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"Análisis"

"El ruido, factor de violencia"

"Muchos de los hechos violentos en Culiacán se originan en el vientre de la madre. En la familia y la sociedad está la prima tarea de evitarlos; la autoridad debe aplicar reglamentos y ser solidaria social"
06/11/2015 10:23

    Adrián García Cortés

    Dígase de ya: ¡el ruido no es un juego! Tan no lo es, que en Sinaloa y, particularmente, en Culiacán es tan patético que daña más que la creciente violencia vivida en los últimos años. Porque de Culiacán, hay que decirlo aunque nos duela, el ruido es un arma que mata más que una R-15, aunque de manera lenta y evolutiva.
    Analizado histórica, médica y socialmente, se puede asegurar que mucha de la violencia que se vive es fruto del ruido en el abuso convivencial, del modelo de vida que tanto se celebra y de las prácticas cotidianas y festivas en el seno familiar.
    Hasta podría apuntarse que la violencia que tanto queremos combatir con ejércitos, armas de alto poder, mecanismos policiacos y judiciales, se origina en el vientre de la madre cuando teniendo en gestación al futuro bebé lo expone a la tortura de las fiestas familiares, de grupos, de despedidas y de hasta "baby shower".

    Las molestias auditivas
    están en todas las calles

    Lo cierto es que la estridencia sonora en Culiacán rebasa los 85 decibeles, medida que anuncia ya molestias auditivas, pero que son el común en la calle, en los camiones, en los restaurantes, en las fiestas populares, en los mítines políticos y, ¡no se diga!, en espectaculares y muy de moda antros donde, además del ruido superior a los 110 decibeles, se añaden drogas, alcohol y esas fuentes luminosas que mediante sus rayos destellantes producen, también, daños oculares.
    Del ruido de la calle nadie escapa; abundan los altoparlantes con que las casas comerciales quieren competir sus productos; los automotores añadidos de bocinas que ensordecen inmisericordemente en una sinfonía terrorífica que suele alcanzar hasta los 135 decibeles con daño irreversible del oído.
    Cuéntase que en un festival de "rock" en el hipódromo de Rosario, Argentina (5 de febrero de 2000), organizado por una televisora local, se reunieron nueve mil personas. Los aspavientos de la multitud que suelen mostrarse a menudo como éxitos de popularidad, son cosa tan común que nadie les presta importancia, pese a que son accesos de locura que al tiempo genera grupos con daños auditivos hasta la sordera total.
    Cerca del festival había una caballeriza con 500 equinos. Algunos valuados en 20 mil dólares. Todos enloquecieron con el estruendo "rockolero", intentaron escapar a la tortura, chocaron contra tabiques y portones, se lastimaron gravemente. Los equinos no pudieron ya competir.

    Los antros son fuente
    de tortura consentida

    Lo cierto es que la mayoría de las bandas de "rock" operan a más de 120 decibeles, y no se diga de las discotecas o "table dance", donde nadie escapa a la sordera, a la hipertensión y a la habitual tendencia al desequilibrio y la violencia.
    Ahora bien, ¿qué es lo que ocurre en el oído con los impactos sonoros? Lo primero que hay que determinar es que el sonido (en nuestro caso el ruido), actúa como una fuerza física sobre la membrana que lo reproduce e introduce al interior de la cabeza para su inserción al cerebro. Al oído se le clasifica como externo (la oreja, el conducto auditivo externo y el tímpano); medio (la caja del tímpano con los huesecillos, músculos y ligamentos, las trompas de Eustaquio que lo une a la faringe y representa la única vía que le permite penetrar al aire exterior); e interno (con el caracol formado por cavidades y laberintos).
    El oído interno está siempre lleno de líquido y en él se mueven vellosidades muy pequeñas que hacen las veces de reactores químicos que estimulan las células sensoriales auditivas y generan corriente eléctrica al cerebro, donde la señal auditiva es percibida e interpretada.
    Esto significa que el proceso auditivo afecta al organismo humano por dos vías plenamente identificadas: la eléctrica que estimula el sistema nervioso y hace reaccionar violentamente, y la bioquímica que anida en las células cerebrales, identifica la memoria y ordena la producción hormonal vía la adrenalina.

    El tímpano: un tambor de
    guerra que pide refuerzo

    El ruido frecuente que golpea los tímpanos pudiera explicarse con el uso de tambor de las bandas de guerra, cuya piel que emite el sonido ha de ajustarse cada vez que deba ser tocada con los palillos. Si esto no ocurriera, la piel que debe estar siempre tensa, se afloja y distorsiona el sonido para producir un ruido molesto. Es lo mismo que ocurre con el tímpano al golpeteo del ruido; sólo que a éste no hay quien lo ajuste y al tiempo se va ablandando de tal manera, que deja de producir sonido, en el caso humano, de transmitir el sonido, lo cual produce la sordera.
    La sordera, aunque sea el resultado final, en el trayecto ocasiona daños irreversibles como: estrés, desequilibrio mental, hipertensión, concentración de adrenalina, irritación permanente, falta de concentración, dificultades de convivencia, alteraciones al ritmo cardiaco con afecciones coronarias y neurovegetativas, además de problemas gastrointestinales, irritación continua y alteraciones mentales, todo ello contribuyente de la violencia y hasta la muerte orgánica u homicida.

    La familia: ¿qué hacer
    para reducir la violencia?

