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"Análisis"

"De Serrano, la desmemoria masoquista"

"El Colegio de Sinaloa presentó hace unos día 'A la Sombra de un Caudillo' de Pedro Castro, donde se narra la vida y muerte del general Francisco R. Serrano acribillado en la masacre ordenada, desde la Presidencia de la República"
07/11/2015 09:35

    Adrián García Cortés

    "Obregón y Calles, por su parte, al estilo más decantado de los caudillos del siglo XIX, traicionaron los principios democráticos y desconocieron a las instituciones por las que habían dado la vida más de un millón de mexicanos". (Francisco Martín Moreno, "México Acribillado").
    No es casual que cada día sea más reiterativa la cuestión del drama sangriento que vivió México en la década de los veintes. La figura del caudillo entra en conflicto con la conciencia histórica y a la par los investigadores se afanan por poner en su lugar a quienes el "santoral" oficial tiene en los altares cívicos como paradigmas de un pueblo en busca de su identidad.
    En Culiacán es frecuente que se comenten y valoren tales paradigmas, toda vez que su plaza y avenida principales, lleven el nombre de Obregón, al que Sinaloa nada le debe, excepto haber liquidado a los próceres y más destacados líderes que tuvieron el atrevimiento de pensar en la Presidencia de la República.
    Serrano, a la sombra de un caudillo canalla
    Días pasados, en el Colegio de Sinaloa se presentó el libro "A la Sombra de un Caudillo" de Pedro Castro, un distinguido investigador chihuahuense, donde narra con amplitud de fundamentos, la vida y muerte del general Francisco R. Serrano acribillado en la masacre ordenada, desde la Presidencia de la República, en Huitzilac, Morelos, camino de Cuernavaca.
    Fueron comentaristas Jaime Félix Pico, en representación de la Comisión Estatal de Festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, así como la senadora María Serrano Serrano, sobrina nieta del general sacrificado y el señor Jorge Buelna Serrano nieto, a su vez, de dos de los generales sinaloenses que cayeron por la ambición de Obregón de asaltar el poder por segunda vez.
    Lo interesante y aleccionador de esta presentación bibliográfica fueron los comentarios del público sobre: ¿Por qué se mantiene el nombre de Obregón en la Plaza Mayor y su principal avenida, como si no hubiera otros valores que los sinaloenses o culiacanense tuvieran para mostrarlos como un signo de identidad?
    Se ha dicho, a partir de que Sinaloa y Culiacán su capital entraron al programa de festejos de los aniversarios cumbres de nuestra nación, que poco valor tendrán éstos de no aprovecharse la ocasión para una revisión de las historias oficiales y restaurar los valores que realmente sean paradigmáticos, que sirvan de ejemplo a la juventud y futuras generaciones; o bien, reducir el culto a quienes brillaron por su méritos de armas (o por las balas) para exaltar las instituciones que le dieron a México su cohesión de Estado, por los cuales la Independencia y la Revolución se hicieron.
    A los amigos Obregón les pagó con muerte infame
    Con antelación, Francisco Padilla Beltrán, cronista e historiador, había escrito en "Álvaro Obregón y los generales sinaloenses" un recuento de seis generales sinaloenses que le rindieron lealtad a Obregón y le ayudaron a escalar las cumbres del poder, a los que, por haberse atravesado en sus ambiciones, ordenó liquidar; tales fueron Rafael Buelna Tenorio, Salvador Alvarado, Francisco Serrano y Juan Carrasco quienes tuvieron un "trágico final... Benjamín Hill y Ángel Flores murieron en oscuras circunstancias y bajo sospecha".
    De "reaccionario e infidente" acusaba Obregón a Rafael Buelna, "el granito de oro". Buelna murió en la toma de Morelia, "carraqueado" por las fuerzas del gobierno comandadas por el general Diéguez después de haber derrotado a Lázaro Cárdenas en Teocuitatlán y de perdonarle la vida..
    Salvador Alvarado, seguidor de Adolfo de la Huerta contra la imposición de Calles, fue traicioneramente asesinado por un pistolero a sueldo del gobierno central al grito de "Viva Obregón", al que como premio le otorgaron el grado de General del Ejército Federal con mando en Tabasco.
    Juan Carrasco tras haber "perdido" las elecciones en Sinaloa frente a Ángel Flores, fue hostigado por el autoritarismo del centro; Obregón utilizó a Francisco Serrano , secretario de Guerra, para formarle una situación de "enemigo", por lo que se unió a otros disidentes de Obregón al que tildaban como otro Huerta: "usurpador e ilegítimo". Fue muerto so pretexto de levantarse en armas por el general Alfonso de la Huerta, hermano del expresidente, en Nayarit, y su cuerpo fue exhibido en la plaza pública de Acaponeta.
    Ángel Flores se dijo que murió envenado con arsénico por haber competido con Calles, el ungido por Obregón, abatido por rumores de levantamiento armado.
    Benjamín Hill, sobrino de Obregón murió también supuestamente envenenado. Fernando Benítez, en "Lázaro Cárdenas y la revolución", afirma que "este hecho abría un período sombrío en que la intriga, el veneno, el asesinato y aún la matanza debían utilizarse sin regateo".
    La furia contra Serrano, de quien le debía la vida
