A los ciudadanos de cuarenta años pa'rriba la frase les debe haber resultado familiar y hasta despertado la nostalgia: el dólar llegó a 12.50 pesos.
Hace 32 años esa era la paridad peso-dólar, el valor de la moneda mexicana se mantuvo en 12.50 pesos desde 1954 hasta 1976, es decir, casi cuatro sexenios de estabilidad monetaria.
Para que el dólar llegara a los 12.50 pesos la primera vez, tuvieron que transcurrir alrededor de 76 años, bajita la mano, a partir de 1900, cuando valía 2.06 pesos (la paridad 1-1 se registró en 1875); pero bastaron sólo tres décadas más para que la moneda alcanzara la aparentemente misma cotización frente al peso.
Quizá para los mexicanos de treintañeros pa'bajo no les sea significativa la palabra "devaluación" y escasamente la frase "crisis económica", pero a los nacidos del 65 pa'trás deben sonarles conocidas, y cómo no, si forman parte de las generaciones de las crisis.
Hagamos un poco de contexto, cuando en 1954 el peso cayó de 8.65 pesos a 12.50 pesos por dólar no había en los entornos económicos nacional e internacional factores adversos que provocaran la devaluación.
Sin embargo, cuentan que ese año Adolfo Ruiz Cortines, a la sazón Presidente de la República, tratando de reactivar la economía que creció sólo 0.3 por ciento en 1953, decidió, muy mal aconsejado por su gabinete económico, devaluar el peso.
Creían que con un desliz de 8.65 pesos a 12.50 pesos por dólar la economía mexicana recibiría tremendo "chicotazo", según lo dijo el entonces Secretario de Hacienda, Antonio Carrillo Flores, pero en realidad fue como una gaznatada en el tronco de la oreja financiera, que provocó fuga de capitales y que las reservas monetarias cayeran a la mitad.
La medida devaluatoria se aplicó un Sábado de Gloria, 17 de abril, pues desde entonces el Gobierno ya usaba los hoy clásicos "sabadazos".
Quizá porque esa devaluación fue más artificial que otra cosa, Ruiz Cortines logró estabilizar la economía y mantener la paridad por el resto de su sexenio.
Aquellos sí eran sexenios de pánico
A finales de 1976, en las postrimerías del sexenio de Luis Echeverría Álvarez, terminaron abruptamente los años de estabilidad económica e iniciaron los sexenios de crisis: tras 22 años inamovible el peso cayó a 15.69 pesos por dólar; y al año siguiente se devaluó a 20.69 pesos, ya en la malísima administración de José López Portillo.
Jolopo cerró su sexenio en 1982 con la paridad de 57.18 pesos por dólar, y por más que alardeó no logró defender el peso como un perro.
Miguel de la Madrid Hurtado comenzó su Gobierno con una megacrisis devaluatoria de 150.29 pesos por billete verde, que por supuesto fue herencia maldita de López Portillo, y entregó la desfondada silla presidencial con el dólar a 2 mil 289.58 pesos.
Imagínense los lectores de 35 años pa'bajo, qué alboroto se ha armado porque el dólar llegó a 12.50 pesos, cuando en 1988 ascendió a la estratósfera, más de 2 mil 200 pesos.
Pero esas devaluaciones todavía no eran nada: a unos meses de recibir la mal habida banda presidencial, Carlos Salinas de Gortari ya debutaba con una devaluación, 2 mil 483.37 varos por dolarón; en 1991 se rebasó la barrera sicológica de los 3 mil pesos; y en 1992 se llegó a los 3 mil 094.08 pesos, y ahorita la paridad estaría rozando los 12 mil 500 pesos por dólar, pero al presidente tecnócrata y su gabinete económico se les ocurrió una medida, que hoy no sabemos si llamarla mexicanada, o bien, oportuna decisión financiera.
Tan largas eran las cifras en las operaciones de compra-venta, que a las cajas de los supermercados ya les hacían falta más espacios para registrarlas.
Y de haber seguido así, ahorita se necesitaría una hoja de cálculo electrónica de un metro de ancho para hacer esas operaciones, pero Salinas de Gortari decidió quitarle tres ceros al peso a partir del 1 de enero de 1993, con lo que la paridad pasó de 3 mil 260 pesos por dólar a 3.26 nuevos pesos.
El efecto sicológico entre la población fue positivo, aunque anduvo emborucada varios años porque circulaban simultáneamente billetes de viejos y de nuevos pesos, y contribuyó a estabilizar la moneda.
Aunque en el caso del salario mínimo fue un ramalazo mental, porque pasó de 14 mil 270 pesos a 14.27 varos. Sicológicamente no era la misma ganar 214 mil 050 viejos pesos que 214.05 nuevos pesos.
Aun así, Carlos Salinas le dejó a Ernesto Zedillo una bomba de tiempo financiera, que le estalló a finales de 1994, el famoso "error de diciembre", pegó muy fuerte en 1995 y afectó el resto del sexenio.
Sin embargo, desde el cambio de administración Zedillo-Fox la paridad ha variado sin perjudicar mayormente al país y sus pobladores, de 9.36 pesos, a la cotización de ayer.
Al mal tiempo, cara austera
La razón de esta especie de reseña de las crisis económicas que sufrió México el siglo pasado es que es un punto de referencia que nos puede servir para reflexionar y tomar decisiones ante las repercusiones que se avecinan por la recesión en Estados Unidos.
Los malos tiempos económicos que se ven venir, no deben provocar temor y menos pánico entre la población mexicana, pues afortunadamente nos agarra con una economía estable.
Si sobrevivimos a las espantosas crisis del último cuarto del Siglo 20, claro que no nos hundiremos por la recesión del vecino.
Las crisis pasadas se debieron la mayor parte de las veces a graves factores internos; desde la puntada devaluatoria de Ruiz Cortines, la escalada de precios de energéticos que disparó la inflación con Luis Echeverría; las pésimas y corruptas administraciones de López Portillo y De la Madrid; hasta la reprobada tecnocracia de Salinas. Todas esas administraciones ribeteadas de despilfarro, saqueo y fuga de capitales.
Comparado con los tiempos de aquellas crisis, el México de hoy tiene una economía fuerte y estable, que le permitirá enfrentar los remezones económicos.
En lo que corresponde a las familias mexicanas, lo mejor es seguir las recomendaciones de las autoridades: mantener la calma y el empleo, ahorrar, pagar deudas y no contraer nuevas, y ser más austeros.
Y si todo esto lo aderezamos con actividades placenteras y desestresantes, haremos más llevadero este trance, que algún día pasará.
Malecón es columna institucional de esta casa editorial.
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