"Los hilos del poder"

"Efectos contra el narco"
06/11/2015

    Cuauhtémoc Ramos Escobar

    Comentando la manifestación más numerosa que se haya levantado en contra del Ejército por una población que se considera ofendida y mortalmente agraviada, miles de pobladores de Badiraguato y de la zona serrana exigieron anteayer justicia por el asesinato de cuatro civiles en Santiago de los Caballeros, el pasado 26 de marzo, a manos de militares.
    Así dio cuenta Noroeste en su edición de ayer del movimiento civil, ordenado y pacífico, más no por eso carente de resentimientos, que se plantó al punto del mediodía frente a las instalaciones del cuartel de la Tercera Región Militar, y un segundo grupo con la misma intención y destino, partió de la Avenida del Mar hacia las instalaciones castrenses.
    A los serranos les duelen sus muertos y a quién no. Sobre todo cuando consideran que son víctimas inocentes como los del primer hecho sangriento sucedido en el poblado de La Joya de los Martínez, en el Municipio de Sinaloa, el mes de junio del año pasado. Y la pregunta queda en el aire y sin justificación porque hasta ahora no se han dicho el motivo de las muertes de parte de los ejecutores.
    A ello sólo tendríamos que abonarle quizá a manera de respuesta, que los mataron porque los consideraron narcotraficantes o al menos lo parecían, lo que descalifica la acción militar con resultados trágicos porque los victimados ni siquiera portaban armas y mucho menos que se hubiera dado un enfrentamiento con la tropa.
    Y ante una circunstancia como esta lo menos que se espera es una investigación a fondo y se esclarezca el por qué el Ejército actúa de esa manera, cuando la evidencia es tan contundente como lo observan los hechos, de que pobladores de la sierra mueren por las armas del Gobierno en condiciones injustificables.
    ¿Acaso es el temor de los militares que los obliga a disparar sus armas sin saber a quién, pensando que pueden ser agredidos y matan a personas equivocadas que no son a los que van a combatir en la sierra y el territorio queda expuesto a la determinación de sus acciones, bajo el criterio de actuar como lo han hecho?
    Los errores cometidos hasta hoy no son graves solamente sino criminales y así quedarán en la conciencia ciudadana, porque no hay manera de demostrarse lo contrario, como los manifestantes en contra del Ejército los exponen, de matar a gente inocente, como en los casos antes citados se ha dicho y las acusaciones se quedan sin respuestas.
    Lo peor del caso sería que estos hechos fueran caldo de cultivo que incubaran enfrentamientos que hasta ahora no se han dado y, la impotencia, ante la falta de justicia orille a quienes la demandan a tomarla por su propia mano, y en caso remoto no sería menor el desastre por los efectos de una campaña mal encaminada en contra del narcotráfico.
    La muerte de inocentes da paso al resentimiento en una población que se siente herida en donde más le duele, que es la pérdida de sus familiares sin causas justificables y jamás comprenderán los motivos por los que fueron víctimas, porque sintiéndose y sabiéndose inculpables la guerra no debería de ser contra ellos, sin embargo, los arrolla y son los que mueren. Y esas vidas ¿cuándo se reponen? Nunca.
    En muchos de los casos los efectos de la guerra contra el narcotráfico han sido fallidos porque en su gran mayoría son palos de ciego y sus estrategias no apuntan a los objetivos que dicen combatir. Pero es más lamentable el caso que una institución como el Ejército cometa esa clase de errores.
    ¿Por qué no hay aprehensiones previas de supuestos sospechosos para evitar las muertes de gente inocente. Sobre todo si se tienen recursos suficientes para investigar y ubicar a los delincuentes?
    Sería preferible incluso aprehender individuos bajo sospecha a matarlos por el hecho de parecer delincuentes, como en los casos de las comunidades de La Joya de los Martínez y de Santiago de los Caballeros, sucedieron en menos de un año en esas poblaciones serranas.
    ¿Quién puede explicarlas y de qué manera se estaría en desacuerdo con sus familias y de paso criticar a los pobladores de la sierra que se manifestaron el pasado 26 de marzo frente a las instalaciones de la Tercera Región Militar en Mazatlán?
    En la guerra contra la delincuencia y la violencia organizada que implantó y declaró el Presidente Felipe Calderón, los avances en la sierra de los estados de Durango, Chihuahua y Sinaloa no arrojan mayores resultados que los de la destrucción de plantíos de drogas y pocas detenciones.
    ¿Acaso la estrategia del Gobierno Federal es matar y después averiguar quiénes son los muertos y no dar respuesta si estos resultaran inocentes?
    Esto sería el mayor desastre en contra de la justicia, porque no es fomentando la impunidad de parte del Gobierno como se combate a los que violan la ley y menos cuando los hechos cometidos son imputables al Estado, que resultan condenables en todos los sentidos cada vez que caigan inocentes de manera inconcebible como abominables.

    Veredes pues… cosas veredes.

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