    En el caso de Serrano, asociado a la masacre de Huitzilac (Morelos), hizo crisis la furia sanguinaria de la pareja Calles-Obregón, cuya culminación fue el asesinato del propio Obregón que, según Francisco Martín Moreno en "México Acribillado", no fue sólo de manos de José de León Toral, sino mediante un complot emanado del traspatio de los poderes fácticos de Calles que lo acribilló de 19 balazos de por lo menos seis pistolas.
    Acerca de Serrano, el tema de la presentación en el Colegio de Sinaloa, Jaime Félix Pico dijo: "Vivió a la sombra de un caudillo, que fue su gran amigo, de quien recibió como recompensa la más baja de las traiciones, ordenando su aniquilación por atreverse, en aras de la defensa de ideas políticas en que él creía, a disputar el poder al gran Caudillo".
    Serrano creía en el postulado revolucionario de la No Reelección por el cual se hizo la Revolución, y por eso se presentó como candidato a la Presidencia ante la obsesión obregonista de perpetuarse en el poder. De nada le sirvió a Serrano haberle salvado la vida a Obregón frente a Villa; con el vilipendio y la muerte le pagó.
    Roberto Cruz se excusó de ejecutar a su amigo
    Para que no haya duda del origen de la masacre de Huitzilac, Pedro Castro transcribe dos versiones de los protagonistas del drama:
    Una del general Roberto Cruz, durante su entrevista con el Presidente Plutarco Elías Calles:
    "Mi general, nos hemos dado cuenta de que se ha dado la orden de matar al general Francisco Serrano y a todos los acompañantes y vengo a pedir, mi general que revoque esa orden. El general Serrano no se ha levantado en armas ni hay nada que pueda perturbar la estabilidad del gobierno; si usted me autoriza yo salgo inmediatamente a Cuernavaca, me traigo al general Serrano y lo pongo detenido en donde usted me indique; castíguelo o destiérrelo, bajo mi más estricta responsabilidad yo lo levo a la frontera. Hice lo posible por salvar al general Serrano porque haciéndolo salvaba a todos los demás; nada pude conseguir porque como digo, estaba de por medio la terrible influencia de Obregón".
    La otra de Claudio Fox, autor material de la masacre en Huitzilac, cerca de Cuernavaca, durante su entrevista con Obregón: "... El 3 de octubre iba a regresar a Oaxaca, pero antes quise pasar –de puro lambiscón— a saludar al general Obregón en su casa de la avenida Jalisco. Eran como las nueve de la mañana de aquel para mi desgraciado día, me recibió. . . Yo estaba casi de salida cuando me alcanzó un ayudante diciéndome: "Mi general le llama nuevamente..." Dí media vuelta, entré a la sala y Obregón, de pie, tan sólo me dijo lo siguiente: "No te vayas hoy a Oaxaca; he pensado darte una comisión que ya tenía dispuesta para Roberto Cruz, pero qué bueno que hayas venido tú. Vete al hotel en donde estás y no salgas, yo mandaré por ti más tarde" Eran como las dos de la tarde cuando otro ayudante fue por mí. Y me llevaron hasta el Castillo de Chapultepec".
    Brilló el sarcasmo de Obregón ante el cuerpo
    Según versión de Claudio Fox, citado por Castro, al ver el cadáver Obregón hizo este comentario:
    --¡Qué feo te dejaron, Pancho...!- No digas que no te doy tu "cuelga"; en unos momentos más es el día de San Francisco". (pg 207) No en vano, en la presentación del libro los comentarios llamaron a Obregón: ¡la canalla!
    Los masacrados en Huitzilac fueron catorce: generales Francisco R. Serrano, Carlos A. Vidal y Miguel Peralta; Lic. Rafael Martínez de Escobar, Alfonso Capetillo (periodista), Otilio González (poeta), Antonio Jáuregui, José Villa Arce, Augusto Peña, Daniel Peralta, Ernesto Noriega Méndez, Enrique Monteverde, Carlos B. Ariza y Octavio Almada. De ellos, según Fox, cuatro eran sus amigos (Serrano, Noriega, Vidal y Almada). Serrano, en particular, quedó irreconocible, de ahí el sarcasmo tétrico de Obregón de ¡qué feo te dejaron Pancho!
    ¿Quiénes impusieron el nombre a plaza y avenida?
    En cuanto a la responsabilidad de quienes quisieron inmortalizar al Caudillo en Culiacán, vale decir que fueron siete regidores, presididos por Francisco Salazar, avalados por el gobernador Manuel Páez, todos callistas, y a iniciativa de Miguel S. Espinosa, quienes le dieron el nombre de Obregón a la Plaza Mayor y a la avenida principal el 10 de agosto de 1928, entonces denominada Veinte de Noviembre, apenas 22 días después de la muerte del caudillo.
    Denominación apresurada, pasional, vengativa, que además proponía se hiciera un obelisco en la Plaza y se colocaran tres placas, por los lugares que el caudillo había pisado, que nunca se hicieron. Sólo quedaron los nombres de la Plaza y la avenida que durante más de ochenta años constituyen la desmemoria de una política local masoquista por no atreverse a, ni siquiera, revisar el expediente del nomenclátor de una ciudad que busca su identidad, preconiza sus paradigmas, y paradójicamente propicia la exaltación de la metralla.<>

    (Recuadro)

    Responsables del Nomenclator Urbano:

    En la posibilidad de rectificar el nombre de la Avenida y la Plazuela Obregón, quienes podrían participar son:

    El Cabildo
    Los organismos culturales e Históricos
    Comisión de Festejos Bicentenario y Centenario
    Consejo Municipal de Nomenclatura
    Los operadores de directorios:
    Teléfonos de México
    Megacable
    Correos y Telégrafos
    Oficinas de Hacienda
    Recaudación de Rentas
    Vialidad y Tránsito
    Catastro Estatal y Municipal
    Sistema Bancario
    Comunicaciones y Transportes
    Comisión Federal de Electricidad
    JAPAC