"Disfrutan del mar, sol y arena"
Gabriel Cota Luque
LA VIZNAGA, SIN.- María y Alonso llegaron a la playa y de inmediato se internaron al mar, gozando de la tranquilidad de la bahía.
Al igual que cientos de vacacionistas, la pareja de hermanos acudió a este rincón del norte de Sinaloa para disfrutar de los días de asueto de la Semana Santa.
Caía la tarde del Viernes Santo y la familia llegó hasta la playa donde ya muchos bañistas estaban disfrutando del mar.
La de La Viznaga resultó una de las playas más tranquilas de la zona, donde la pequeña extensión fue abarrotada por las familias provenientes principalmente de las sindicaturas de Ahome e Higuera de Zaragoza o de la misma ciudad de Los Mochis.
Contrario al gran bullicio de El Maviri o de San Juan, en La Viznaga es menor la presencia de vendedores ambulantes en la playa, alejada también de las carpas de venta de cerveza o de restaurantes que sólo vienen a incrementar el alto consumo de alcohol.
Incluso este año fueron menos las casas de campaña que se colocaron en el lado "pobre" de la playa.
Aquí, en esta playa de contrastes, lo mismo se puede observar a familias acampando en una casa de campaña o, como la de Paloma, que llegó a la orilla del mar con cuatro mesas de plástico alrededor de las cuales colocaron sus respectivas sillas para disfrutar del lonche que ya llevaban preparado, sin faltar el acompañamiento de refrescantes bebidas, de acuerdo a la edad y gusto.
La tranquilidad en la playa se rompía con unos despistados judíos que ya en Viernes Santo recorrían el lugar para seguir ganándose unos pesos con sus danzas.
Al extremo izquierdo, en lo que se hace llamar como Las Salinas, es otro el contraste, pues ahí ya es una zona colonizada, con construcciones de material e incluso del disfrute de los servicios básicos.
Ahí, en Las Salinas, donde por las callecitas circulan sin parar las motocicletas, las familias enteras pasan los días en una comodidad envidiable.
Esta vez al escenario se suma un ingrediente más de morbo, como es el tour para observar el palacete que recién se construyó y cuya propiedad se le atribuye al gerente general de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Ahome, Gustavo Soto Portillo.
A la entrada de Las Salinas, antes de ingresar a la que se le señala como propiedad privada, opera una de las unidades móviles de la Procuraduría General de Justicia en el Estado, con un Ministerio Público del Fuero Común en guardia, atento a recibir o atender cualquier denuncia o hecho de violencia que pudiera presentarse.
Eso sí. Metros mas atrás, todavía sobre la carretera pavimentada, se mantuvo un cordón de cobro de "cuota voluntaria" para el acceso a las playas.
El actuar de quienes estaban aplicando el cobro, reforzado por la presencia de un elemento de la Policía Municipal, no hacía tan voluntaria la petición a los automovilistas, quienes prácticamente eran obligados al pago de los 30 pesos.
Escasa vigilancia policiaca
Lo que sí llamaba la atención entre los vacacionistas era el pobre operativo de vigilancia instrumentado por los diversos cuerpos policiacos y de auxilio.
A lo largo de todo el trayecto de Los Mochis a las playas de la sindicatura de Higuera de Zaragoza eran muy pocas las patrullas que se lograban observar.
El punto más numeroso se ubicaba en donde se desvían los caminos que comunican a las playas de San Juan y a La Viznaga, donde hasta unidades de Bomberos se mantuvieron prestos para cualquier auxilio.
Por las tardes al operativo se sumaba la presencia de médicos legistas para la práctica del Alcoholímetro entre los automovilistas.
Por lo observado y los resultados registrados, la de los médicos fue una asistencia más decorativa que efectiva, pues eran muy pocas las unidades que eran detenidas para revisar las condiciones de sus conductores.
Una prueba se tiene, en la tragedia que acabó con la vida de Rosario Ignacio López López, quien la noche del miércoles regresó de Las Salinas, a donde acudió a visitar a sus hijos, conduciendo su camioneta en completo estado de ebriedad.
El punto de revisión no detectó el estado en que se encontraba el profesor jubilado, quien metros adelante, antes de llegar a la comunidad de La Despensa, volcó su camioneta, provocándole una muerte instantánea.
Las otras playas
Donde sí se vivió un mayor bullicio fue en las playas de San Juan y El Maviri, que concentran el mayor número de vacacionistas en cada Semana Santa.
En San Juan la situación era de un desorden total, donde resultaba prácticamente imposible transitar a pie por la orilla del mar, debido a la gran aglomeración de personas.
El desenfreno fue mayor, al grado que por momentos hacía peligroso el disfrute familiar, debido a la brusca irrupción de personas que bajo los efectos del alcohol, todavía bote de cerveza en mano, escenificaban un bochornoso espectáculo de riña o simplemente ahí en medio de la gente pretendían vaciar los riñones.
Aglomeraciones todavía menores se reportaron en El Tabaco o La Robalera, que son otros puntos de playa donde la afluencia casi ya tradicional es de las mismas familias que por años han tomado esos puntos como sus sitios de reunión durante la Semana Santa.