"La palabra universal"
Fernando Alarriba
El auditorio está sumido en el silencio, roto sólo por momentos con las voces de los niños. Un silbo enronquecido, una voz que se recoge en lo más hondo de su ser los lleva por pasajes donde la memoria se incendia, donde la palabra juega y rompe límites, donde Gotán invade con amorosa furia la noche mazatleca. La poesía de Juan Gelman ha encallado en el puerto.
Cuando este autodenominado "ArgenMex", nacido en Buenos Aires en 1930, radicado en México desde hace casi 25 años, lanza en la Feria del Libro Mazatlán 2013 las visiones de Ofelia, esa dama que pasea su cuerpo bañado por los soles de Italia, cuesta trabajo creer que sea el mismo hombre que en algún momento estuvo plagado por un odio e impotencia causados por la muerte de sus amigos, sus hijos, de su nuera que llevaba en su vientre a una criatura, Andrea, a quien encontraría más de 20 años después; marcado por el exilio, todo por la junta militar que gobernó Argentina de 1976 a 1982; el hombre que viviría sin poesía por cuatro años y que sólo la palabra líquida del romanesco, la lengua que inventó Dante, la lengua vulgar de Italia, pudiera liberar en una serie de sonetos pornográficos.
"La poesía no depende de la voluntad. La poesía llega cuando ella quiere y se va cuando ella quiere, es una señora muy esquiva, y cuando llega hay que recibirla; pero no, para mí, es la pasión de mi vida."
"La señora" llegó a Juan Gelman desde los cuatro años, desprendida de los labios de su hermano, quien le recitaba en ruso poemas de Alexander Pushkin.
En un hermoso, justo y abundante discurso de José Ángel Leyva, comentarista de la obra, titulado Juan Gelman, El árbol de la poesía, el bardo duranguense definió la obra gelmánica como imprescindible y entrañable.
Como una obra que no presenta un estilo, sino un lenguaje construido por la necesidad de romper los límites de la palabra, de dialogar con otros autores y tiempos, de hacer que el español de los distintos países de América, el yidish, el ruso, el italiano, el safardí se hermanen y nutran la existencia, que la expliquen y traten de encontrar un origen, pese al riesgo de perderse: lo único seguro será el asombro ante la música y los misterios que la poesía revela, para luego escapar.
n ¿En dónde nace la palabra?
"No sé. Mire yo creo que todos escribimos sobre pocas cosas. Son como obsesiones que uno tiene, y a mí me gusta mucho la definición de belleza y de hacerla de Sor Juana, porque ella la compara con una espiral; entonces esas pocas cosas de las que uno escribe, a medida que pasa el tiempo, uno tiene más experiencia en la vida, más lecturas.
Es como un recorrido, y cuando uno recorre la espiral y cuando escribe sobre lo mismo que escribió hace 20 años escribe diferente, porque está mirando lo mismo desde otro lugar. Y esa es la desesperación también
uno está contento con eso, dice ¡qué bien!, y al mes dice ¡qué mierda! Porque uno ya no está conforme".
Para Gelman, la desesperación encuentra reposo en las voces de los otros, en los festivales de poesía y encuentros literarios que como FeliMaz, sirven para acercar a América Latina, para formar una gran comunidad en torno a una actividad "inútil", pero que siempre reinvidica al hombre.
"Nosotros estamos pasando por un período histórico bastante oscuro, y sería muy fácil atribuir eso a la televisión, la mercadotecnia y todo eso que atenta contra la lectura de la poesía; yo creo que el tema es un poquito más hondo y lo que percibo, y es a mi juicio solamente, es como que hace muchos años, se trata de recortar a la gente la vida espiritual, no estoy hablando de religión, estoy hablando solamente de la vida y el espíritu. Y yo creo que eso empobrece, así como creo que la lectura, la literatura en general, y la poesía en particular, enriquecen."
Gelman toma su larga, cana y delgada cabellera. Sonríe, y la esmeralda cansada de sus ojos brilla mientras los aplausos cobijan su figura serena. La gente sube por una firma, por más preguntas sin contestar, su generosidad se refleja en las fotos que se toma con todos, con el hada de la feria que, como la poesía, anduvo revoloteando insistente, esquiva y bella durante toda la jornada.
Para este fuerte candidato al Premio Nobel de Literatura, ganador de numerosos galardones entre los que destacan el Premio Cervantes en 2007, el más importante de las letras hispánicas, el único premio real son sus lectores, y en Mazatlán una nueva comunidad forma parte desde ya, de la eterna ruta de este exiliado universal que nos conduce a casa a través de su palabra.
Los lectores
"Ese es el único premio de verdad. Una vez estaba en Buenos Aires, ya después de la dictadura, estaba Benedetti también y en una radio nos hicieron una entrevista a los dos. Justo en ese momento él había sacado un libro y yo también. Había varias personas porque fue en un café. El locutor le dice a Benedetti por qué no lee un poema de su libro, él lee uno, luego me toca a mí; abro el libro, había un poema de amor; termina la entrevista, yo estaba de pie para irme y se me acerca una de las chicas que estaba ahí, me dice: '¿Usted escribió ese poema?', le digo sí, y me dice: "¡Hijo de puta!"... le dije, mire disculpe, entiendo que el poema no es una maravilla, pero yo soy un hombre decente y me dice, "¡No!, hijo de puta un ex novio que tuve que me lo dio como de él!"