"'La tierra no se está quieta'"
TAMAZULA, Durango._ "Nosotros pensamos que ese iba a ser nuestro último día. Que ahí íbamos a quedar", relata María del Carmen Zavala, pobladora de El Palmarejo, Durango. El lugar más afectado.
Algo pasa en la sierra de los municipios de Tamazula y Topia que hace que la tierra tiemble y los cerros crujan cada 5, 10 ó 15 minutos desde el sábado pasado.
Algo pasa en la sierra de Durango que ha hecho que cientos de pobladores abandonen sus bienes para trasladarse a viviendas de familiares en la cabecera de Tamazula o de Culiacán para acudir a albergues y hasta a hoteles.
Algo pasa en la sierra que ha dejado pueblos enteros sin habitantes. Despoblados.
Según los lugareños más antiguos, este fenómeno ya sucedió una vez, hace 70 años.
"Esa vez tembló así durante 3 meses", recuerda el adulto de canas y piel delgada Juan Aispuro Aispuro, poblador de El Palmarejo.
Pero en esta ocasión los tres meses pasaron hace 12. Los lugareños llevan año y medio con movimientos telúricos espaciados por días o semanas y, desde hace seis días, no ha pasado un cuarto de hora sin que se escuche a la tierra tronar. Fue el mismo sismo que se sintió en Culiacán el sábado a las 21:00 horas, pero allá más fuerte, y lo peor aún continua.
"Yo casi no oigo el mar, pero a como me dicen, la tierra suena como si estuviera escuchando el mar cuando se enoja. Nosotros nos asustamos mucho porque pensamos que se iba a caer la casa", dice Francisca Fernández Núñez, de 43 años; 29 de éstos como habitante del poblado La Junta. "La casa de nosotros se cuarteó. Toda la pared se 'pozoleó', se reventó".
Francisca es una de las más de 200 personas que se encuentran en la Secundaria General de Tamazula, sitio habilitado de urgencia como albergue ante el arribo inesperado de los pobladores de pueblos aledaños a la cabecera municipal.
"Ahí en el rancho lo sentimos pero bien fuerte. En el mismo momento se vinieron unos derrumbes de unos cerros que son altos. Se derrumbó del lado sur y del lado norte", afirma Lucio Ruiz, quien habita la comunidad Los de Diarte desde hace 58 años. Desde el día en que nació.
Los pobladores albergados desean irse del refugio. Quieren regresar a sus pueblos. La mayoría a 3 ó 4 horas de distancia en vehículo. Ahí dejaron casas, siembras, ganado, todo. Ahí nacieron, crecieron, se casaron, enterraron a sus muertos.
Es difícil desprenderse del terruño, dicen, pero el temor es tan grande, que no pretenden regresar si la autoridad no examina con seriedad la zona.
"Que nos digan si es riesgoso pa´no ir y, si sí se puede, para irnos porque ya es tiempo de aguas y hay que sembrar. Aquí estamos deoquis y enfadados", solicita Lucio.
El albergue de la secundaria es el más grande de los dos que existen. El otro es una casa que rentó la Alcaldía para darle asilo a otra familia.
SOS en Tamazula
Mientras los albergados esperan los estudios de la autoridad de Durango, de Sinaloa, o de quien sea, el Alcalde de Tamazula, Rigoberto Ríos Castillo, espera la ayuda del estado al que pertenece legalmente, Durango, y también del que pertenece por proximidad, Sinaloa. Se encuentra a sólo 70 kilómetros de Culiacán. A 9 kilómetros del límite con Sinaloa.
Un Ayuntamiento así, explica, con ingresos escasos, no puede mantener a más de 200 bocas diarias por mucho tiempo.
"Tener albergadas más de 200 gentes para un municipio como este está difícil", menciona antes de comparar el gasto en alimentación de los refugiados con la nómina del municipio, que da trabajo a 200 personas. Es como si fuera otra nómina, detalla.
Y mientras los minutos avanzan, la tierra en Durango no se está quieta. El Centro de Ciencias de Sinaloa no descarta un brote de magma. Los cerros crujen, se mueven, se desgajan. La gente teme.