    Ahora bien, se decía en texto anterior sobre la violencia que mucho de ella se originaba en la familia. Si esto es así, nos preguntábamos: ¿qué hacer; como integrarse a la sociedad para combatir este síndrome de exclusiva responsabilidad humana y social?

    He aquí unas sugerencias:
    1. Estar conscientes de que cualquier exposición del niño, aun antes de nacer, a todo tipo de sonido o ruido que rebase los niveles permitidos --no por autoridad, sino por capacidad de percepción y tolerancia humana--, tendrá siempre efectos nocivos para la salud.
    Ya se ha dicho, y así lo consigna el Reglamento de Ecología de Culiacán, que el nivel promedio no debe rebasar los 68 o hasta 70 decibeles. En Culiacán se vive bajo el estruendo de los 85 (común en camiones, reuniones familiares y de cafeterías y restaurantes), donde suelen alcanzarse en festivales multitudinarios hasta 110 y 120 decibeles.
    2. Evitar en lo posible organizar o asistir a reuniones o festivales ruidosos, donde no se cumplan con los niveles permitidos, sobre todo las mujeres en proceso de gestación. El feto desde que forma celularmente al ser humano, es muy sensible a este tipo de impactos, y es ahí donde se inicia un estado de violencia genética que al tiempo se traducirá en riesgo social.
    3. Colaborar o exigir con la autoridad en que se cumplan las disposiciones reglamentarias. Está vigente un Reglamento de Ecología de 1999 que a la fecha ya es obsoleto; pero las disposiciones sobre el ruido son aún válidas para que la autoridad las aplique, la sociedad las respalde y las familias las hagan suyas como un compromiso de salud personal y colectiva y sobre todo para alcanzar un nivel de vida sin violencia,
    Con que se cumplan estas tres reglas tan sencillas, mucho habrá de ganarse. Los resultados no son de un día para otro; pero tampoco la violencia se produjo ayer, y tiempo habrá para que una y otras sustenten la catarsis que la sociedad sinaloense y culiacanense necesita practicar con apremio.

    adriang@live.com.mx


    REGLAMENTO DE ECOLOGÍA

    Facultades del Ayuntamiento

    Art. 7. XXIV.- Vigilar que las fuentes generadoras de emisiones de ruido. . . den cumplimiento a las Normas Técnicas Ecológicas.

    XXXIII.- Realizar visitas de inspección a establecimientos, servicios, instalaciones, obras o actividades públicas y privadas, en su caso, imponer las sanciones que procedan por concepto de violaciones a este Reglamento.

    Política Ecológica Municipal:

    Art. 9.- III. Las autoridades municipales, así como la sociedad, deben asumir la responsabilidad de la protección del equilibrio ecológico.

    IV. La prevención de las causas que los generan, es el medio eficaz para evitar los desequilibrios ecológicos.

    IX. Toda persona tiene derecho a disfrutar de un ambiente sano, las autoridades, en los términos de esta y otras leyes, tomarán las medidas necesarias para preservar ese derecho.


    Prevención y Control

    Art. 61. I. Regular, controlar y disminuir la emisión de humos, gases, partículas contaminantes y ruidos, producidos por los vehículos automotores que circulen en el territorio del municipio.

    Contaminación por Ruido

    Art. 146. Para los efectos de este Reglamento se consideran como fuentes fijas emisoras de contaminación por ruido todo tipo de establecimientos industriales, comerciales, de servicios, clubes cinegéticos y de tiro, ferias, tianguis, circos, terminales, lugares de reuniones y bases de vehículos de transporte público, urbano y por fuentes móviles, generadoras de contaminación por ruido, los automóviles, autobuses, camiones, camionetas, tractores o cualquier otro vehículo automotor.

    Art. 147. El nivelo máximo permisible de emisión de ruido proveniente de fuentes fijas, es de 68 decibeles de las seis a las veintidós horas, y de 65 dB de las veintidós a los seis horas.

    Art. 160. Queda estrictamente prohibido dentro de la zona urbana, el uso de aparatos de sonido o instrumentos de altavoces con fines de propaganda o distracción que afecten a la vía pública o causan molestias y alteraciones al medio ambiente de los vecinos. 


    INTENSIDAD DEL SONIDO

    Decibeles Ejemplos

    0 Umbral de sensibilidad del oído humano.
    10 Susurro de hojas; murmullo débil a 1 m.
    20 Huerto silencioso.
    30 Cuarto en silencio; medio ruido en la sala de espectadores; violín pianísimo.
    40 Música plana; ruido en habitación.
    50 Débil sonido de altavoz; ruido en restaurante u oficina con ventanas abiertas.
    60 Radio receptor; almacén; habla a 1 m.
    70 Ruido de motor de camión o en un tranvía.
    80 Calle ruidosa; oficina de mecanografía.
    90 Bocina de automóvil; gran orquesta sinfónica en fortísimos.
    100 Máquina de remachar; sirena de automóvil.
    110 Martinete neumático.
    120 Motor a reacción a 5 m; truenos fuertes.
    130 Umbral de la sensación dolorosa; el sonido ya no se percibe.

    Ilustre señor ilustrador: por apremios temporales no pude reunir ilustraciones apropiadas. Ruego que se usen, como ha ocurrido, material de archivo, en este caso, todo aquello que produzca ruido: interior de camiones, restaurantes muy nutridos, fiestas populares o infantiles, bocinas en calles y casas comerciales, en suma: sobra de donde tomar imágenes.

    Vale: AGC