"El gran truco de Heráldez"
CULIACÁN._ Menos de 10 minutos le tomó a Jesús Armando Heráldez Machado conquistar el poder dos años más.
La lucha por la dirigencia del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado dividió a sus integrantes. La Asamblea General del 2 de mayo fue el escenario de un campo de batalla, de una guerra anunciada que inició con protestas y terminó con riñas.
Los "heraldistas", vestidos de blanco, gritaron: "unidad". Los disidentes, grupos conformados por el ex dirigente Gabriel Ballardo Valdez; Juan Ramón Manjarrez, "El profe"; y Lilián Raygoza Ochoa, denunciaron un "fraude".
El caos reinó. Los golpes y las protestas se intensificaron entre los trabajadores.
Al final, emulando a un mago, Heráldez Machado escapó por la puerta trasera, cuando ya disfrutaba el éxito de su gran truco: movilizar sindicalizados que validaron su extensión de mandato hasta 2017.
La primera conquista
Desde el 2 de mayo de 2013, el dirigente sindical y su Comité Ejecutivo dieron el primer paso para perpetuarse en el poder. En esa Asamblea General, logró que la base sindicalizada le aprobara quedarse un año más, tal como lo hizo su antecesor Gabriel Ballardo Valdez.
Sin embargo, este año no sería tan fácil. Las voces disidentes decidieron romper la censura, y reagruparse.
Pero el líder les aventajaba un año. El acuerdo sindical lo protegió para no lanzar, en enero, la convocatoria para la renovación de la dirigencia, tal como lo estipula el artículo 5 del Reglamento Electoral del STASE.
Con esta protección legal, y con la capacidad de negociar con trabajadores y movilizar los recursos económicos, Heráldez Machado empezó su campaña proselitista.
Esto disgustó a los trabajadores, y fragmentó al Sindicato por grupos.
La operación
El gran truco fue ensayado.
La tarde del 24 de abril, en el Salón 53, Heráldez Machado y su séquito reunieron a los delegados sindicales y trabajadores afines para planear paso a paso cómo operarían para lograr el triunfo en la Asamblea General celebrada ayer, expuso un trabajador de la Dirección de Fiscalización, quien omite su nombre.
Y eso fue lo que sucedió. Aunque la Asamblea General estaba programada a las 11:00 horas, desde las 06:00 horas arribaron varios autobuses al Salón Las Flores, para introducir personas por la puerta trasera.
"A toda esa gente de blanco la estaban metiendo por detrás", denunció Beatriz Ávalos, trabajadora de la Dirección de Recursos Humanos.
- ¿Y quiénes son los que entraron por detrás?
"Todos los comisionados, los delegados de Armando Heráldez. Ellos vienen apoyar el más dos, y que se quede".
Ávalos fue una de las personas que se opuso a la entrada de los "acarreados", y por eso, fue golpeada.
"Lo que pasa es que llegó Martín Beltrán (secretario de Organización) diciéndonos que nos quitáramos de la puerta. Y nosotros le dijimos a él que: 'no, porque no era una puerta de acceso para entrar, que estaban metiendo personas por ahí'... Y empezó a agredir a los compañeros, (y les dijo:) '¡quítense, quítense!'; 'y por qué nos vamos a quitar', (les respondieron). Me dijo: ¡quítate!, me agarró y me golpeó", expuso.
Ese fue el primer conato de violencia que movilizó a la Policía Municipal y a Protección Civil del Estado, quien tuvo una actuación pasiva, cuando el caos reinó.
En protesta, los disidentes se rehusaron a entrar, pues ya había "heraldistas" al interior del salón.
El Notario Público número 160, Manuel Guillermo García Rendón, reportó 500 personas vestidas con playera blanca, cuyo eslogan era "unidos ganamos todos".
En tanto, el retraso de una hora, permitió a Ballardo Valdez promoverse políticamente.
"Gaby, Gaby, Gaby", gritaron los trabajadores a su paso, mientras él los saludaba.
"Estamos en la misma campaña", respondía al oído.
La entrada del ex dirigente intensificó la guerra, que empezó con porras confrontadas, y concluyó, en empujones y más golpes.
Los "heraldistas" comenzaron a gritar, otra vez, "unidad", "IPES", en referencia a la Ley de Pensiones del Estado que ha tenido un costo político para Ballardo, y con la cual le han hecho una campaña negra, acusó.
Así, bajo esta tensión, propiciada por la pugna entre los trabajadores, el líder sindical entró por la puerta principal, rodeado de sus seguidores, que gritaron su nombre como una estrategia de escudo en medio de aquel campo de batalla; mientras que otros lo repudiaron: ¡fuera!, ¡fuera!, ¡fuera!.
Pero Heráldez Machado logró instalarse en la mesa del presidium, y continuó con su plan.
Abajo del escenario, los oficialistas formaron una columna humana para protegerlo. Y después de iniciar la Asamblea a las 12:00 horas, Ballardo Valdez pidió intervenir para oponerse a la extensión del mandato, pero los trabajadores le impidieron el paso.
La furia se apoderó de ambos bandos, y comenzó otra ronda cargada de más ofensas, empujones, jaloneos, golpes.
Desde su asiento, Heráldez Machado observó el conflicto, sin intervenir, sin intentar detener los golpes, sin convocar a la paz.
Él continuó operando el truco: impuso al escrutador, la delegada mazatleca, Yadira Palafox.
La riña se intensificó, pero no impidió que el dirigente recitara su informe de labores, pero escondido detrás de la valla de los medios de comunicación que captaban el suceso. Ningún sindicalizado, de los miles que estuvieron ahí, logró verlo.
Fue un discurso rápido, duró menos de 10 minutos, cuando generalmente se prolongan alrededor de una hora.
Lo más importante en aquel momento era pasar al acto siguiente.
El acto final
La multitud gritó: "unidad", y entonces se le preguntó: ¿si están de acuerdo con la propuesta (de extender el periodo dos años más)?".
Y la decisión evidenció la división. Los "heraldistas" levantaron la mano para conceder seis años en el poder a su líder, el mismo periodo que un Gobernador, el doble del tiempo que estipula el artículo 191 de la Ley de Trabajadores al Servicio del Estado.
Los opositores, que eran mayoría, quedaron silenciados.
Aún así se validó la respuesta, entonces inició el festejo: más saltos y más gritos: "unidad, unidad, unidad".
Tras el acto, Heráldez Machado aprovechó la confusión de la masa, y como si fuera un mago se escapó del edificio, por la puerta trasera; mientras, sus seguidores lo escoltaron hasta la puerta de emergencia.
"¡Vente!, ¡vámonos!", le instruyeron durante la huida.
Así postergó su estancia en el poder.
El reniego
Tras el "fraude", como los sindicalizados calificaron dicho acto, decidieron marchar hasta el Palacio de Gobierno, con consignas de rechazo a su secretario General. En la explanada quemaron tres playeras oficiales con el logo "unidos ganamos todos".
Finalmente, fueron recibidos por el director de Gobierno, Raúl Pérez Miranda, en privado. Ahí establecieron iniciar una disputa a través de la Junta de Conciliación y Arbitraje, y establecer el diálogo en una mesa de trabajo con los involucrados.
...El acto fue consumado.