cuanta más leña echaran al fuego, porque el frío no podía tolerarse.
Nadie salía de sus hogares antes de las 8:00 horas, a menos que los pequeños restaurantes ya estuvieran abiertos, sirviendo menudo colorado y gorditas de maíz verde, rellenas con diversos guisados.
Pedro David Amaya tiene 68 años de edad, salió a caminar sobre una de las calles de este poblado, pero se abrigó con su chamarra para tolerar la temperatura bajo cero grados centígrados, al punto de congelación del agua.
"Ahorita está normal (el frío), ya se está calmando, ya se va a calmar, el frío nomás dura este mes de enero y ya en marzo hace calorcito", mencionó.
Mexiquillo y La Ciudad, en Durango, son poblados que colindan por sus calles; ambas comunidades comparten una zona de bajío cuyo pasto enverdece con las lluvias veraniegas y se cubre de escarcha en invierno.
En esa extensión de tierra descansan criaderos de borregos, ganado bovino y porcino, además de varios aserraderos, una de las principales actividades económicas de los comuneros.
Pero los árboles talados, los tejados de las casas, sobre los carros, las charcas de lodo y hasta la ropa tendida en alambre de púas se cubrieron de escarcha, estaban casi blancos y los cristales podían tocarse con la mano.
Las escuelas permanecieron cerradas porque era domingo, aun en días hábiles el horario de clases en esta zona no se recorre por el frío, según una maestra que trabaja en la telesecundaria local.
"Sí ha estado haciendo mucho frío, porque normalmente no es este frío, este año ha estado más, más frío porque normalmente en este tiempo es más agradable", mencionó Mercedes Losa Castro.
Antes del mediodía desaparece la magia del bajío, el sol evapora los finos cristales de hielo terminando con el efecto invernal que lo cubre con escarcha.