"Los hilos del poder"

"Urgente solución a comuneros"
07/11/2015

    Cuauhtémoc Ramos Escobar

    A la protesta de los comuneros afectados por la construcción de la Presa Picachos se le puede calificar de muchas formas, inclusive de afectar a terceros por la obstaculización de las vialidades de la Zona Dorada, por ser el punto que más le duele a Mazatlán como destino turístico.
    De igual manera les provoca un caos a los residentes de los fraccionamientos exclusivos, aledaños a la Zona Dorada y a quienes ahí laboran, porque les limitan circular con libertad por la única vía de acceso que se congestiona en las horas llamadas "pico", cuando es más alto el tránsito de vehículos.
    Tanto de un lado como de otro, las protestas se manifiestan y se justifican, conforme al punto de vista de cada cual, pero el problema persiste. No hay solución.
    Razones las hay, y los argumentos no faltan para que se manifiesten las inconformidades, porque los plantones también afectan al comercio, al turismo, al transporte y estos se han convertido en movilizaciones comunes y por eso hay quienes truenan contra esa clase de protestas.
    Pero los afectados por la Presa Picachos no estarían ahí sufriendo, de su parte, las inclemencias de permanecer en la vía pública, y si lo hacen es porque están actuando en defensa de su patrimonio afectado.
    Es la única manera que tienen de manifestarse en contra del Fihisin y desde hace tiempo claman porque sus problemas se resuelvan, y han llegado al extremo de una lucha que parece no tiene solución ante el agotamiento de las instancias del Gobierno federal y estatal que no les cumplen los compromisos con ellos contraídos.
    Durante años y meses las familias desplazadas por el embalse hidráulico, no han visto con claridad las soluciones, y en el tiempo se han quedado los acuerdos y las negociaciones que no se resuelven del todo y menos a satisfacción para que les restituyan el patrimonio que les afectó la obra.
    Esta es la parte central del conflicto que tiene meses y años sin una salida satisfactoria y lo que parecía que en los últimos dos meses llegaría a una solución definitiva, lo previsto se entrampó, sucedió todo lo contrario.
    El asunto llegó a sus límites cuando los comuneros pretendieron evitar que se sellara el túnel de desvío de las aguas a la presa mientras no les construyeran sus viviendas en las nuevas comunidades y quedaran a salvo de inundaciones.
    Lo que daba como resultado que la presa pudiera captar las aguas del Río Presidio, que a la vez inundaría a los seis poblados afectados por el embalse, pero el fallo del octavo juzgado de distrito resolvió en contra del amparo interpuesto por los comuneros, que establecía la suspensión de las obras.
    Y ante ese ordenamiento judicial el plantón en la Presa Picachos fue disuelto, mediante la intervención de la fuerza pública con la presencia de las corporaciones policíacas federal y estatal preventivas.
    Lo anterior contribuyó a que se radicalizara la protesta, denostando con diversos calificativos y en diferentes formas de actuar, exponiendo a juicio público a las autoridades que señalan como responsables del incumplimiento de los acuerdos, y de rebasar los plazos convenidos para la entrega de sus viviendas, en los nuevos asentamientos que están sin terminar.
    Hasta ahora las presiones no han llegado al límite, pero ¿quién puede asegurar que el problema no se exceda y se rebasen los niveles de cordura?, que aunque no lo parezca en ese término se mantiene la resistencia de los comuneros.
    Por lo tanto, urge la acción del Gobierno para encontrar la salida adecuada al conflicto y no dejarlo que se complique.

    Veredes pues… cosas veredes.

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